EE.UU./China: la clausura del consulado en Houston consigna el deterioro de la relación bilateral
Durante la pasada semana, el Departamento de Estado de los Estados Unidos...
26 de Julio de 2020
Durante la pasada semana, el Departamento de Estado de los Estados Unidos ordenó a China proceder a la clausura de su consulado en Houston, Texas, con pocos días de sobreaviso.
El citado Departamento -según se informó- decidió la medida en respuesta al robo recurrente de propiedad intelectual y las intrusiones a la privacidad estadounidense, perpetrados por Pekín.
Aún cuando numerosos informes de noticias han caracterizado a este episodio como extraordinario, lo cierto es que, en rigor, Estados Unidos ya procedió con la clausura de instalaciones tuteladas por otros países -por razones similares. La Administración Obama, por ejemplo, clausuró dos centros de retiro de lujo pertenecientes a la Federación Rusa en Maryland y en Nueva York -en respuesta a la interferencia rusa supuestamente detectada en las elecciones presidenciales de 2016.
Parte de la cobertura noticiosa se basa en informes que rezan que funcionarios chinos que se desempeñaban en el consulado de Houston habían comenzado a destruir documentos. Esto recordó al episodio de los diplomáticos japoneses que, en la víspera del ataque nipón a Pearl Harbor, procedieron de igual manera.
En tal contexto, lo que algunos podrían citar como indicativo de que China y los Estados Unidos se aproximan a un conflicto bélico se vincula al deterioro de las relaciones entre ambas naciones.
En la práctica, el asunto más importante del interdicto está emparentado con el espionaje chino. En sentido amplio, hay pocas dudas de que China está involucrada en esos actos. La Administración Trump ha ofrecido abundante evidencia al respecto del espionaje de la República Popular en perjuicio de los Estados Unidos.
Ya se trata de académicos estadounidenses que trabajan para China vía el programa denominado Mil Talentos, o de piratas informáticos chinos que infiltran los esfuerzos anti-COVID-19, o de firmas de telecomunicaciones chinas que redirigen porciones de información a través del Internet, se registra hoy un esfuerzo sin precedentes de parte de Pekín y de su sociedad para, a gran escala, apropiarse de información económica, política, militar en manos de ciudadanos estadounidenses -y, en efecto también, de ciudadanos en todo el mundo.
Lo citado es parte de un desafío más abarcativo, planteado por China contra las reglas de juego globales. Los esfuerzos de espionaje chinos han involucrado a la Unión Africana, cuyo edificio principal fue construída por Pekín -convenientemente, incorporando instrucciones que permiten descargar información en horarios nocturnos, que luego sería transferida hacia Pekín.
China puso en marcha un sistema de influencias en el seno de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a efectos de que la información pertinente al COVID-19 fuese ignorada -solo porque esa información procedía de Taiwan. En simultáneo, la República Popular China rehusó cooperar en los esfuerzos que, eventualmente, hubiesen servido para preparar mejores réplicas estatales ante pandemias futuras.
El esmero de China con miras a reconfigurar el Mar del Sur de China como un mar meridional al servicio de Pekín -esencialmente, convirtiendo a aguas internacionales en territorio jurisdiccional chino- ha sido denunciado recientemente por el Departamento de Estado.
La destrucción sistemática que China ejercita sobre el modelo 'Un País, Dos Sistemas' vigente en Hong Kong -codificado tanto en tratados internacionales como en la Ley Básica que se suponía regularía el futuro de ese territorio hacia 2047- ha suscitado la condena internacional.
Y gran parte de las acciones perpetradas por los Estados Unidos de América en años recientes ha tenido por objetivo el contrarrestar los esfuerzos chinos. En efecto, las razones para justificar la implementación de aranceles contra Pekín, conforme fuera pautado por la Oficina del Representante Comercial de los EE.UU., poco tienen que ver con el desequilibrio configurado por China por vía de la manipulación de su moneda, sino que se vincula al esfuerzo chino en pos de hurtar propiedad intelectual de dominio estadounidense en firmas americanas que realizaban negocios en territorio chino.
La clausura de un edificio diplomático, a diferencia de, simplemente, decidir la expulsión de diplomáticos, es clásica en casos de espionaje, al tiempo que es un reflejo del deterioro de la relación bilateral. Es probable que Pekín replique a esta decisión con la clausura de consulados estadounidenses en China.
Es ciertamente probable que la disrupción asociada con la clausura del consulado chino en Houston valga la pena. Al momento, esa iniciativa plausiblemente ponga fin a las actividades de espionaje que se hubiesen llevado a cabo a través de ese consulado.
Sería útil para el público en los Estados Unidos, sin embargo -y también para la audiencia en todo el mundo- que la Administración Trump ofreciera mayores detalles sobre por qué definió el cierre del consulado chino en Houston. Las reiteradas acusaciones planteadas por el Departamento de Justicia son, ciertamente, un ejemplo que serviría para ilustrar el formato en que la República Popular China lleva a cabo ese espionaje. Finalmente, esos actos quedarían expuestos ante el mundo.
Al ofrecer detalles adicionales en este apartado, la Administración americana reforzaría el mensaje ya compartido por el Departamento de Justicia, a saber, que el deleznable comportamiento de Pekín es lo que precipitó a la toma de estas decisiones.
Artículo original, en inglés
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Sobre Dean Cheng
Analista e Investigador en la Fundación Heritage (The Heritage Foundation), Washington, D.C., en temas políticos y de seguridad. Como experto en capacidades militares y espaciales de la República Popular China, Cheng se ha especializado también en el estudio de la política exterior y de Defensa chinas, en particular sobre la relación de Pekín con el resto de Asia y con los Estados Unidos de América.