Cumbre en el Vaticano: los usurpadores
Nuevamente, conviene detenerse a analizar la tragedia en que se ha convertido...
Nuevamente, conviene detenerse a analizar la tragedia en que se ha convertido...
Desde el Angelus, nos ha pedido misercordia a los fieles. Entiendo que -a pesar de los sentimientos encontrados- debo perdonarte, Horacio Verbitsky. Por tus ofensas despiadadas, tus injurias arteras, tu despliegue de odio y tus homicidios editoriales.
Señora Presidente Cristina Fernández -viuda de Kirchner-: recientemente, declaró Usted: “Tengo mucho dolor en el alma pero, afortunadamente, no me obstruye las neuronas… Cuando veo determinadas cuestiones en fechas tan claves como este día (Día Internacional de los Derechos Humanos), no soy tan ingenua como para pensar que las cosas suceden por casualidad. Mi obligación es llevar paz y tranquilidad, sin palabras ofensivas; sin incitar a la violencia”.
A la Presidente de la Nación todo parece salirle decididamente mal. Tal como sucediera con la explotación propagandística de su nuevo rol de viuda -de muy corta duración-, ahora los tristes episodios de Villa Soldati hacen añicos sus intenciones de acercarse con su discurso a la clase media. Pero al Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, le acecha un destino aún peor: los sectores duros del oficialismo lo han elegido para convertirlo en la María Julia Alsogaray de la Era Kirchner. Ciertos núcleos de halcones ya trabajan con presteza para obligarlo a cargar con los cadáveres del Parque Indoamericano.