INTERNACIONALES: ARMANDO RIBAS

Igualdad versus libertad; el Caso Argentino

Así me he propuesto comenzar, con un pensamiento que considero fundamental, en tanto ha sido John Locke...

10 de Abril de 2019

Luché por la igualdad, hasta que me percaté de que, en la lucha por la igualdad, se perdía la libertad y, después, no había igualdad entre los no libres.

Karl Popper

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Así me he propuesto comenzar, con un pensamiento que considero fundamental, en tanto ha sido John Locke quien, en su oportunidad, sentenciara: 'Lo que importa no es la ley, sino qué ley'. Al respecto, sirve recordar que no es lo mismo una legislación que regule el tránsito, que una que nos dice hacia dónde tenemos que ir. La pretendida ética de la igualdad es la esencia de la demagogia descripta por Aristóteles e implementada por el socialismo. El Estado de Derecho o Rule of Law no es la democracia, y fue la denominación que le dieran los padres fundadores de los Estados Unidos de América al sistema creado a partir de la Constitución de 1787 y el Bill of Rights de 1791.
 
Alberdi, Argentina, LibertarismoLa esencia de ese sistema se respaldó en el pensamiento de David Hume, al respecto de la imposibilidad de cambiar algo en la naturaleza humana. En función de ello, fue James Madison quien escribió: 'Si los hombres fueran ángeles, no sería necesario el gobierno; y, si fueran a ser gobernados por ángeles, no sería necesario ningún control al gobierno'. Ya antes Thomas Jefferson había suscripto: 'Un despotismo electivo no fue el gobierno por el que luchamos'.
 
La esencia del sistema del Rule of Law es el control del gobierno y el respeto por los derechos individuales a la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de la propia felicidad. Este principio había sido considerado por Locke el principio fundamental de la libertad. A partir del mismo, se creó el principio de Adam Smith, conocido como mano invisible: 'El perseguir el propio interés, con frecuencia promueve el de la sociedad más efectivamente, que cuando él realmente intenta promoverlo'.
 
A fin de controlar el poder político en los Estados Unidos, se creó la revisión judicial. De ese sistema surgió del Caso Marbury vs. Madison, en el cual el Juez Marshall decidió: 'Todos aquellos que han enmarcado una Constitución escrita, las contemplan como formando la fundamental y suprema ley de la Nación y, consecuentemente, la teoría de todos esos gobiernos debe resaltar que cualquier ley de la legislatura que se presente repugnante ante la Constitución, es nula. Es, enfáticamente, la función y el deber del Poder Judicial el decidir qué es la ley'.
 
A mi juicio, aquél fue el principio fundamental del sistema que cambió el mundo, que hasta hace doscientos años vivía 'como vivía Jesucristo', tal como lo cifrara Peter Drücker. La Argentina fue el ejemplo magno del realismo de esos conceptos. En función de los mismos, y siguiendo el pensamiento de Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, logró, en cincuenta años, pasar de uno de los países más pobres del continente –Rosas mediante– a ser uno de los países más ricos del mundo.
 
Uno de los errores pendientes políticamente es la creencia de que es la cultura la determinante del progreso. ¿Qué cultura tenían los pilgrims que a su llegada a Estados Unidos, pusieron la tierra en común y se morían de hambre? ¿Qué cultura tenía la Argentina en 1853 bajo el despotismo de Rosas, cuyo eslogan promocionaba 'Religión o muerte'? En esa época, contaba con 800 mil habitantes, y un 80% de analfabetos. A principios del siglo XX, tenía seis millones de habitantes y, tal como lo describe, The Economist, un ingreso per cápita mayor que el de Francia, Italia y Alemania.
 
Admitir que es la cultura la situación política determinante del progreso, implica el reconocimiento de la imposibilidad de progresar. En ese sentido, vale recordar la observación de Alexis de Tocqueville: 'La riqueza del país no depende de la fertilidad de sus tierras sino de la libertad de sus habitantes'. Por ello debe reconocerse que la Pampa Húmeda se humedeció a partir de la Constitución de 1853-60, y su violación, Juan Domingo Perón mediante, la determinante de la decadencia de los últimos setenta años.
 
No existe nada más perjudicial para entender el mundo en que vivimos, que confundir la filosofía política anglo-americana con la franco-germánica. De la primera, surgió la libertad; de la segunda, el totalitarismo como la racionalización del despotismo. Por ello, tal como reconoce Jean François Revel, en La obsesión antiamericana: 'Son los europeos que yo sepa quienes hicieron del siglo XX el más negro de la historia…en las esferas política y moral se entiende. Ellos fueron los que produjeron los dos cataclismos de una amplitud sin precedentes que fueron las dos guerras mundiales y ellos fueron los que inventaron y realizaron los dos regímenes más criminales jamás infligidos a la especie humana'. Y así lo escribiría de Tocqueville en sus Cartas Persas; los musulmanes consideraban que los cristianos eran los que más se mataban entre ellos.
 
Otro aspecto a considerar es al que se refiere Friedrich Von Hayek en su Camino de Servidumbre, en el que reconoce que el nazismo surgió del socialismo. Al respecto, consideró que los pensadores europeos Thomas Carlyle, Houston Stewart Chamberlain, Auguste Comte y George Sorel fueron los que definieron aquél proceso. Particularmente, añade que fue Johann Plenge quien marcó el comienzo del moderno renacimiento de Hegel entre los iconoclastas marxistas.
 
Pero, pasando a la actualidad, todo parece indicar que es un hecho que la Unión Europea está filosófica y políticamente bajo la égida de Marx, Eduard Bernstein mediante, quien llegó a la conclusión de que al socialismo se podía llegar democráticamente y sin revolución. Por ello, tal como lo reconoce Fareed Zakaria en su artículo de Foreign Affairs intitulado 'The West is in Trouble', en Europa, impera el populismo de izquierdasocialismo– y de derecha –el nacionalismo–. A los hechos, hemos de remitirnos. La Unión Europea no crece en virtud del incremento del gasto público, que implica la violación del derecho de propiedad.
 
Pasando de nuevo a nuestro continente, hoy, en los Estados Unidos de América, un pretendido candidato del Partido Demócrata, Bernie Sanders, se reconoce socialista, lo que implica desconocer que el socialismo determina la violación de la Constitución estadounidense. Más recientemente, ha surgido otro candidato llamado Pete Buttigieg, también de izquierda. Todo parece indicar que es popular y, por ello, a los treinta años surgió como gobernador de un estado de la Unión.
 
El aspecto pendiente parece ser la ignorancia de los principios que determinaron el sistema ético político que cambió la historia del mundo y ayudó a alcanzar el nivel de vida que todavía del que ahora disfrutamos. Pero surge la pretensión populista de la búsqueda de la igualdad, factor que aparentemente determina el éxito político seguido del evidente fracaso económico. Me atrevo, pues, a decir que, si en los Estados Unidos se ignora el pensamiento de sus padres fundadores y se viola la Constitución, encontraremos una nueva Argentina en el norte del continente.
 
En virtud de esta realidad, he publicado mi libro La Falacia de la Civilización Occidental.

Por ello, el pensamiento de Alberdi y Sarmiento, que determinó la Argentina que fue, merece ser rescatado, con la esperanza de que vuelva a ser


 
Sobre Armando Ribas

Ribas se desempeña como Profesor de filosofía poltica, periodista, escritor e investigador. Es autor de Cuba: Entre la Independencia y la Libertad; Argentina 1810-1880: Un Milagro de la Historia; Los Condicionamientos Eticos de la Libertad, entre otros. Oficia de colaborador en medios nacionales e internacionales, publicando principalmente en el sitio web en español del think tank estadounidense The Cato Institute.