INTERNACIONALES: AXEL KAISER

Chile: es una revolución

El 14 de julio de 1789, en París, luego de torturar, asesinar y decapitar a su custodio principal...

27 de Noviembre de 2019

 

El 14 de julio de 1789, en París, luego de torturar, asesinar y decapitar a su custodio principal, la turba se tomaba la Bastilla, mítica prisión y símbolo del poder real. Mientras ello ocurría, Luis XVI se encontraba de cacería en las tierras cercanas a Versalles. En su diario, el monarca apenas alcanzaría a escribir 'Nada' –aludiendo a que no había conseguido presa alguna–, cuando un desesperado mensajero irrumpió en la habitación exclamando: '¡Su majestad, han tomado la Bastilla!'. '¿Es una revuelta?', preguntó éste, con ingenuidad. 'No', replicó el mensajero, agregando: 'Es una revolución'.
 
Golpe de Estado en Chile, Socialismo, Grupo de PueblaLuis XVI jamás fue capaz de comprender lo que enfrentaba. Como a muchos otros, le parecía inconcebible la idea de que la monarquía pudiera estar en peligro. Esa negación de la realidad fue lo que terminó costándole la vida a la monarquía, a él, a su familia y a casi 160 mil personas, en conformidad con estimaciones presentadas por algunos historiadores.
 
Amén del colapso total del orden público, la revolución fue capturada por los extremistas jacobinos, quienes llevaron a cabo no sólo la demolición y refundación de todo el orden social y económico francés, sino el régimen del terror, cuyas primeras víctimas fueron los partidarios moderados de la revolución.
 
Finalmente, incluso los líderes jacobinos serían guillotinados, pues la Reacción de Termidor para frenar los excesos fue similarmente violenta. Tras años de violencia, cambios constitucionales y caos social y económico creado en nombre de la igualdad y la fraternidad, Francia terminó liderada por un dictador militar, Napoleón Bonaparte, único capaz de imponer orden a sangre y fuego.
 
Aunque obviamente existen galaxias de distancia entre ese episodio histórico y lo sucedido en Chile, no deja de ser interesante observar ciertos paralelismos, a efectos de entender mejor el proceso en curso. Desde el inicio, tuvimos un Presidente extraviado, quien, a la Luis XVI, celebraba un cumpleaños en un restaurante mientras Santiago ardía. Y hasta hoy, luego de haber entregado todo, parece no entender que lo que enfrentó no fue una simple revuelta, sino a un intento en pos de derrocarlo -ejercitado por la versión criolla de los jacobinos.
 
En segundo lugar, cual girondinos -esto es, la derecha chilena- se subieron, aunque a medias, a la causa refundacional, sin comprender que la puerta que abrió con la nueva Constitución no tiene vuelta atrás, ni que ellos mismos, probablemente, terminarán devorados por el desorden de un monstruo que no podrán controlar. Una razón es que, si la violencia logró imponer una refundación del orden institucional chileno, es razonable pensar que podrá inclinarlo en la dirección que grupos extremistas anhelan, especialmente si se tiene presente que Chile es un Estado fallido cuando de orden público se trata.
 
Una tercera similitud que podríamos analizar es la imposibilidad de los radicales de hoy de controlar el proceso de desborde que han justificado. Los mejores ejemplos los dieron el activista principal del asambleísmo jacobino, quien se ha quejado amargamente de la toma de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde trabaja, y la ex candidata presidencial del chavismo chileno, tratada de 'traidora' por facciones extremas que creía representar.
 
Por último, vale la pena destacar el entusiasmo que la burguesía y sectores acomodados mostraron en los primeros momentos de la revolución francesa, cuando se reformaba constitucionalmente la monarquía. En esos momentos todo parecía encontrarse bajo control, y las promesas originales de evolución y no de revolución asomaban como el único camino posible.

Qué equivocados estaban.


 
Publicado originalmente en Diario Financiero (Santiago de Chile)
Sobre Axel Kaiser

Director Ejecutivo de la Fundación Para el Progreso (Chile) y miembro de Young Voices (Berlín, Alemania). Publica regularmente sus trabajos en el sitio web en español de The Cato Institute.