POLITICA: MATIAS E. RUIZ

Argentina: Gloria Papers, suma cero y certificación de atrofia

El intrincado affaire de los denominados Gloria Papers y sus prolegómenos...

24 de Agosto de 2018

Apolillados en papeles viejos
Cubiertos de polvo
Dormidos en la niebla
Que esperáis el soplo divino

Que os dé vida...
Estar escritos y ser leídos.

Versos mutilados que sufren
Que sangran
Y se desangran en papeles
Amarillentos y borrosos,
Borrosos y amarillentos.

... ¿Para qué queréis nacer,
para qué brillar a la luz del día
deformes, sin título, inacabados?

Versos sin sentido
Esperan rotos
Entre borrones y tachaduras,
Odiados y amados en silencio
Levantar sus párpados muertos,
Brotar a la vida...

Ser leídos.



Versos Rotos (Eradio Gonzalvarez de Argayo; poeta catalán)


* * *

El intrincado affaire de los denominados Gloria Papers y sus prolegómenos -toda vez que el analista proactivo se permita alejar el punto de mira- permitirá arribar a valiosas conclusiones. Entre ellas, sobresale una de orden fundamental, a saber, que el orbe político kirchnerista (amén de haber logrado aferrarse al poder durante poco más de doce años) carecía de una verdadera estratagema de genuina permanencia. La comentada prerrogativa del desaparecido Néstor Carlos Kirchner, esto es, la que apuntaba a la necesidad de acumular dinero para nutrir una columna vertebral de poder que, a la postre, permitiera hacerse a perpetuidad de los resortes del control institucional y prorrogar impunidad ad infinitum, se precipitó rápidamente a partir de la muerte de su principal arquitecto. A ciegas y echando mano de metodologías confesamente desaprensivas, los continuadores del esquema perdieron de vista la construcción de proyección y horizontes, privilegiando los medios para extraviar el fin. En pocas palabras, la voracidad de la acumulación se apoderó de los actores centrales y de reparto -contaminando incluso a gobernadores e intendentes, cuyas identidades están próximas a develarse. A la postre, el diseno de una herencia político-dirigencial cuya meta de largo plazo hubiese cargado sobre sus hombros la supervivencia del espectro, fue abandonado por completo. Las consecuencias están a la vista: hoy, las caras visibles del modelo K y su cúpula (llámense Cristina Kirchner, Carlos Zannini, o Julio De Vido) se debaten -y continuarán debatiéndose- en un cansino periplo judicial. Su militancia de a pie (ciudadanos que adhieren al peronismo kirchnerista situados por fuera o por dentro del Estado Nacional, y funcionarios electivos como concejales y de similar andarivel) se diluye en una táctica de retaguardia, denunciando espasmódicamente la impiadosa agenda propugnada por el Grupo Clarín o por el tándem Claudio Bonadio/Carlos Stornelli contra su jefa y referentes de magnitud por un lado, y, por otro, potenciando los decibeles de una verborragia criptofascista que busca, en definitiva, motorizar una percepción generalizada de caos que contribuya a un eventual derribo de la Administración Cambiemos, y de su líder, el ingeniero Mauricio Macri.


Macri, Cristina KirchnerAl cabo de algunos pocos años, puede también certificarse, sin mayor preámbulo, que la caída del velo sobre los Gloria Papers (o versos rotos, si se quiere) nada tiene de novedoso. Hubo pistas que explicitaron el carácter polimórfico del sistema de recaudación, acumulación, y posterior blanqueo. Baste con remitirse a relatos sobre las andanzas de parientes de don Julio De Vido y su brumosa fraternización con dirigentes menores de la Costa Atlántica (leer aquí), o al aperitivo que -antes que los grandes medios de comunicación nacionales- supo anticipar detalles sobre el servomecanismo de transporte de fondos ilícitos (Héctor Alani y AeroPat) desde pistas aéreas ignotas en la Provincia de Buenos Aires hacia la República Oriental del Uruguay para, desde allí, girar ese metálico vía wire transfer y siempre revistando la participación de gestores de sociedades offshore con oficinas en Ciudad de Panamá. En el ínterin (y en perfecta consonancia con la ingenuidad o la ignorancia de los ejecutores inmediatos del esquema), los dolores de cabeza para los nuevos millonarios se multiplicaron, dado el declarado esfuerzo de destacados players de la comunidad financiera internacional, tendiente a negar el acceso bancario a tenedores de fondos no declarados ni justificados (e incluso decretados sospechosos a priori). La consecuencia inmediata de esta carencia informativa ha redundado en el congelamiento o la abierta confiscación de fondos multimillonarios en todo el mundo (Lázaro Báez podría ilustrarlo al detalle, como también podría hacerlo Alfredo Lijo, recaudador de su hermano juez Ariel, quien ahora se pregunta, textual, '¿Quién se va a quedar con la plata?'); quedando estrictamente restringida la posibilidad de movilizar divisa non sancta a operadores de primer nivel pertenecientes a inaccesibles clanes de los altos negocios internacionales, a operativos de trayectoria en el mundillo de la inteligencia o la contrainteligencia del primer mundo, o a investment bankers y gold bullion officers acostumbrados a consensuar transacciones en taciturnas ciudades europeas o de Oriente Medio. La liturgia de la transacción se ha mudado de las relativamente populosas salas VIP de bancos de renombre a la extrema privacidad que ofrecen los lobbies de lujosos hoteles en Viena, Líbano, Luxemburgo o, si se quiere, isla de Malta. Puesto en limpio: no quedan ya sitio ni atención mínima para políticos corruptos (o sus parientes directos) exhibicionistas del Tercer Mundo avezados en el despilfarro, en estruendosas conversaciones por teléfono móvil y en el alquiler recurrente de aviones privados. Ahora mismo, el concepto de moda remite a la 'sanitización' del sistema financiero global.

Retomando la patética realidad argentina, sí habría que reconocerle al kirchnerismo una capacidad innata para intoxicar y sumar a su égida a casi variopintos influencers y protagonistas de la realidad nacional, pasando por funcionarios judiciales, industriales, banqueros y pretendidos empresarios, albaceas de los derechos humanos, y encumbrados periodistas -consorcio este último en donde la Variante Gloria se torna escabrosa, por cuanto apellidos ilustres de la prensa nacional y encuestadores de opinión no han tenido problema en aferrarse a dineros negros para, años más tarde, rebelarse ante sus propios pagadores, denunciándolos con escandaloso pudor. La intersección judicial es de particular interés, habida cuenta de que figuras de la talla de Ricardo Lorenzetti trabajan tiempo completo compartiendo llamamientos a la transparencia para evitar lo inevitable, esto es, que la opinión pública termine de percatarse de que la totalidad de la familia judicial argentina ha cotizado las horas de siesta de doce años para quitar el pie del acelerador. La procedencia del dinero utilizado en los pagos ha sido siempre la misma -para qué dudarlo. Sin embargo, antes que el Supremo, el primero que ha tomado nota del toque de diana ha sido Bonadio; el magistrado supo detectar (¿a tiempo?) que era cuestión de meses antes de que furiosos manifestantes empezaran a agolparse en las puertas de los domicilios de él y sus colegas.

En el mientras tanto, algunos estudios de opinión -los creíbles son los menos- han consignado que la revelación de la trama del hurto de no pocos puntos del Producto Bruto Interno no ha inclinado la balanza de las preferencias electorales hacia uno ni otro lado. Antes bien, el conocimiento público de esa lóbrega trama ha reforzado el funcionamiento de los bien aceitados engranajes de la brecha: suscriptores del kirchnerismo y antikirchnerismo/antiperonismo han consolidado sus respectivas creencias y posturas, lo cual ciertamente no contribuye a un escenario de paz social sostenible. Y así se ha visto en la noche del jueves, durante el desarrollo de los allanamientos a las propiedades de la ex presidente, como también sucedió en oportunidad de la masiva manifestación ciudadana del '21A' que acorraló a un atemorizado pejotismo legislativo para que habilitase los procedimientos (aún cuando la Constitución de 1994 jamás tipifica que el Congreso cuenta con la discrecionalidad para demorar las cosas hasta verificarse sentencia definitiva contra un miembro del Cuerpo). En ese contexto, lo que el oficialismo cambiemita suponía a priori una victoria, tornóse luego en silencioso reparo: la Casa Rosada tomó consciencia de que la explotación política de la turbulencia en los sectores medios no ha sido, históricamente, buena consejera. En la caída del telón, lo único que ha logrado acentuarse es la sensación de 'juego de suma cero', que monta a caballo sobre la volatilidad del ambiente.

Un apartado final debe destinarse a la espasmódica gestión del Presidente Mauricio Macri, quien recién ha elevado los decibeles de su discurso tras amplificarse los vericuetos de los Gloria Papers. Acaso tardíamente, el jefe de Estado se ha percatado de que su proposición gradualista era un artilugio fláccido de argumentos que solo buscaba ganar tiempo con el objeto de evitar pasar guadaña a la hipertrofia del Estado. Recurrió a la misma fórmula que sus predecesores, atiborrando violentamente la plantilla estatal con elemento propio, para terminar descubriendo que la verdadera bomba que le fue legada era, precisamente, el agigantamiento de la estructura pública. Y lo ha descubierto en el peor de los momentos, en medio del fortalecimiento del dólar estadounidense, en una instancia de evaporación del crédito para países emergentes, en las tropelías de sus propios comunicadores económicos (Marcos Peña Braun de seguro no es un vocero idóneo en estos menesteres). El golpe letal para sus planes de obra pública no le fue propinado por un kirchnerismo acorralado, sino por la confesión de un puñado de esperpentos que explicitaron sin vueltas que incluso las principales instituciones financieras del país (Galicia, Macro -que el Presidente conoce muy bien-, o Supervielle) triangularon centenares de millones de dólares de corrupción para el ex Frente Para la Victoria y sus acólitos. No habrá, pues, dinero en créditos para Techint, Roggio ni para otros notables conglomerados de la obra pública. Menos cuando se precipite el próximo (e inoportuno) capítulo de la pesadilla, y la SEC estadounidense (Securities and Exchange Commission) tome nota de esta realidad, procediendo a amenazar a las firmas argentinas presentes en Wall Street con impedirles seguir cotizando, bajo auspicios de los considerandos presentes en el Acta de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés). Mismo escenario que debió enfrentar la germana Siemens. ¿Por qué prestarle a una nación que se regodea en una permanente atrofia? ¿Por qué cederle fondos a una entidad nacional cuyos políticos, magistrados e industriales parecen ponerse de acuerdo una y otra vez en retornar a foja cero?


Eso es lo que suele apuntarse sobre las desgracias, esto es, que siempre 'vienen de a tres'.

 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.