ESTADOS UNIDOS: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Repensando la seguridad nacional: la CIA y el FBI son corruptos pero, ¿qué hay del Congreso?

La historia -actualmente en curso- que versa sobre el modo en que las agencias de inteligencia y de seguridad...

24 de Noviembre de 2019

La historia -actualmente en curso- que versa sobre el modo en que las agencias de inteligencia y de seguridad estadounidenses podrían haber conspirado a efectos de influenciar y, posiblemente, incluso revertir los resultados devueltos por los comicios presidenciales de 2016 es convincente, aún si uno se muestra poco predispuesto a creer que un complot semejante podría ser llevado, efectivamente, a la práctica.

Congreso de los Estados Unidos, Corrupción en Estados UnidosNo sorprende, en todo caso y quizás, que se haya registrado un notorio ejercicio de introspección entre oficiales en actividad y retirados que supieron desempeñarse en posiciones relacionadas dentro del gobierno, muchos de los cuales estarían de acuerdo en que existe una urgente necesidad en pos de la reestructuración de las diecisiete agencias que portan consigo alguna función emparentada con la inteligencia o con la aplicación de la ley. Muchas de esas personas incluso estarían de acuerdo en que gran parte del daño que se ha ocasionado ha sido resultado de la interminable guerra global contra el terrorismo lanzada en su momento por George W. Bush y Dick Cheney, aspecto que ha hecho llover recursos y dinero sobre las citadas agencias, al tiempo que se politizó al liderazgo de aquéllas -liberándoselas de cualquier restricción en su accionar.

Si las decenas de miles de millones de dólares con los que se inundó a la comunidad de inteligencia -sumadas ellas a la ausencia de supervisión que sirvió para permitirles que funcionaran sin control alguno- acaso hubiese producido buenos resultados, pues entonces podría argumentarse que todo ha valido la pena. Pero el hecho es que la recolección de inteligencia siempre ha sido una mala inversión, aún cuando puede demostrarse que es peor en tiempos presentes. Uno podría plasmar que la notable Estimación Soviética de la CIA prolongó la Guerra Fría, y que el fallo a la hora de relacionar variables y prestar atenciñon a lo que observaban oficiales de inteligencia junior, todo ello permitió que los atentados del 11 de septiembre de 2001 tuvieran lugar. Y luego está el 'empoderamiento' de al-Qaeda en tiempos de la guerra soviético-afgana, lo cual siguió al fracaso en la penetración de ese grupo una vez que comenzó a ejecutar operaciones.

Más recientemente, se sucedieron los episodios de Guantánamo, la tortura en prisiones clandestinas ('black prisons'), el secuestro ('renditions') de sospechosos de terrorismo que luego serían torturados en diferentes locaciones, el homicidio de ciudadanos estadounidenses por vía de drones, la conversión de Libia en un paraíso terrorista y Estado fallido, el armado de militantes en Siria y, naturalmente, las supuestas armas de destrucción masiva del Irak de Saddam Hussein -el mayor desastre de política exterior en la historia de los Estados Unidos de América. Y habrá de recordarse que todo lo malo sucedió con acompañamiento bipartidista, bajo gobiernos Demócratas y Republicanos, con los neoconservadores y progresistas intervencionistas desempeñando roles centrales. La única persona castigada por crímenes de guerra fue el ex oficial de la CIA e informante John Kiriakou, quien expuso algunos aspectos de lo que estaba sucediendo.

El Coronel Pat Lang, ex colega y amigo de quien esto escribe, en su momento director del programa HUMINT (INTeligencia HUMana) en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), luego de desempeñarse durante años en el terreno en operaciones especiales y como enlace con el extranjero, piensa que es hora de aplicar una poderosa medicina. En esa motivación, ha dado inicio a una serie de conversaciones, las cuales reposan en la premisa de que el FBI y la CIA son órganos disfuncionales y reliquias que ya debieran ser desmanteladas o, como él mismo lo ha dicho 'Habría que incendiarlas, desde los cimientos', de tal suerte que el gobierno federal pueda comenzar de cero, y construir algo mejor.

Lang cita numerosos ejemplos de 'incompetencia y malversación, en el liderazgo de diecisiete agencias de la Comunidad de Inteligencia y de la Oficina Federal de Investigaciones', incluyendo en ese recuento el fallo a la hora de prevenir el colapso de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En el orden doméstico, Lang se refiere a la observación que realizara en persona, en torno de los esfuerzos del Departamento de Justicia y del FBI a criterio de 'ensuciar' a personas acusadas en juzgados federales cuando se trataba de asuntos de seguridad nacional, así como también se ha referido a la conspiración en marcha -también desde las comunidades de inteligencia y la seguridad- con el objetivo de 'Destruir a Trump'.

El Coronel Lang se pregunta: 'Díganme Ustedes, peregrinos, ¿por qué deberíamos seguir tolerando todo este sinsentido? ¿Por qué deberíamos pagarle a las cúpulas de estas agencias, para que sigan echando mano de su privilegio de abusar de nosotros? Somos hombres y mujeres libres. Enviemos a estos cerdos a sus bien merecidos desiertos, a un mundo en el que se vean obligados a trabajar para ganarse el dinero que se les pague'. A continuación, Lang recomienda despojar a la CIA de su responsabilidad de ser la agencia principal en asuntos de espionaje, y también de su discrecionalidad para las acciones clandestinas, lo cual es un legado de la Guerra Fría y un área que ha demostrado particular incompetencia. En lo que respecta al FBI, éste fue creado por Edgar Hoover para almacenar dossieres sobre dirigentes políticos, y es hora de que sea reemplazado por un organismo que opere de una manera que 'refleje más adecuadamente los valores colectivos de nuestra nación'.

Comprensiblemente, otros en la comunidad de inteligencia mantienen perspectivas diferentes. Muchos entienden que el FBI y la CIA han excedido, respectivamente, su tamaño, y que se les ha exigido realizar demasiadas tareas no relacionadas con la seguridad nacional; de tal suerte que debería implementarse una severa y obligada reducción de sus recursos (RIF; reduction-in-force), seguido ello del retiro obligatorio de oficiales de carrera o senior que se han vuelto demasiado confortables e indulgentes con la dirigencia política. La nueva CIA debería recolectar información, y punto; esto es, para aquello que fuera fundada en 1947. No interfiriendo en elecciones, ni involucrándose en cambios de régimen. El FBI, mientras tanto, solo debería proporcionar un servicio policial de naturaleza nacional, y que no se inmiscuya en cambios de gobierno. Y debería operar de la manera más transparente posible; no como una fuerza policial secreta.

Con todo, el problema fundamental podría no tener que ver con los servicios de policía o de inteligencia en sí mismos. Hay muchos idiotas sueltos en Washington. Preséntese como caso testigo a las audiencias para el proceso de destitución o impeachment de Trump, y al ridículo comentario de apertura expuesto por el congresista Adam Schiff, presidente de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes (el énfasis es mío): 'En 2014, Rusia invadió Ucrania, un aliado de los Estados Unidos, para revertir la decisión de ese país de abraarse a Occidente, y para satisfacer el deseo de Vladimir Putin de reconstruir un imperio ruso'.

Mientras tanto, la prensa y los medios de comunicación no funcionan mucho mejor, considerándose el siguiente extracto de un editorial principal en el matutino The New York Times, referido a las audiencias, e incluyendo comentarios sobre dos funcionarios del Departamento de Estado. Esos señores testificaron en las audiencias, al día siguiente. Reza el editorial del Times: 'Ellos se presentaron no como Demócratas enfurecidos ni como conspiradores del Deep State, sino como hombres que dedicaron sus vidas a servir a su país, y para quienes el defender a Ucrania frente a la agresión rusa es más importante para el interés nacional que cualquier otro entretenimiento partidista…'.

'En otro pasaje, el Señor Taylor dijo que él había sido crítico de la negativa de la Administración Obama, al respecto de ofrecer misiles antitanque y otras armas de carácter defensivo en su pelea contra Rusia, y que se mostraba satisfecho de que la Administración Trump en efecto había acordado enviar ese armamento

'Lo que claramente preocupaba a ambos testigos no era simplemente el abuso de poder de parte del presidente, sino el daño inflingido sobre Ucrania, un aliado crítico bajo permanente ataque por parte de fueras rusas. 'Aún mientras estamos aquí sentados, ahora mismo, los rusos están atacando a soldados ucranianos en su propia patria, y así ha sido durante los últimos cuatro años…', sentenció el Señor Taylor'.

Schiff y el Times deberían poner sus papeles en orden. Y lo propio deberían hacer los dos funcionarios del servicio exterior que, claramente, percibieron el escenario exclusivamente desde la perspectiva ucraniana, tropelía que prevalece entre diplomáticos estadounidenses y que suele describirse como 'opinar como los locales' ('Going native'). Estas personas están presionando por una agenda en particular, como por ejemplo, una eventual guerra contra Rusia, tomando partido por Ucrania, acaso acoplándose a algún interés nacional estadounidense (al que fracasan a la hora de definir correctamente). Uno de los declarantes, George Kentlanzó elogios a los milicianos ucranianos que combaten a los rusos, comparándolos a los Minutemen de Massachussetts durante 1776 -lo cual no fue una evaluación particularmente neutral-, eufemizando la provisión de armamento letal desde Washington bajo la etiqueta de 'asistencia de seguridad'.

Otro amigo de quien escribe, ex elemento de la comunidad de inteligencia, Ray McGovern, ha construído una línea de tiempo para ilustrar los desarrollos de Ucrania, que contribuyen a demoler la perspectiva del establishment exhibida a diario en el Congreso, en relación a la amenaza rusa. En primer lugar, Ucrania no era un aliado de los Estados Unidos en 2014, como tampoco hoy es un 'aliado crítico'. Asimismo, la reacción rusa al respaldo que Occidente materializó para la turbulencia social en Kiev, un interés vital, solo provino luego de que Estados Unidos invirtiera US$ 5 mil millones para desestabilizar al gobierno ucraniano y reemplazar al gobierno existente, que era favorable al Kremlin. Desde ese entonces, Moscú ha retomado el control de Crimea, que históricamente es parte de Rusia¡, en tanto los rusos se encuentran activos en la región de Donbas -donde reside una población mayoritariamente rusa.

En rigor, todo debería ser más sencillo. El Estado de la seguridad nacional debería involucrarse en la seguridad nacional. Su tamaño y presupuesto deberían observar coherencia con lo que hace, y nada más que eso. Ese establishment no debería andar dando vueltas por el mundo en busca de problemas; en lugar de hacer eso, debería responder ante amenazas reales. Y debería operar bajo supervisión. Si el Congreso tiene miedo de ejercitar esa supervisión, pues entonces habrá de constituírse un órgano separado, no partidista, y que en realidad tenga la valentía de ejecutar ese trabajo.

Si los Estados Unidos de América emergen de ese proceso convertidos en una nación normal, el mundo pasará a ser un sitio más agradable y feliz.



Artículo original, en inglés, aquí | Traducido y republicado con permiso del autor, y de The Unz Review (Estados Unidos)


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.