POLÍTICA ARGENTINA: PABLO PORTALUPPI

Argentina: coqueteando con la anomia

El gobierno de Mauricio Macri transita hoy el momento más difícil de su corta gestión.

08 de Marzo de 2017
El gobierno de Mauricio Macri transita hoy el momento más difícil de su corta gestión. Más allá de la triste y reiterada instantánea de violencia sindical al clausurarse el acto de la CGT del pasado martes 8 y de la cuestionada figura del gremialista docente Roberto Baradel, el oficialismo se muestra desorientado y -peor aún- exhibe algún atisbo de indolencia, mezclado todo ello con una dosis de ingenuidad.
 
Pero el problema trasciende a la Administración Cambiemos. La fotografía actual que comparte el país coincide con una alarmante falta de conducción en ciertos estamentos de la vida pública, más precisamente en el sindicalismo y en el Partido Justicialista, en sus diferentes variantes. Y, a la vez, una ya poco disimulada propensión de la ciudadanía a desconfiar de los tres Poderes del Estado. El Presidente Macri no puede relajarse ante este escenario. Toda vez que estas circunstancias, quienes suelen pagar los grandes costos son aquellos que ejercen las mayores responsabilidades. Y más aún en un ciclo de contracción económica.
 
Macri, Marcos PeñaPor caso, el escritor y periodista Jorge Fernández Díaz viene insistiendo en sus últimas columnas gráficas y radiales sobre el rol del peronismo en la vida pública nacional, tanto en la violencia de la década del setenta como en los años de democracia. La postura encarnada por los pejotistas no parece ingenua: emerge en momentos en que el oficialismo merodea su momento de más acentuada debilidad, y el temor a que la sociedad vuelva a mirar al justicialismo como alternativa de poder siempre se encuentra al acecho. Provisto que no pocos proclaman, asimismo, el 'suicidio' peronista tras el sórdido episodio de esta semana, cierto es que el movimiento creado por Perón siempre suele resurgir en el seno de una comunidad extrañamente permisiva con el PJ. La violencia en el palco cegetista remite, salvando las distancias, a la masacre de Ezeiza del 20 de junio de 1973, donde se enfrentaron a balazos las distintas facciones del partido, en ocasión del regreso definitivo del líder al país. Pese a la brutalidad registrada, tres meses después, el peronismo se impuso en las elecciones presidenciales con más del 60% de los votos. Aunque -detalle no menor que corresponde subrayar- fue el propio Juan Domingo Perón el candidato
 
Así es que Mauricio Macri y sus funcionarios nada tienen para celebrar: la crisis de conducción que envuelve tanto al sindicalismo ortodoxo como al pejotismo también se ha instalado a las puertas de Balcarce 50. Las marchas y contramarchas en sus decisiones (Correo, Avianca, 'protocolo antipiquetes') y los enfrentamientos recurrentes en el núcleo político de de la coalición gobernante (Elisa Carrió versus los jefes de los espías Arribas y Majdalani, María Eugenia Vidal contra el Ministro de Educación Esteban Bullrich, el titular de Diputados Emilio Monzó contra todos) exponen con inapelable contundencia un atendible problema de liderazgo, ya fuere debido a la ausencia de disciplina y las aspiraciones electorales de cada cual -de aquí a 2019-, o a cierto sentimiento culposo del Presidente. No sería inteligente hacer a un lado otra realidad, que Cambiemos parece ignorar: las sociedades necesitan ser conducidas. La ausencia de interlocutores válidos es la mejor compañera del pánico. Mauricio Macri confía demasiado en Marcos Peña. Para los analistas políticos, acaso haya llegado la hora de preguntarse si Peña es un Jefe de Gabinete idóneo, o si ese cargo exige capacidades y preparación que en mucho exceden al conocimiento del marketing y el regenteo de estratagemas en redes sociales. Y mucho más en este país. No sería coincidencia que, desde ciertas esquinas de Cambiemos, se multipliquen los coros de voces que reclaman el ingreso inmediato de Ernesto Sanz al Gabinete Nacional: el ex intendente de San Rafael le obsequiaría a la Administración un manejo político del que hoy carece. Más allá de Sanz, lo que no pocos cambiemitas han comenzado a demandar es una urgente oxigenación del 'mejor elenco de Ministros de los últimos cincuenta años'.
 
La noche del martes 8, algunos periodistas dieron cuenta del registro de cierta algarabía entre algunos integrantes del oficialismo, por la instantánea en tono sepia compartida por el acto de la CGT. Esta presunta alegría se muestra en compañía de comentarios en off previos a las protestas de los maestros y del sindicalismo, emitidos por funcionarios y por el propio Presidente, que La Nación publicara el próximo-pasado domingo. 'El kirchnerismo está desplegando una estrategia para desestabilizar. Se dieron cuenta que el país comenzó a recuperarse y están con miedo', habría dicho el Presidente en la intimidad. La primera porción de su evaluación podría no ser errada, pero no podría decirse lo propio del segundo apartado. De haber sido esa la frase exacta de Mauricio Macri, algunos podrían apuntar que la reflexión exhibe un carácter algo temerario y bastante simplista. Otras dos expresiones que se oyeron en cercanía del jefe de Estado -siempre de acuerdo a La Nación-: 'Sólo quieren poner palos en la rueda. Vamos a prender la luz y que la gente vea quién es quién' y, en relación al paro docente: 'Apostamos a que los maestros se subleven contra la conducción gremial por el descuento de los días no trabajados'. Un mix de miopía política y de preocupante ingenuidad parecen haberse adueñado de parte del circuito intimista presidencial.
 
Si habría que creer en ciertas encuestas y certificar que la imagen pública de Cristina Fernández de Kirchner no se redujo a la nada misma, a pesar de que los inabarcables actos de corruptela que tiñeron su gestión de gobierno, y si a ello se suma la promoción indiscriminada de datos económicos contradictorios (error clásico de los cambiemitas), entonces habrá de quedar expuesta la raíz del problema: la ausencia de una autoridad creíble, explicado ello en la remarcable falta de confianza. El gobierno de Macri habrá de deambular con algún criterio en este farragoso terreno, moviéndose con sabiduría y determinación, si de lo que se trata es de evitar la recurrencia en el error no forzado, conforme ya se ha visto demasiadas veces.

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.