INTERNACIONALES: JOHN MARULANDA

Colombia: la 'Minga' y la Guerra de los Garrotes

Las minorías indigenistas regionales agitan, desde hace años, a las mingas Pamama...

17 de Octubre de 2020

 

Las minorías indigenistas regionales agitan, desde hace años, a las mingas Pamama (Pachamama-Marx-Mariátegui). Ahora, con total irresponsabilidad frente a la pandemia, y queriendo someter al Presidente de Colombia, Iván Duque, a sus envanecimientos políticos a punta de garrotes, la nueva minga caucana avanza por enésima vez sobre Bogotá.
 

Dinero y tierras
 
En Colombia, explica el columnista Rafael Nieto, 'La población indígena pasó de 1.392.230 personas, en el 2005, a 1.905.617, en el 2018. Del 3.4% al 4.4% de todos los colombianos, un milagroso crecimiento del 36.8% en apenas 13 años. Las poblaciones indígenas se multiplican por arte de magia y ya no son 93 sino 115. Es buen negocio'. Y agrega: 'Los indígenas se han ido quedando con más y más ingresos de nuestros impuestos.

Indigenismo, Narcoguerrilla, ELN, FARC, Izquierda, SocialismoDel paro de 2017, se fueron con el 1% del SGP, más de lo destinado a la alimentación escolar. En el Plan Plurianual de Inversiones del presupuesto nacional para este cuatrienio hay 10 billones de pesos para las poblaciones indígenas. De la minga del año pasado, las organizaciones indígenas que participaron obtuvieron $823.148 millones adicionales del Gobierno
'. El rubro de inversión para los indígenas del Cauca pasó de 900 mil millones a 1.2 billones de pesos, de acuerdo a fuentes gubernamentales y, además, poseen más de 32 millones de hectáreas, casi el 28% de la tierra rural del país: son verdaderos terratenientes.

Esta renovada minga salió del Cauca, como es usual, y avanza hacia Bogotá sin explicar de dónde sale el financiamiento del transporte, la alimentación y el alojamiento para unos 4 mil indígenas, un alto costo para quienes plañideramente se quejan de su proverbial pobreza, mientras pelechan en medio de los mayores cultivos de coca del mundo. En la ciudad capital, mortificarán la ya complicada cotidianidad capitalina, pedirán más dinero y discutirán un nuevo 'manejo del país' para 48 millones de colombianos.
 

Guardia y garrotes
 
Los garrotes con cintillas multicolores que agitan amenazadoramente, son el símbolo de dotación de la guardia indígena, una estructura paramilitar aprobada en el negociado habanero. La tal organización, ejerce soberanía de seguridad territorial en los resguardos, expulsa a  militares y policía de sus predios, y recluta niños a quienes entrenan en formaciones, en gritos, en el manejo del bastón y adoctrinan con que el rojo de su pañoleta remite a 'la sangre que han derramado algunos indígenas con la policía…', entre otras cosas.

Aferrados a esos garrotes, los mingueros miran para otro lado cuando células de las FARC o el ELN, atacan a la Fuerza Pública buscando victimas que exhibir para deslegitimar y paralizar la defensa legal y legítima del Estado. En marzo del 2019, en medio de otra minga, ocho indígenas y un universitario murieron cuando manipulaban explosivos en uno de los resguardos, y un policía fue asesinado por un francotirador.
 

La intentona es regional
 
Ya desde 1986, en el Cauca se juntaron indígenas de Colombia, Ecuador y Perú en el Batallón América, una entelequia armada por Carlos Pizarro Leongómez, del M-19. Por aquellos mismos meses, una disidencia de las FARC encabezada por su hermano Hernando y por alias Fedor Rey, torturaron y asesinaron a 164 muchachos y niños, precisamente en las montañas de Tacueyó, en donde hoy asesinan indígenas por cuenta del narcotráfico, FARC, ELN, y los cárteles mexicanos. Los cohetes que lanzaron contra un helicóptero de la Policía en Cali, durante la minga del año pasado, son del mismo tipo de los que dispararon contra la policía en los disturbios de Quito en octubre del 2019, siguiendo las instrucciones de Estallido, manual para la desestabilización y la toma del poder e instauración del socialismo.

El Ecuador está soportando una nueva oleada de vandalismo, por cuenta de las organizaciones indígenas; Bolivia tiene cruciales elecciones el 18 del corriente; Chile vota su constituyente el 25; y, en Colombia, coincidirán los indígenas caucanos con un paro nacional convocado por la federación comunista de educadores, y con miles de venezolanos desarraigados, fáciles de usar. La estrategia de desestabilización regional diseñada por el Foro de Sao Paulo y aplaudida por el Grupo de Puebla, se halla hoy en pleno desarrollo.
 

Comunidades fatigadas
 
A los garroteros socialistas indígenas, con jefes expectantes de ambiciones politiqueras, se opondrán comunidades estresadas por el coronavirus y sus consecuencias, hartas de los desafueros de los encapuchados incendiarios y cansadas de la hipocresía indigenista. En el sur de Bogotá, mujeres organizadas y aperadas también con garrotes, rondan de noche y mantienen a raya a los delincuentes que merodean por sus vecindarios.

Es previsible que ciudadanos organizados por sectores u otras afinidades, contengan las tropelías de los mingueros y de muchachos desinformados y manipulados por el ELN y FARC. Empresarios, comerciantes, pequeños negociantes, vendedores, patriotas, ya están adquiriendo sus garrotes para impedir que estas minorías acaben con lo poco o mucho que han logrado levantar para la supervivencia de sus familias. Se puede armar una guerra de garrotes. Y los predios de la embajada de Cuba en Bogotá, como sucedió el año pasado, pueden ser la chispa inicial.
 
Mientras los indígenas avanzan en su desatino, en Miraflores se frotan las manos. Para qué misiles, si hay garrotes.


 
Sobre John Marulanda

Licenciado en Filosofía e Historia de la Universidad Santo Tomás de Aquino, y Abogado de la Universidad de la Gran Colombia, Marulanda se desempeña como consultor internacional en seguridad y defensa. Es Coronel (R) del Ejército de Colombia.