INTERNACIONALES: MATIAS E. RUIZ

Venezuela: ponderaciones en torno del 'cataclismo perfecto'

2018 ha sido un año crítico en el desarrollo de la Crisis Venezolana.

10 de Febrero de 2019

¿Qué vincula a dos mil años de genocidio? Demasiado poder, en muy pocas manos.

Simon Wiesenthal


No solo las malas personas cometen genocidio; todos somos capaces de hacerlo. Es parte de nuestra historia evolutiva.

James Lovelock (cientista político británico)


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2018 ha sido un año crítico en el desarrollo de la Crisis Venezolana. Durante ese lapso, los males administrados por el régimen de Nicolás Maduro Moros (escasez, violencia, anarquía, represión, despilfarro) acentuaron sus perniciosos efectos, hasta alcanzar el punto de no retorno. En la clausura del mismo, y al elevarse el telón del 2019, emergió la crisis institucional en todos sus alcances, con el reconocimiento del presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó como presidente encargado, por parte de un espontáneo consorcio de naciones con influencia y peso específico en el continente americano y en la Unión Europea. El ingreso en escena de este aparente cisne negro consignó un golpe directo a la endeble estructura de poder sobre la que Maduro supo respaldarse en los últimos pocos años, explicitando que el socialismo en su vertiente bolivariana -en el mejor de los casos- sobrevive gracias a un compuesto reducido del que participan generales corruptos, oficiales de inteligencia cubanos hoy en retirada, y un núcleo de fuerzas paramilitares pobremente pertrechadas -conocidos vulgarmente como 'colectivos', sobre cuyos hombros se ha depositado la comisión de tareas represivas variopintas y ejecuciones extrajudiciales. Finalmente, los esfuerzos de supervivencia del régimen de la Venezuela bolivariana se complementan con la eficiencia de la operación psicológica personificada en el accionar de los citados colectivos y de elementos pertenecientes a FAES (cuadro de élite o fuerza especial paramilitar que asesina a ciudadanos selectivamente, a los efectos de administrar y diseminar el factor terror entre la población).

Maduro, Díaz-Canel, Raúl Castro, Genocidio, Dictadura, VenezuelaSin embargo, al ponderarse el análisis el cuadro más amplio, surge que analistas internacionales y entendidos en geopolítica han refrendado las hipótesis previamente ensayadas, a saber, que Nicolás Maduro Moros ha depositado al régimen de La Habana en una situación insostenible. En el transcurso de los últimos diez días, columnistas de matutinos y expertos han puesto de suyo para desmenuzar los comuniqués de presse compartidos por la Casa Blanca de Donald Trump, concluyendo sin más que el verdadero objetivo del gobierno estadounidense es Cuba. De tal suerte que la combinatoria madurista de represión desmedida, recurrente autoritarismo y amplificación de la diáspora de refugiados venezolanos fueron factores decisivos para empujar a la acción no solo al gobierno de los Estados Unidos de América, sino también a Bogotá y a Brasilia. Tanto para las Administraciones de Iván Duque en la Casa de Nariño y Jair Bolsonaro en Planalto, el teatro de operaciones venezolano ha mutado en la proverbial gota que ha derramado el vaso: la pesada carga financiera y de Seguridad que los centenares de miles de autoexiliados representan para sus respectivos países amenaza con comprometer la credibilidad de los oficialismos colombiano y brasileño entre sus propios votantes. Conclusión que se ha visto reflejada en los hechos, habida cuenta de los recientes periplos de altos funcionarios militares y civiles estadounidenses en esas dos naciones de la América del Sur -entre las que destaca la visita realizada por Matt Whitaker, Fiscal General de EE.UU., a Bogotá. Nuevamente, estos eventos construyeron un correlato que verifica una sinergia tripartita, a la luz de la asistencia humanitaria -ya en marcha- que se coordina para Venezuela desde cuadrantes geográficos ya delineados, con inocultable participación logística de fuerzas de seguridad colombianas y brasileñas. Más allá de la bravata y del sideshow montado por el consejero de seguridad nacional John Bolton con su anotador -convenientemente visible para las cámaras de tevé-, lo cierto es que Washington parece propiciar una intervención multilateral cuyas variables de interoperabilidad aún no han sido enteramente establecidas -pero que, según se observa, adquieren dinamismo y fluidez diarios tomándose debida nota de las reacciones compartidas por el propio régimen socialista de Miraflores.

Esequibo GuyanesaAcaso previendo un final de año complicado, en el transitar del pasado 2018, Maduro evaluó -naturalmente, asistido por consejeros militares cubanos- la alternativa de llevar a cabo una intervención armada contra la vecina República Cooperativa de Guyana, con quien mantiene un conflicto limítrofe (siempre de acuerdo a los postulados de Caracas) no resuelto. El Incidente ExxonMobil -en donde la armada chavista venezolana obstaculizó la actividad de buques petroleros que operaban en la zona económica exclusiva guyanesa- estaba llamado a convertirse en el argumento perfecto para que el régimen madurista se hiciera del control de la región del Esequibo manu militari, consolidando un proscenio de fait accompli ante una eventual escalada diplomática regional que rematara en una negociación. No obstante, la prerrogativa caraqueña del Esequibo como eventual moneda de cambio se diluyó prontamente; aún con Michel Temer en la presidencia, la República Federativa del Brasil montó un esfuerzo diplomático de magnitud a criterio de reivindicar la soberanía guyanesa en la zona en disputa y, en simultáneo, declaró a través de sus funcionarios de Itamaraty que ofrecería apoyo militar ante una eventual incursión chavista. La información fue dada a conocer en febrero de 2018 por el sitio informativo brasileño O Antagonista, y el material -citando a fuentes de inteligencia militar con base en Brasilia- compartía detalles operativos sobre cómo las fuerzas armadas venezolanas desplegarían pocos centenares de efectivos en la región fronteriza -transportados en helicópteros-, para luego hacerse del control de checkpoints y pequeños poblados.

A la sazón, la Variante Esequibo porta valor agregado como engranaje del análisis proactivo, conforme certifica las debilidades inherentes del servo Habana-Miraflores: de una estrategia de corte ofensivo, la Venezuela bolivariana pasó a una excluyente maniobra de retaguardia: por estas horas, lo mejor de las fuerzas armadas chavistas centra su esfuerzo y misión en impedir el esfuerzo de distribución de asistencia humanitaria (en forma de alimentos básicos proporcionados por la agencia estadounidense USAID) desde Cúcuta, Colombia. Tal como se subrayara en un paper anterior, publicado en éste mismo espacio, Nicolás Maduro jamás toleraría el arribo de la ayuda, en virtud de la posibilidad latente de que la misma pudiera oficiar de canal clandestino para el contrabando de armamento que luego llegaría a las manos de opositores más proclives o predispuestos hacia la radicalización. En el ínterin, la realidad actual de la República Bolivariana de Venezuela no exhibe puntos de contacto con Siria. En esta nación de Oriente Medio, la Federación Rusa se esmera en preservar su esfera de influencia, nunca en destruírla; ni Moscú ni Pekín comprometerán más energía que declaratorias diplomáticas en defender al régimen, conforme ambas se encuentran en pleno proceso de negociación con Washington para que la Administración Trump proceda con un esperado alivio en sanciones políticas y económicas, respectivamente.

En el quebranto, aquellos que se muestren verdaderamente interesados en las ponderaciones geopolíticas del Teatro de Operaciones Venezuela, descubrirán que un resultado con destacada probabilidad de ocurrencia es uno en el que la Cuba de Raúl Castro y su taciturno empleado Díaz-Canel, el régimen nicaragüense del sandinista Daniel Ortega, y un puñado de gobiernos en control de la res pública en islas del Caribe, implosionen en pocos meses. La explicación nada tiene de endiablada ni de inextricable: la supervivencia económico-financiera de esos Estados se centra exclusivamente en la importación de crudo venezolano subsidiado, con La Habana convenientemente reexportándolo a precios de mercado internacional. Quizás ni siquiera el ingreso de divisas compartido por la actividad turística le sea de gran utilidad en el futuro al tándem Castro-Díaz-Canel; aunque este factor dependerá, en gran medida, de las presiones que Washington interponga contra el Reino de España (históricamente activo en materia de configuración de joint-ventures turísticos en compañía de la nomenklatura cubana).

Partiendo del equívoco, subsiste la opinión de ciertos analistas, quienes argumentan que Maduro Moros tiene el tiempo a su favor. A contrario sensu, es el régimen madurista el que corre contra reloj: su antojadiza permanencia en el poder solo conducirá hacia un proceso acelerado de desmoronamiento, debiendo lidiar aquél con el retiro de consultores militares caribeños que comprobarán que no queda ya nada de petróleo para triangular hacia Cuba, y con el fiel de la balanza inclinado decisivamente por una ciudadanía extenuada -que, sin nada ya qué perder, hoy hace frente a milicianos designados por Miraflores con piedras y palos, y manifestaciones públicas de masividad. En las instancias finales, el poderoso sistema represivo estadounidense (ampliación de las sanciones económicas individuales contra funcionarios maduristas y cubanos de primer orden) terminará por asfixiar definitivamente a los moradores de palacio. Con la correspondiente Espada de Damocles del proceso judicial en jurisdicción estadounidense pendiendo sobre la cabeza de los perpetradores centrales del monumental desquicio.

Por sobre todo, y solo por un momento haciendo a un lado que la ciencia de la geopolítica no suele admitir peritajes respaldados en la deontología o la ética, será insoslayable colegir que el colofón venezolano -bajo auspicios del librillo estratégico que desde siempre ha empuñado La Habana- remite al lóbrego prolegómeno otrora observado en Vietnam, Siria, la ex Yugoslavia o tantos otros escenarios: en las postrimerías del extremismo y en el cénit de la fractura societaria pre-programada, las disputas nacionales terminan dirimiéndose por intermedio de las armas, en una guerra civil indismulada o encubierta. En lenguaje corriente, hermano contra hermano. Y con la luciferina sonrisa del genocidio asomando, de tanto en tanto, tras bambalinas.

Manifiestamente inaceptable, aunque a todas luces irrefutable.


 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.