Sebastián Piñera y los mineros chilenos: cuando lo ordinario se vuelve extraordinario

Piñera actuó en la forma de un presidente que asume, desde un comienzo, su gestión con serenidad y determinación. No vaciló a la hora de disponer de medidas necesarias y actuar con celeridad frente a los hechos. El derrumbe ocurrido en la mina fue un golpe muy fuerte que apuntaba hacia los responsables oficiales encargados de inspeccionar debidamente el lugar. Comenzábase a cuestionar si acaso la empresa a cargo contaba con la autorización reglamentaria para operar. Sin embargo, la perseverancia del mandatario trasandino, en su intento por continuar con la búsqueda y arbitrar todos los medios disponibles para asegurarse que verdaderamente no existiera posibilidad alguna de rescatarlos con vida, produjo un vuelco en la percepción de su imagen. Fue así como finalmente se logró el hallazgo y posteriormente se registró, por la vía de microcámara, que todos los operarios se encontraban a salvo en el fondo de la mina y no tienen problemas de salud aunque sí "mucha hambre" y ansiedad por salir a la superficie, según trasmitieron. Además, el jefe de estado del vecino país no ha permitido que se monte en el lugar desde este incidente fatal ningún tipo de historia periodística sensacionalista, primando el respeto hacia los familiares y su contención. También anunció que se propiciará el correspondiente castigo a los responsables del siniestro en la mina. El Ministerio de Salud buscó el asesoramiento de la agencia espacial estadounidense (NASA), a criterio de mejorar las condiciones en que se encuentran los mineros. Este conjunto de medidas y actitudes sumados a su interés y dedicación en el tema, más su frecuente presencia en el lugar, le ha significado al mandatario chileno un respaldo unánime de parte de todos los países de la región. Su logro, en este escenario: pasar de ser una figura controvertida y cuestionada a ser valorado y admirado por sus conciudadanos, incluso de la oposición. Resultó ser Piñera un hombre con determinación y presencia permanente, preocupado y ocupado en el tema y que no dejó detalle sin cubrir. Aunque cumpla con las obligaciones inherentes a su cargo, ciertamente puede decirse que lo hace con tanta responsabilidad y seriedad que refiere a una actitud extraordinaria. Seguramente, otros presidentes de la región hubieran perseguido un mayor protagonismo, en lugar de concentrar los esfuerzos en la consecución de soluciones. En 2007, en ocasión del fallido operativo montado por el venezolano Hugo Chávez para intentar liberar a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, se montó una cubertura periodista para ser trasmitida a toda la región, casi como un reality show. Néstor Kirchner fue protagonista obligado de aquel escenario. Vale recordar: la espectaculización del operativo fue caracterizado, cuando menos, de lamentable, por parte de la opinión pública. Si todos los mandatarios asumieran sus responsabilidades con la seriedad de cada caso y sin buscar proyectar su imagen, huelga decir que la situación de Latinoamérica sería totalmente distinta. Ya no hay que buscar modelos en los países del denominado primer mundo, porque dentro de la región aún restan ejemplos de gestiones de gobierno serias y que además asumen cabalmente la función para la cual fueron elegidas. Al no existir un clara voluntad en todos los mandatarios del subcontinente por proceder debidamente es que esta acción se destaca como “extraordinaria”, por lo humana y responsable. Debería ser un gesto ordinario de quien ejerce la máxima función de un país. Quizás, en el transcurso de los próximos años, Sudamérica pueda lograr alcanzar modelos tan transparentes, buscando sinceramente el bien común. Por lo pronto, Chile no tiene reelección; de tal suerte que cada presidente busca destacarse más que su predecesor a partir de su "óptima gestión de gobierno". Por Juana Marcó, para El Ojo Digital Internacionales. e-Mail: jmarco@fibertel.com.ar