POLITICA: MATIAS E. RUIZ

Caso Nisman: servomecanismos de convergencia

El 21 de diciembre de 1988, un Boeing 747-121 de la aerolínea comercial estadounidense PanAm...

04 de Febrero de 2015

El 21 de diciembre de 1988, un Boeing 747-121 de la aerolínea comercial estadounidense PanAm estalló en pleno vuelo, mientras cubría la ruta Frankfurt-Detroit (vía Heathrow, Londres/JFK, Nueva York). Los restos del vuelo 103 se precipitaron a tierra, distribuyéndose sobre la localidad escocesa de Lockerbie: perdieron la vida 243 pasajeros (revistaba entre ellos un matrimonio de argentinos, Hernán Luis Caffarone y Fabiana Benvenuto), 16 tripulantes y 11 residentes de la ciudad británica -conforme las partes del aparato cayeron sobre ellos. Tras la compleja investigación posterior (de la que participaron el FBI de EE.UU. y la policía de Dumfries y Galloway con jurisdicción local), se concluyó que la caída de la aeronave se había producido como consecuencia de la inserción de explosivos -se habló de semtex, un explosivo plástico de uso general y que también comporta aplicaciones militares. La autoría del atentado terrorista fue atribuída a Libia; luego de la resistencia inicial, el coronel Muammar Khadafy -ante la eventualidad de un recrudecimiento de las sanciones interpuestas en Naciones Unidas contra su régimen) entregó a las autoridades escocesas al agente del Mukharabat libio Abdelbaset al-Megrahi y a su compatriota Lamin Khalifah Cristina Kirchner, terroristasFhimah, quien se desempeñaba como administrativo para la aerolínea Lybian Arab Airlines (LAA) en Malta. Ambos eran reclamados por Occidente: Khadafy no solo puso a los sospechosos a disposición de la justicia holandesa, sino que compensó a las familias de las víctimas del vuelo 103 con más de US$2 mil millones. Con el tiempo, se conocerían otros detalles que aportarían elementos al motivo del atentado; en el vuelo de referencia, trasladábanse Matt Gannon (jefe de estación de la CIA en Beirut) y el Mayor Chuck McKee (oficial del ejército estadounidense que retornaba de cumplir con una comisión en el Líbano). El secuestro y la demolición de aviones -siguiendo el modelo propuesto por Yasser Arafat (OLP/KGB) a inicios de la década del setenta- aún seguía presente en el librillo táctico del terrorismo global.

En agosto de 2007, el columnista dominical Joaquín Morales Solá entrevistó a Cristina Kirchner, poco después de su primera y resonante victoria en los comicios presidenciales (lecturaLa guerra privada de Cristina contra el mundo, vía interpósita persona). En las propias narices del periodista de La Nación, la jefe de Estado argentina prometía devolver a la República Argentina al concierto internacional, revalorizando las relaciones exteriores.

Bajo iniciativa de Cristina Fernández, el gobierno argentino había propuesto -ante la Asamblea General de la ONU- el modelo de resolución de Lockerbie como argumento de fuste para justificar el memorándum de entendimiento con la República Islámica de Irán, aunque merecen subrayarse una miríada de notorias diferencias entre uno y otro escenario: 1) no existió realmente (en el convenio con Teherán) una negociación conjunta para juzgar a los ejecutores del atentado contra la AMIA en terceros países; 2) En ningún momento contempló Irán la entrega de los sospechosos del ataque; y, 3) el aspecto relativo al esclarecimiento terminó por diluírse, ni bien llegó al dominio público que la Administración Kirchner previó trocar impunidad para terroristas por petróleo.

Cotejados contra los prolegómenos del Caso Nisman, dos datos en apariencia inconexos -un atentado terrorista y una inocente entrevista- ponen de suyo para desenmascarar el escandaloso engaño perpetrado por la actual presidente de la Nación contra dos públicos bien diferenciados: el mundo y la opinión pública argentina. A la sazón, y lejos de devolver al país al concierto civilizado de Occidente, el Gobierno Nacional obró en sentido opuesto, esto es, negociando la impunidad de terroristas y celebrando acuerdos políticos y comerciales con Estados que los patrocinan, sin mediar subterfugios ni disimulo.

En el terreno operacional, el gobierno argentino puso a disposición estructuras y organismos de seguridad (la SI, para el caso) con el objeto de defender su negociación secreta con Irán a cualquier precio (lecturaAlberto Nisman y la Casa Rosada: las columnas del nuevo terrorismo de Estado). Así las cosas, voceros oficiales como Jorge Capitanich terminan defendiendo la labor de actores clandestinos como Luis D'Elía, Fernando Esteche o Ramón Allan Bogado; los socios políticos de la Administración (trátese de Daniel Osvaldo Scioli o de los gobernadores peronistas) se han acoplado al oficialismo y a la formulación retórica psicoterrorista de éste; el Ministerio Público, en la figura de Alejandra Gils Carbó, complementa la faena del encubrimiento en el ámbito de la justicia, desvirtuando cualquier investigación creíble sobre el homicidio de Alberto Nisman -cuando no opera a través de personeros enrolados en el periodismo militante para desviar la atención de la ciudadanía hacia aspectos marginales sin valor judiciable. En tanto se asiste a una gigantesca asociación ilícita (conspiración, en la óptica del derecho anglosajón), no es menos cierto que la realidad muchas veces se presenta con algún dejo de ironía: la investigación del fiscal -que preveía desaforar a la Presidente y, eventualmente, enviarla a prisión por asociarse con el terrorismo internacional- termina sirviendo a los efectos de resquebrajar la mascarada diseñada para encubrir su propia muerte. Provisto que el objetivo ulterior de acusar a Cristina Fernández Wilhelm sirvió de combustible para dar lugar a su conveniente neutralización. Adicionalmente, y ya fuere por acción u omisión (o por el simple hecho de tomar partido), a personajes de la talla de Gils Carbó, Héctor Timerman, Jorge Capitanich, Oscar Parrilli, César Milani (Inteligencia Militar), Aníbal Fernández y a un abultado número de Diputados y Senadores Nacionales del Frente Para la Victoria podría caberles perfectamente un nivel atendible de declarada complicidad con el terrorismo. Este lóbrego corolario remata con la primera mandataria recibiendo a Khadafy en la Casa Rosada -cuando el dictador libio ya ordenaba masacrar a sus opositores-, cerrando filas con el genocida angoleño José Eduardo Dos Santos y su hija Isabel, otorgando vía libre a la República Popular China para que monte instalaciones científico-militares en la Patagonia argentina, o negociando compras de gas transportados por buques con la monarquía absolutista qatarí (compromiso insoslayablemente pernicioso para las financias nacionales y que seguirá siéndolo por, al menos, dos décadas).

Con todo, ni Cristina Fernández de Kirchner ni sus partenaires del poder han previsto la constitución de ciertos servomecanismos de convergencia en el orden internacional. El 31 de enero próximo-pasado, la corresponsal de Diario Clarín en Washington, D.C. Ana Baron reportó que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense endilgaba a un segmento rebelde de la SI oficialista el homicidio de Nisman (lecturaEn la CIA creen que Nisman murió por una interna de la Cristina y KhadafyCristina y Xi JingpingSIDE) aún cuando, líneas más tarde, la misma columna apuntaba que el personal de la CIA y de la DEA en la Argentina había sido reducido a un mínimo insuficiente como para recopilar o aportar información verosímil. Si bien Jorge Milton Capitanich la había emprendido contra el senador republicano Marco Rubio por ser parte de la 'derecha recalcitrante' que tiene por costumbre entrometerse en los asuntos internos del país, lo cierto es que fue su colega Bob Menéndez (Demócrata por Nueva Jersey) el primero en reclamar el 23 de enero que lo investigado por Alberto Nisman tome estado público, con el objeto de perseguir judicialmente a los responsables del ataque a la AMIA con 'todo el alcance de la ley' (link). El comunicado de Rubio fue publicado recién el día 26 (link al blog de The Miami Herald). Y la ruidosa misiva a John Kerry -Secretario de Estado- que perturbara al Jefe de Gabinete de Cristina Fernández recién sería redactada por el legislador republicano el día 29 (que puede consultarse en http://1.usa.gov/1DGsz81). Complementariamente, medios como The New York Times, USA Today y Fox News cedieron gran espacio para citar el trabajo de Nicolás Wiñazki, analizando con amplitud la revelación del objetivo de Nisman de desaforar y eventualmente procesar a la Presidente de la Nación. Ya cala hondo, en el establishment político de los Estados Unidos y en el circuito del mainstream media de ese país, la percepción de que el fiscal argentino fue ultimado para proteger a la viuda de Néstor Carlos Kirchner. Idéntica asociación es llevada a cabo en la dirigencia del Viejo Continente y los matutinos europeos de tirada masiva.

No es la 'derecha americana', entonces, la que pone el foco sobre el eje Teherán-Buenos Aires, sino los Comités de Relaciones Exteriores en ambas cámaras del congreso estadounidense; de allí partieron, por ejemplo, iniciativas para reprimir con sanciones económicas a funcionarios del gobierno venezolano -sanciones, revocación de visados y congelamiento de bienes- a raíz de violaciones contra los derechos humanos. Y las líneas en apariencia paralelas de la Argentina y Venezuela comienzan a acercarse: trátese de derechos humanos o de vínculos con el terrorismo, la preocupación que la presidente argentina exterioriza intempestivamente a través de su cuenta de Facebook coincide con la eventualidad de que el discurso duro de Estados Unidos contra su Administración remate en una serie de reprimendas que comprometan su patrimonio en el extranjero. El Caso Nisman bien podría oficiar de gatillo para semejante escenario: sucede que la eliminación del funcionario judicial ha dejado con las manos vacías a legisladores americanos que contaban con la investigación de aquel para, en el proceso, completar una elaborada taxidermia de las redes del terrorismo iraní (particularmente, Hezbolá) en Latinoamérica.

 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.