ECONOMIA INTERNACIONAL: MARIA BLANCO

El canto de sirena de la deuda atrapa a Grecia

Érase una vez un país cuya economía estaba basada en una costra de mentiras, hueca de riqueza real...

16 de Junio de 2015
Érase una vez un país cuya economía estaba basada en una costra de mentiras, hueca de riqueza real, y agotada por políticos democráticamente votados. Érase una vez un país que se vio desnudo cuando, por una crisis financiera internacional, bajó la marea y se comprobó el engaño. Érase una vez un país perteneciente a un club de países en el que todos aceptaban las reglas, y del que habían recibido ayudas, a pesar de falsear las cuentas para entrar. Érase una vez un país que, al borde de la quiebra, con una seria crisis política, pidió ayuda económica a sus socios... Así empieza el culebrón de Grecia, miembro de la Unión Europea antes que España, que pidió una cantidad desorbitada de dinero en plena crisis. Y todos, que también padecíamos el terremoto del 2008, le prestamos. Todos. No la troika. Todos, no Alemania. Eso sí; a través de tres instituciones, no fuera a ser que una sola fuera parcial o exagerada. Con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea llevando el timón la neutralidad parecía estar asegurada y los intereses de todos, es decir, de los prestamistas, también.


El otro lado de la tortilla

Érase una vez... un pueblo empobrecido por una deuda adquirida por unos pocos. Érase una vez... un pueblo engañado por unos gobernantes que, mentira tras mentira, saquearon la riqueza y los recursos del pueblo y dejaron un vórtex por el que se echaba a perder la creación de riqueza, una deuda descomunal, que no se correspondía con inversiones, sino que había sido dilapidada cruelmente por los malvados gobernantes. Érase una vez una bruja de tres cabezas que reclamaba a ese pueblo engañado, la sangre de sus venas como pago por una deuda de terceros. Érase una vez un pueblo que se negaba a pagar porque ya apenas le quedaba sangre en el cuerpo. Érase una vez una esperanza en forma de joven partido político liderado por personas capaces de enfrentarse a la bruja de tres cabezas y a quien haga falta para defender los ingresos del pueblo hambriento. Por más que la bruja troika y sus seguidores, el malvado capital, trataban de exprimir al pueblo, los nuevos líderes frenaban las embestidas como podían. Un día, ya solamente pudieron defender las pensiones. Y los jóvenes líderes vieron cómo, por la diferencia de fuerza entre la poderosa bruja y el empobrecido pueblo, llegaba el momento de ceder… o morir.


La realidad aplastante

Los gobernantes griegos fueron votados democráticamente. No solamente los gobernantes defraudaron, parte de los griegos también. El país votó de nuevo a los representantes que habían adquirido la deuda que ahora se niegan a pagar, y con ese voto sancionaron la asunción de la deuda con la troika, que es el conjunto de instituciones que vela por los intereses de los acreedores, es decir, los ciudadanos europeos que con sus impuestos financiaron el préstamos a Grecia.

La realidad es que, si Grecia no devuelve lo que se le reclama, no puede esperar que, además, se le siga prestando. Porque la base del préstamo no es la beneficencia, es la confianza. Yo te presto y espero que me devuelvas lo acordado. Y si no puedes, al menos parte. Pero no puedes exigirme “Préstame más o no te devuelvo nada de nada y la lío parda”. Estar quebrado y ejercer el papel dominante tiene su talento. Lo de Grecia va aún más allá. Cuando nos preguntan a los economistas cuál es la fecha relevante, esa a partir de la cual todo se va por el desfiladero, reconozco que ya no sé sabe qué contestar. Los plazos se alargan, como se alargan las caras de los líderes griegos y del resto de Europa a la salida de las reuniones. Unos se niegan a tocar las pensiones. Otros exigen un plan creíble que permita confiar en que se va a ir pagando lo acordado.

No puede esperarse que los representantes de los trabajadores que pagan impuestos de Italia, Polonia, España, Francia o Alemania, acepten dar más dinero, cuando el futuro de sus economías no está aún totalmente despejado. No es justo que el argumento que se les presenta es la miseria del pueblo griego, cuando esos trabajadores italianos, polacos o de donde sean, no han tenido nada que ver, sufren sus propios ajustes y tratan de recuperar la confianza, no ya en Grecia, sino en sus propias fuerzas.

Moraleja: No existe. Nuestras autoridades parecen estar dispuestas a lanzarse en cuanto puedan a los brazos de la deuda, a pesar de la lección que debería ser para nosotros el caso de Grecia y el canto social de la sirena de la deuda.

 
Publicado originalmente en Vozpópuli (Espana)
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