POLITICA ARGENTINA: SERGIO JULIO NERGUIZIAN

El sistema de partidos, cerca del abismo; José de San Martín, actualizado por el progresismo

Tres siete años y nueves meses de dictadura militar, Raúl Ricardo Alfonsín asume la Presidencia, a fines de 1983.

17 de Septiembre de 2023

Tres siete años y nueves meses de dictadura militar, Raúl Ricardo Alfonsín asume la Presidencia, a fines de 1983. Es el primer radical desde las elecciones de 1946 -que ungieron a Juan Domingo Perón- en llegar a la Casa Rosada, en el transcurso de unas elecciones sin proscripcion del justicialismo. Le habían antecedido sus correligionarios Arturo Frondizi (1958) y Arturo Illia (1962), ambos derrocados por golpes de Estado. El alfonsinismo (es decir, un paradigma que merece el 'ismo') es una variante de la UCR, caracterizada por su identificación con los postulados afines con la socialdemocracia europea. Será sucedido, vía entrega anticipada del mando por agudización de la crisis económica, por un peronista que también ensayará un experimento inédito en la historia del Partido cuya jefatura ostenta: formalizará una alianza con el establishment mediando un acuerdo con su instrumento electoral, la Unión del Centro Democrático. Tras diez años de gobierno, una alianza de radicales y peronistas renovadores logra desplazarlo de la Presidencia. Aunque por poco tiempo: una debacle formidable liquidaría el experimento, dejando al país al borde de una trágica confrontación.
 
General Don José de San Martín, Billete de mil pesos argentinos devaluados, Historia argentina
Dos hechos son dignos de subrayar: 1) el peronismo regresa al poder en 2003 con un nuevo packaging: es un modelo que confirma el capitalismo como sistema económico, al tiempo que asigna a la izquierda la producción de cultura, la simbología, representaciones del pasado y relatos legitimantes de la violencia de los años setenta y, 2) hacia 2015, el radicalismo integra una formula triunfante mediante la adhesión al programa liberal (que se pretendió) ortodoxo de Mauricio Macri. Este ecosistema, con sus turbulencias y sus períodos de calma breves, siempre fue preservado cinco minutos previo a estallar. En cuarenta años, no regresaron ni Yrigoyen ni Perón: versiones mutantes del legado de ambos jefes políticos se sucedieron a través de un juego en el que los grandes protagonistas se esmeraron con miras a evitar que las tensiones no pulverizaran el siempre frágil acuerdo que garantiza el statu quo. Ahora, sin embargo, las cosas se han complicado. Una victoria de Javier Gerardo Milei producirá, al día siguiente, la liquidación de los dos experimentos en que se debate la historia contemporánea argentina: ni el progresismo neoperonista ni el radicalismo socialdemocratizado sobrevivirán a la implosión del sistema. Los libertarios fagocitarán los restos del naufragio macrista, y emprenderán la aventura de resistir el embate de los desesperados de ambas grandes coaliciones. Dirigentes entrenados en saltar cercas emitirán señales amistosas al outsider consagrado y, en cuestión de horas, le reverenciarán como a un Elegido. Bien, digamos; Okey.
 

El Nuevo San Martín
 
Un novedoso José de San Martín se ha entregado al manoseo cotidiano. El billete de mil pesos que ha entrado en circulación es un instrumento de propaganda y, en tal virtud, se presenta como una experiencia inédita entre nosotros. En el anverso, aparece un retrato ya clásico del héroe; digamos que es aquel en que salió más pintón que en cualquier otro. No obstante, la sorpresa: ahora, ha perdido el grado militar; ha dejado de ser General. Es, apenas, José Francisco de San Martín. Hace algunos años, la base antártica del Ejército Argentino en la Antártida se denominaba General San Martín. Desde entonces, es Base José de San Martín.

Tres energías confluyen concomitantemente en el asunto antes citado: a) después de la dictadura, la partidocracia vernácula se ha dedicado a complacer a la OTAN, procediendo a reducir el presupuesto militar -hasta llegar al presente, situándose la capacidad operacional de las fuerzas armadas en su punto más bajo desde las guerras de independencia; b) el estrangulamiento presupuestario de la Defensa tiene, por finalidad simétrica, reducir las chances de un golpe militar, objetivo al que no ha sido ajeno la supresión del servicio militar y, c) se ha puesto el acento desde 1983, invariablemente, en la descalificación de los conceptos de jerarquía, autoridad y reconocimiento al mérito personal. La economía se ha preservado capitalista, con sus más y sus menos; mientras que la cultura se ha aferrado a la concepción global de las izquierdas.
 
Dando vuelta el billete, puede leerse: 'Cruce de los Andes- 17 de Enero de 1817'. El lector desprevenido puede creer que el cruce demandó veinticuatro horas; esto es, un raíd inconcebible. Pues, bien: la fecha corresponde a la firma de San Martín de la orden de desplazamiento y plan de batalla entregado a Soler en la fecha. La gloriosa caravana se puso en marcha durante los tres días subsiguientes, de acuerdo al paso cordillerano indicado para cada una. El General no monta, en el grabado, un corcel ansioso, con el pescuezo estirado como lo recuerda el conjunto escultórico mendocino Cerro de la Gloria. Se lo ve montando algo intermedio, acaso entre un caballo y una mula. Para brindar más realismo a la escena, el jinete se protege del frío con un barbijo. Es decir que es un hombre común; sabemos que padece de úlceras sangrantes y que, desde los treinta años de edad, consume opio. 
 
Lo han hecho descender del bronce y, ahora, está con nosotros.

En el billete más devaluado del planeta
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Sobre Sergio Julio Nerguizian

De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.