Argentina: los gradualistas allanaron el camino para el retorno del kirchnerismo
En la Argentina, el Gobierno Nacional falló, en la comunicación de la herencia recibida...
En la Argentina, el Gobierno Nacional falló, en la comunicación de la herencia recibida, hasta en la idea de creer que se produciría una lluvia de inversiones por el solo hecho de que Mauricio Macri asumiera como presidente. El propio Federico Sturzenegger acaba de publicar un trabajo en el que no parece reconocer que la política monetaria estuvo errada desde un principio.
Por principio, el gobierno jamás le comunicó a la población la herencia que recibió del kirchnerismo. El nivel de gasto público; el déficit fiscal; el atraso cambiario; las tarifas de los servicios públicos artificialmente bajas que se impusieron durante la era K; etcétera, exigían la implementación de una serie de medidas que al público no agradarían, de modo tal que explicar lo que se recibía era crítico, a los efectos de abandonar el campo minado legado por el kirchnerismo.
Infortunadamente, el Gobierno se limitó a decir que la ciudadanía leyera el documento intitulado 'El Estado del Estado', en pocas palabras, un PDF que nada dice de importante, y prefirió seguir las recomendaciones de Jaime Durán Barba, al respecto de no comunicar la herencia.
Tiempo después, y ante la crisis que se desató por errores de política económica, la Administración Macri alimentó el argumento de que, si se hubiese relatado al detalle la herencia recibida, los inversores externos jamás le hubiesen prestado un centavo al gobierno, a criterio de financiar el gradualismo. Cualquier economista bien sabe que semejante argumento es ridículo, por cuanto en el concierto internacional, tanto empresarios y economistas conocían los alcances de la herencia compartida por el kirchnerismo.
Recurrir a semejante argumentación ofende la inteligencia de cualquier persona medianamente informada respecto de la situación económica a diciembre de 2015.
La realidad negativa superó las expectativas negativas
Los funcionarios del Presidente Mauricio Macri entendieron que, echando mano de optimismo y entusiasmo, recuerde el lector que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, declaraba públicamente que la crítica 'no tenía sentido', se iba para adelante y que, con alegría, llegarían las inversiones que permitirían hacer crecer la economía de forma que no sería necesario reducir el gasto público con la meta de morigerar el déficit fiscal. Solo a partir del mágico crecimiento de la economía, se recaudaría más, y la brecha fiscal se cerraría gracias a la mayor recaudación, por vía de crecimiento económico.
La realidad, sin embargo, es que el PBI se precipitó un 2,1% en 2016; creció 2,7% en 2017; volvió a disminuir en un 2,8% durante 2018 y, este año, solo Dios sabe cuánto terminará cayendo.
Es decir que, sobre cuatro años de gobierno, uno solo mostró crecimiento, y el que mostró crecimiento se explica a partir del financiamiento externo que permitió mantener artificialmente el nivel de actividad.
La política económica diseñada por los gradualistas se limitaba a financiar el déficit fiscal con deuda externa, razón por la cual se apresuraron a poner en orden el escenario irregular de la deuda que había dejado el kirchnerismo. Necesitaban financiamiento externo para cubrir el déficit fiscal hasta que, mágicamente, se evaporara el déficit. Ni siquiera se tomaron el trabajo de anunciar un plan económico y, por el contrario, todo fue bastante descoordinado, parcelándose el área de Economía en seis ministerios.
Forma de financiamiento al Tesoro y sus costos
La cuestión es que el Tesoro tomaba deuda externa con el objetivo de financiar déficit fiscal. Esa deuda que tomaban debía de ser transformada en pesos argentinos. En tal sentido, quedaban dos opciones -en la perspectiva del Gobierno-: 1) vender los dólares que en ese momento captaba Luis Caputo en el mercado, para hacerse de pesos; o 2) vendérselos al Banco Central de la República Argentina (BCRA), para recibir los pesos y pagar sueldos, jubilaciones, etc.
Si optaban por la alternativa 1), la mayor oferta de dólares en el mercado iba a hacer bajar el tipo de cambio, comprometiendo el frente externo -porque ello conduciría a la desestimulación artificial de las exportaciones, estimulándose, también artificialmente, las importaciones.
Si optaban -como finalmente lo hicieron- por la alternativa 2), el BCRA tenía que recibir los dólares, y emitir los pesos correspondientes para dárselos al Tesoro. Pero, en razón de que esa emisión iba a generar presiones inflacionarias, el BCRA empezó a colocar Lebac, a marcha forzada. A efectos de tener una idea del grado de endeudamiento interno, Cambiemos recibió un stock de Lebac del kirchnerismo de $300 millones y llegó a marzo del 2018, justo antes de la corrida cambiaria, con un stock de $1,3 billones. Multiplicaron por 4 el stock de Letras del Banco Central.
El diseño de financiamiento del gradualismo fue tan espantoso, que un sinnúmero de economistas lo advertimos en su momento, pero fuimos tildados de 'liberalotes' porque, si se aceleraba la baja del gasto público, 'Se incendiaban el país' (algo que parece estar ocurriendo, finalmente) y demás descalificaciones. Cualquier economista medianamente formado sabía que no cerraba ese gradualismo, el cual implicaba pagar dos veces intereses para financiarlo, en dos modalidades: a) al tomarse deuda externa y, b) al esterilizarse la expansión monetaria del BCRA vía Lebacs.
Argumentos débiles
No es cierto, entonces, que todo haya estallado porque subió la tasa de interés en los Estados Unidos de América, dado que ello derivó en la sequía. La suba de la tasa fue de solo 2 puntos porcentuales, y ningún país de la región colapsó por esa suba. Y la sequía influyó, pero no era como para herir de muerte a toda una política económica.
Cuando se recurre a este arbitraje de tasa a cambio de dólares, es bien sabido que, en el momento menos pensado (y tras la intervención de la causa menos sospechada), el programa fracasa. Y así sucedió.
Tras lo descripto hasta aquí, el tipo de cambio real también se atrasó, porque el BCRA generaba un arbitraje tasa versus dólar que hacía ingresar dólares de corto plazo para colocarse a las tasas que pagaban las Lebacs. Eso lograba que el tipo de cambio se mantuviera estable, pero sólo mientras la inflación se mantuviera en torno del 25% anual, de manera que si hubieran vendido los dólares de la deuda en el mercado interno, hubiesen atrasado igual el tipo de cambio, con la diferencia de que no hubieran acumulado el problema de las Lebacs.
Es más; el gobierno hoy no tendría por delante el drama de las Leliqs, las cuales, al momento de su lanzamiento, Leliq, que cuando las lanzaron dijerse afirmó que serían diferentes a las Lebacs, por que los nuevos instrumentos solo podían quedar en manos de bancos y no de particulares... como si los bancos no dependieran de los particulares para sostener el stock de Leliqs.
En síntesis, el Gobierno Nacional fracasó con el comentado gradualismo, en la propia comunicación, y en el diseño de toda la política económica -la cual jamás llegó a ser un plan para desarmar la herencia recibida, sino que se limitó a ser una colección de improvisaciones que contribuyeron a empeorar el escenario fiscal, porque lo que ahorrado de gasto público al elevarse y reducir subsidios económicos, ese ahorro se evaporaba en intereses de la deuda externa y del gasto cuasifiscal del BCRA.
Si el Gobierno del Presidente Mauricio Macri tiene un mínimo de esperanza de dar vuelta el resultado de las PASO, pues entonces debería empezar por reconocer los propios errores, anunciando algo bastante más audaz que este gradualismo, cuyos responsables allanaron el camino para caer, nuevamente, en brazos del kirchnerismo.
Si los gradualistas hubiesen querido hacerlo adrede para lograr el retorno de la Era K, es mi entender que no lo hubiesen hecho con tanta perfección, como terminaron haciéndolo finalmente.
Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, y profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina). Publica regularmente en el reconocido sitio web Economía Para Todos.