POLITICA ARGENTINA | FOTOGRAMAS: MATIAS E. RUIZ

Argentina: un juego político de suma cero, como confesión de inoperancia ejecutiva

En las últimas horas, la República Argentina ha reincidido -por razones de calendario...

23 de Junio de 2019


Un idealismo sin pragmatismo es impotente. Un pragmatismo sin idealismo, carece de significado. La clave para un liderazgo eficaz es un idealismo pramático.


Richard Nixon (ex presidente estadounidense)

- - -

Si hemos de caer en la traición, saquemos el mejor provecho de ello.


Patrick Henry (abogado estadounidense -1736-1799-; prominente figura en la emancipación de los EE.UU. frente al Reino Unido)

* * *

En las últimas horas, la República Argentina ha reincidido -por razones de calendario- en uno de los peores costumbrismos de su sistema pretendidamente democrático. Medios de comunicación y analistas han dedicado, casi con exclusividad, las últimas 72 horas de su tiempo a la transcripción de los prolegómenos que hacen al comentado cierre de listas, con miras a los comicios generales del mes de octubre.

Macri y Trump, G-20Como era de esperarse, el reporte de esos desarrollos no ha hecho más que fogonear crispación en la ciudadanía: en vísperas de cumplirse casi cuatro años de gestión del Presidente Mauricio Macri, el país asiste a otro capítulo de la patética puja entre individuos notablemente ignotos o de cuestionable trayectoria, que buscan salvaguardar su economía personal insertándose, como sea, en la función pública. En los hechos, 'brands' como la difunta 'Cambiemos' o la poco cerebral proposición 'Juntos Por el Cambio' solo contribuyen a tensionar y exacerbar los alcances del oxímoron. Cuanto más se habla de cambio, menos se verifica su implementación.

Sin embargo, se exige echar mano de la objetividad: la mudanza 'contra reloj' de intérpretes de un partido a otro (que, como es lógico, se han multiplicado exponencialmente en las últimas horas) se exhibe como un pernicioso cáncer o retrovirus que ha invadido al sistema político en su conjunto, sin importar se hable de Miguel Angel Pichetto, Darío Lopérfido, de Sergio Tomás Massa o de Alberto Asseff. A estas alturas, las identidades de los players pertenecen al territorio de lo anecdótico; en semejante contexto, la amplificación del fenómeno certifica -sin mayores vueltas- el implacable avance de la enfermedad, en la totalidad del espectro. Otrora condenable, la traición es el nuevo imperativo categórico, defenestrándose el razonamiento de Sir John Harington en el proceso.

Por obra y gracia de la propia dinámica del establishment dirigencial, y mediando el accionar táctico de cierto componente de la Administración cambiemita, el sistema procedió inicialmente al fogoneo -tanto furtivo como explícito- de la polarización. Se arribó entonces a la instancia actual, en donde el incremento de la promocionada brecha remató en un fenómeno que comienza a cobrar ribetes insospechados, y que conduce a la abyecta aniquilación del esquema tradicional de los partidos políticos. Para muestra, bastará el botón: el consorcio gubernamental hoy se conjuga con actores que simpatizan no solo con el cambiemismo puro, sino también con el peronismo, el radicalismo, el progresismo/socialismo, y una izquierda cuasidemocrática. En tórrido y desordenado romance, ese microcosmos ahora termina de fusionar a militantes feministas y 'LGBT' con militantes 'pro-vida', junto a bien entrenados sofistas del centroderecha, y tanto más. En el quebranto, el Presidente Macri ha tolerado la consolidación, puertas adentro, de un juego de suma cero; según dicen algunos, condición sine qua non para 'ganar' en las elecciones generales de octubre.

No obstante ello, pocos han atendido al inescapable detalle: necesariamente, la sumatoria de resultado neutro -consensuada para cimentar un objetivo estratégico- concluirá en la neutralización de la retórica partidaria y, por ende, en la detonación de las estructuras políticas de orden tradicional. Desde aquí, los actores del contubernio tendrán serios problemas para referirse a coincidencias programáticas, o para trazar elaboradas elipsis sobre afinidad ideológica.

Adicionalmente, la novedad comporta una perturbadora -aunque interesante- arista: la fusión y conjunción de engranajes ideológico-doctrinarios contrapuestos en mucho se asemeja a una extendida confesión de inoperancia. De aquí que algunos entrevean, en el subtexto, la insoslayable certificación de que la política -en su versión argentina- ha fracasado ruidosamente a la hora de intentar solucionar los problemas de fondo del país. Ergo, y a los efectos de mendigar un futuro voto de confianza, esa misma dirigencia ha decidido edificar una sinergia imposible entre ingredientes variopintos. Como si todos sus integrantes declararan al unísono, ante sus mandantes (la ciudadanía): 'El sistema de partidos no ha funcionado, y se ha vuelto obsoleto; hemos decidido reformularlo de esta manera. Y esto es lo que hay'. En algún ejercicio diario de prestidigitación, los ideólogos de este flamante condominio recurrirán, otra vez, a coloridos circunloquios que tendrán por eje al eslogan 'Nosotros, o el Caos', acaso como definitivo y desesperado intento para enmascarar una consabida inoperancia ejecutiva que contamina a todos por igual.

En el epílogo, la emergencia cobra inesperado vigor. En dos periplos separados hacia los Estados Unidos de América, tanto el jefe del Estado Mayor Conjunto, Bari del Valle Sosa, como el senador Miguel Angel Pichetto, recibieron idénticas advertencias de parte de sus interlocutores norteños. Sin abundar en la precisión de conceptos, los dos encumbrados sujetos fueron destinatarios de un recado arrojado sobre la mesa con un talante escaso en sutilezas, sencillo de sintetizar en un párrafo:

En los últimos dieciséis años, la Argentina ha afianzado su posición como territorio libre para el accionar del crimen común y organizado, para el contrabando de estupefacientes y de armamento, mutando ya el país en una amenaza de índole regional; sus instituciones (Poder Legislativo, Poder Judicial) se han vuelto explícitamente disfuncionales; los fondos otorgados por el Fondo Monetario Internacional han sido dedicados al despilfarro, no registrándose reforma alguna que pudiera atender a las problemáticas de fondo que involucran al Estado. No habrá más oportunidades para hacer algo al respecto; el mundo ya ha agotado su paciencia con la República Argentina


 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.