ECONOMIA INTERNACIONAL: ROBERTO CACHANOSKY

Argentina y el desacierto: pretender 'comprar' confianza, aumentando las tasas de interés

Al observarse la evolución de la tasa de interés de regulación monetaria que viene utilizando el Banco Central...

13 de Octubre de 2018
Al observarse la evolución de la tasa de interés de regulación monetaria que viene utilizando el Banco Central de la República Argentina (BCRA) desde que Cambiemos llegó al Gobierno, siempre estuvo en los dos dígitos. La tasa más baja que logró pagar fue el 24,75% a fines de 2016 y principios de 2017 durante unos 4 meses y, enseguida, debió subirla por encima del 26 anual.
 
Guido Sandleris, Banco Central, BCRALa pregunta es: ¿para qué busca el BCRA elevar la tasa de interés a niveles disparatados? ¿Cuál es el objetivo de esa medida? Uno puede entender -jamás justificar- que el BCRA manipule la tasa de interés para usarla como puente para alcanzar determinado objetivo, pero lo que no es entendible ni justificable es que se implemente una suba de la tasa de interés para contener el tipo de cambio, o pretendiendo sustituir la demanda de moneda con más tasa, ergo, confundiendo demanda de moneda con demanda de activos monetarios. Lo más desacertado es pretender "comprar" confianza subiendo la tasa.
 
La pregunta que uno se hace cuando ve la tasa de interés de las Letras de Liquidez (Leliq) en poco más del 73% anual es: ¿a quién le presta el BCRA los fondos que recibe pagando esa tasa para luego poder devolverlos? ¿Hay alguna actividad productiva que genere esa rentabilidad?
 
Recordemos que el BCRA toma dinero a esas tasas colocando sus bonos, pero no es un banco comercial que genera ingresos por su actividad, es decir, no tiene un negocio rentable que le permita pagar la tasa de interés que paga cuando coloca sus propios bonos.
 
 
La estrategia de Alan Greenspan
 
Por ejemplo, la Reserva Federal de los Estados Unidos de América regula la liquidez del mercado utilizando bonos del Tesoro. Precisamente, en su libro La Era de las Turbulencias, Alan Greenspan comienza relatando que, en oportunidad de un vuelo entre Zürich y Washington, D.C., se preguntaba cómo haría para regular la liquidez del mercado si el Tesoro rescataba la deuda pública con el superávit fiscal que tenía, conforme estaba previsto en los presupuestos durante parte de los gobiernos de Bill Clinton y George W. Bush.
 
El sueño terminó rápidamente porque, mientras Greenspan reflexionaba sobre aquéllo, fue llamado desde la cabina del comandante para avisarle que el World Trade Center de Nueva York había sido atacado por terroristas. Pero el dato de valor es que EE.UU. venía de contar con superávit fiscal, y parte del mismo iba a ser destinado a la cancelación total de la deuda pública.
 
A diferencia de la política regulatoria de la Reserva Federal, del Banco Central Europeo (BCE) o del Banco Central del Japón, el BCRA no cuenta con bonos del Tesoro para regular la liquidez del mercado. Utiliza bonos que emite el mismo BCRA y carece de recursos para abonar los intereses devengados, a contrario del aquel tesoro que dispone de la posibilidad de cobrar impuestos para pagar los intereses de la deuda, más allá de si el Tesoro se ve forzado a tomar deuda o no.
 
Por esta razón, los experimentos del BCRA siempre terminan mal con su endeudamiento, como sucedió con la cuenta de regulación monetaria en 1980, los depósitos indisponibles, los encajes remunerados y las letras telefónicas en 88/89, las Lebacs y, ahora, las Leliq.
 
Si el BCRA no cuenta con ingresos propios por su actividad, y su función primordial es preservar el valor de la moneda, la única manera de que dispone para generar una "ganancia" es haciendo exactamente la inversa de su función, que es preservar el valor de la moneda, aunque en la Carta Orgánica del BCRA que viene de la era kirchnerista figuran varios objetivos al mismo tiempo, como si acaso el BCRA pudiera hacer magia monetaria y pudiese promover el empleo y el desarrollo económico con equidad social. Vaya uno a saber qué significa equidad para quien redactó esa Carta Orgánica.


El riesgo de una segunda bola de nieve
 
Retomando el tema central, lo que preocupa es que el stock de Leliq que ya tiene colocado el BCRA en los bancos alcanza los AR $462.343 millones al momento de redactar esta nota, de acuerdo al último informe monetario diario del BCRA. Ese stock debería trepar los AR$ 803 mil millones hacia fin de año, si es que van a rescatar el remanente de AR$340 mil millones de Lebacs que quedan en el mercado y si se cumple con la meta de aumento cero de base monetaria. A una tasa del 73% anual, el costo anual de cambiar las Leliq por las Lebacs será de AR$ 586 mil millones anuales y en aumento, si es que se abonan los intereses devengados con más Leliq.
 
Si la base monetaria exhibe crecimiento cero, hacia fin de año, el stock de Leliq sería equivalente al total de los depósitos a plazo fijo en pesos del sector privado y al 67% de la oferta primaria de dinero.
 
Preocupa, igualmente, que los bancos compran Leliq contra depósitos de sus clientes. Si el inversor se presenta en ventanilla a retirar su plazo fijo, el BCRA tendrá que emitir para pagarle las Leliq a los depositantes, lo cual generará una llamarada inflacionaria, porque llegará un punto en que el inversor no querrá estar en pesos, cualquiera sea la tasa de interés que se ofrezca.
 
La solución a este lío en que se metieron con el gradualismo, que fue el que dio lugar al gigantesco stock de Lebacs que ahora se transforma en Leliq, es acompañar estas medidas, no solo con política monetaria, sino con un plan económico y un cambio de discurso categórico que generen un shock de confianza.
 
La suba de la tasa de interés no es sustituto de la confianza que genera un discurso pro cultura del trabajo y medidas para ir avanzando en la reforma del Estado, la reforma impositiva, laboral, etc.
 
Existen aquí dos riesgos que el Gobierno Nacional deberá evaluar. Uno, jugarse a cambiar el discurso económico dejando de ensalzar la cultura de la dádiva, y empezar a transmitir los valores de la cultura del trabajo, la competencia y la libertad de innovar, terminando con un Estado saqueador. ¿Es posible que deba hacer frente a reacciones en las calles? En efecto, es posible; sobre todo, podrían tener lugar protestas organizadas por quienes hoy se benefician de la cultura de la dádiva y del empleo público, pero recibiendo el apoyo de un amplio sector de la sociedad que aspira a tener un futuro de progreso.
 
El otro riesgo es que no se cambie el discurso y se continúe apostando a las Leliq y a la tasa de interés. Si no alcanza para llegar a octubre del año que viene, la situación económica generará tanto o más conflictividad social que cambiando el discurso.
 
Personalmente, evalúo que las chances de llegar jugueteando con la deuda y la tasa de interés son menores que la de un cambio de discurso y nuevo plan económico.
 
A mi entender, estas son las dos opciones que debería analizar el Presidente Mauricio Macri con vistas al futuro de la Argentina; e, incluso, tomando en consideración las próximas elecciones.


 
Sobre Roberto Cachanosky

Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, y profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina). Publica regularmente en el reconocido sitio web Economía Para Todos.