POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

Mientras Cristina se despide definitivamente de los sectores medios, Aníbal Fernández camina hacia el patíbulo: el kirchnerismo talibán pide su cabeza

A la Presidente de la Nación todo parece salirle decididamente mal. Tal como sucediera con la explotación propagandística de su nuevo rol de viuda -de muy corta duración-, ahora los tristes episodios de Villa Soldati hacen añicos sus intenciones de acercarse con su discurso a la clase media. Pero al Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, le acecha un destino aún peor: los sectores duros del oficialismo lo han elegido para convertirlo en la María Julia Alsogaray de la Era Kirchner. Ciertos núcleos de halcones ya trabajan con presteza para obligarlo a cargar con los cadáveres del Parque Indoamericano.

12 de Diciembre de 2010
La furia de Cristina Fernández estaba sobradamente justificada: el violento capítulo de Villa Soldati estrelló contra la pared el discurso contemporizador sobre el cual ella había estado trabajando con tanta dedicación y esmero. Pero -como ocurriera tantas veces en la era kirchnerista- los hechos suelen emerger con contundencia inmediatamente después de las palabras, remitiéndolas rápidamente al olvido. Inmediatamente después de Wikileaks y del llamado de Hillary Clinton, la Presidente de la Nación efectuó un veloz quiebre de cintura. A consecuencia de ello, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega optaron por no aterrizar en Mar del Plata para la reciente cumbre de presidentes iberoamericanos. Cristina había observado que el "Efecto Viuda" se agotaba rápidamente. Era necesario, pues, reforzar la construcción discursiva del cambio con nuevos atributos. Sobrevino, a la postre, la toma del Parque Indoamericano en Villa Soldati de parte de "okupas" y traficantes de droga con ambiciones de expansión comercial. La primera mandataria argentina se preocupó por remitir un mensaje pacificador que -nuevamente- se agotó en una verborragia fútil. Una vez iniciado el descontrol, Cristina Fernández comete el primer error grosero, ordenando retirar a la Policía Federal porque había reprimido "con violencia" a delincuentes y usurpadores. Apareció en escena el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri quien -sagaz- oteó una ventana de oportunidad para tomar la iniciativa y colarse en las primeras planas de la prensa escrita tradicional. Mientras el hijo de Franco ponía el grito en el cielo para que la PFA retornara al lugar de los hechos, la Presidente le negaba asistencia. Peor para Cristina, los muertos y los heridos comenzaban a apilarse peligrosamente. El segundo error garrafal de la ocupante del sillón de Rivadavia: obstinarse en la inacción. Macri terminó jugando una apuesta que concentró la atención de muchos, y ganó. Porque reclamó la presencia de efectivos a la Nación y -luego de dos reuniones- tuvo respuesta afirmativa. Arribamos, pues, al tercer error de Cristina Fernández -ahora, político-: reconocer ante un referente opositor que se había equivocado y, en el proceso, obsequiarle los principales titulares. La concatenación de torpezas de parte de la esposa del fallecido Néstor Kirchner se coronó con el discurso brindado por el por ahora Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en donde el funcionario fue obligado a modificar su postura en relación a la ausencia de efectivos en el Indoamericano. El ministro terminó humillado por la propia Presidente, como si esta le hubiera dicho: "Ahora, andá vos y arreglá el problema que creaste". En cualquier caso, Diario Clarín terminó brindándole un doloroso puntapié al Gobierno Nacional, a partir de su titular para nada inocente de este domingo 12 de diciembre: "El Gobierno tuvo que intervenir, pero el parque sigue ocupado". Lo que, entre líneas, expresa el sentimiento de buena parte de los vecinos honestos de Villa Soldati y de gran parte de la opinión pública: al final, la Casa Rosada envió a Gendarmería y a Prefectura... para proteger a los usurpadores del terreno. En esta cuestionable decisión toma color la verdadera esencia del pensamiento kirchnerista, expresado incontables veces por militantes de la talla de Horacio Verbitzky, Carmen Argibay y Eugenio Zaffaroni, a saber, que los conceptos de propiedad pública y propiedad privada y su protección son inexistentes en la República Argentina. Como complemento de ese sentir, a los sectores medios no les asiste el menor derecho a la hora de proteger sus bienes. CFK puede despedirse tranquilamente del voto potencial de las clases medias y altas, y del elemento social relacionado directamente con sectores productivos tales como el campo, la industria y el empresariado, protagonistas obligados de la economía nacional para quienes el concepto de propiedad privada es primario en cualquier civilización que se precie de ser tal. Este pequeño análisis resulta fundamental, pues explica cabal y contundentemente el desastre interpretativo de la intelligentsia oficialista y paraoficialista, cuyo esfuerzo de propaganda solo coincidió con la importación lationamericana de conceptos rigurosamente ajenos a la Argentina, como "oligarquía", "reforma agraria", "terratenientes", "indigenismo" y similares. En este caso, la Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm terminó enredada en un lodazal político-social complejo y maloliente. El resultado final fue un reconocimiento implícito de la propia incapacidad para desactivar y desmadejar situaciones de riesgo social potencialmente peligrosas. Para colmo de males, un referente de la oposición -Macri- remató el escenario, brindándole a la primera mandataria y a Aníbal Fernández ruidosos cachetazos de fuerte impacto político. Los eventos de Villa Soldati, examinados localmente, describían el escenario como reducido a una discusión entre Ciudad de Buenos Aires y Nación. No obstante, al correr de las horas y encenderse la mecha de la violencia extrema, las posibilidades de contagio y amplificación hacia otros asentamientos o villas de la Capital Federal y el conurbano bonaerense se tornaban crecientes. En este punto, tuvo lugar la marcha atrás de la Presidente, al decidir el envío tardío de fuerzas federales al Parque Indoamericano. Y -también en esa instancia- es cuando Mauricio Macri se decidió a pisar el acelerador e ir por todo. En virtud de la gravedad de los hechos y su significado para la paz social desde un enfoque más global, lo correcto hubiera sido que el Jefe de Gobierno se acercara a Balcarce 50 en compañía de otros referentes opositores, como Elisa Carrió, Ricardo Alfonsín, Julio Cobos y alguno de los peronistas "disidentes". El radicalismo percibió algo de esto, pero el reloj le jugó en contra: la UCR solo participó con un compendio de expresiones insípidas que se colaron sin pena ni gloria entre las páginas internas de los periódicos. Aunque parezca irónico, la Presidente de la Nación descree de la iniciativa encuestológica para medir sus opciones de cara a las Elecciones Generales de 2011. No en vano le encargó al principal operador político de la Argentina, Juan Carlos "Chueco" Mazzón, que se reuniera personalmente con el núcleo peronista opositor para cerrar un acuerdo que le permita finalizar con tranquilidad su mandato dentro de un año, con la solitaria condición de no ser perseguida judicialmente ni bien se produzca su retiro. De esta manera, a lo largo de los pasillos del poder se desarrolla un juego de enérgica y kafkiana cinchada en donde, mientras Cristina Fernández es esfuerza por cerrar definitivamente su participación en el tablero político, el kirchnerismo de ala dura recurre a los artificios de un gigantesco operativo clamor, para no perder participación en el negocio. De este oficialismo de corte talibán y por momentos estalinista participan Carlos Kunkel, el Secretario Legal y Técnico Carlos Zannini, Nilda Garré y la cúpula de la Secretaría de Inteligencia (S.I., ex SIDE), con los servicios de "consultoría" de actores secundarios como Diana Conti y Hebe de Bonafini. Es en el seno de esta última conjunción donde deben rastrearse iniciativas tales como la manufacturada magnificación de ciertos focos de conflicto social y el aprovechamiento del, por ejemplo, millón y medio de ciudadanos bolivianos sin papeles con fines electoralistas. También dentro del círculo conspirativo mencionado líneas arriba tienen lugar las operaciones más recientes en perjuicio de la figura de Aníbal Fernández, quien hoy se exhibe como visiblemente golpeado por los episodios de irrefrenable violencia en Villa Soldati. Algunos de los personajes arriba citados se encuentran trabajando a destajo para demoler al todavía Jefe de Gabinete. Peor para él, un núcleo más reducido se propone hacerlo públicamente responsable por las muertes del Parque Indoamericano llegado el momento, de tal suerte que el ex intendente quilmeño no pueda volver a pernoctar tranquilo en su amplio departamento de Avenida Callao, situado a metros de Avenida del Libertador, en el barrio porteño de Recoleta. Incluso existen intentos por reflotar su necesaria participación en el homicidio de los piqueteros Maximiliano Kostecki y Darío Santillán, aunque se presume que deberán redoblar esfuerzo de propaganda para completar esa faena ya que oportunamente esos decesos le fueron endosados al lomense Eduardo Alberto Duhalde. Sin embargo, se aferran a la máxima que reza que, en la política vernácula, nadie resiste un archivo. Y si de archivos y carpetas se trata, para sus objetivos cuentan con el alto comando que opera en la oficina de vidrios espejados y visualmente infranqueables de 25 de Mayo. Es en ese inexpugnable espacio de oficinas en donde, mientras el lector repasa estas líneas, toda la información pasada y presente sobre Aníbal Fernández está siendo ordenada, compilada, revisada y preparada para su pronta y próxima distribución. Como para colorear más la "documentación", recientemente se acaba de agregar en la sección "Anexos" el famoso papelillo originado en Wikileaks, en donde la embajada americana lo contamina con presunciones sobre su relación con el espionaje y el tráfico de drogas. El feedback o "ida y vuelta" de fuentes y contrafuentes para las carpetas que se preparan en "Esquina 25" es, cuando menos, juguetón. Precisamente, en el cable surgido de la web del ahora detenido Julian Assange, la "Embajada" cita fuentes de prensa y de inteligencia, a la hora de elaborar los pedidos de informes sobre el bueno de Aníbal. Y sucede que esas "carpetas" llegaron al 4300 de Avenida Colombia desde la propia S.I. Jamás deja de ser certero que, desde que la información existe, esta se vende a buen precio. Y el día de mañana, esta puede caer en manos de cualquiera. Primera y principal lección para aquellos que -desde su encumbrado puesto de funcionarios- se dedican a requerir "informes" sobre terceros: si Ud. encarga un "informe ambiental" o un seguimiento, tenga muy presente que propios "contratistas" hablarán -más tarde o más temprano- con aquel a quien Ud. mandó espiar. Se trata, ni más ni menos, del libre juego de la oferta y la demanda. O, al decir de algunos, del capitalismo en acción. Por Matías E. Ruiz, Editor. e-mail: contacto @ elojodigital.com. Twitter: http://twitter.com/matiaseruiz
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