ECONOMIA INTERNACIONAL: GUSTAVO LAZZARI

Argentina: la inflación, la carne, y los precios altos

La inflación es un proceso de degradación de la moneda local, producto de la emisión...

18 de Febrero de 2016
Inflación
 
La inflación es un proceso de degradación de la moneda local, producto de la emisión monetaria -ejecutada por el gobierno. Por lo general, dicha emisión se produce para financiar déficits fiscales. La madre de la emisión es el déficit, y la madre del déficit es el gasto. Por ende, la causa última y primigenia de la inflación es el excesivo gasto público.
 
La consecuencia de la inflación es la suba generalizada en todos los precios. En rigor, la suba de precios es la contracara de la pérdida de valor de la moneda.
 
Finalmente, al elevarse el conjunto de los precios, es razonable estimar que se asiste a un fenómeno de expansión de dinero que da lugar a esa suba. Todos los precios no pueden subir al mismo tiempo sin una inyección de dinero que financie tal suba. Si no existiera emisión, se incrementarían algunos precios pero, necesariamente, deberían reducirse otros.
 
Cristina Kirchner y Axel KicillofNuevamente, cuando sube el precio de un producto, existe explicación para ello. Al subir dos precios, habrá dos explicaciones pero, al incrementarse todos aquéllos, la única explicación está en la emisión de dinero que realiza el Banco Central.
 
El kirchnerismo provocó un desbalance fiscal que llevó al Banco Central de la República Argentina (BCRA) a emitir a razón del 35% de la base monetaria, durante cinco años seguidos. En esos años, la Argentina tuvo tasas de inflación que rondaron entre el 28% y el 33%.
 
Para no ver esa realidad, rompieron el termómetro. El INDEC hoy sólo es un edificio. Todas las series fueron adulteradas y su recomposición tardará años (nota aparte: la justicia deberá investigar y condenar a los responsables de la destrucción de un activo público, como es la información que miles de comercios y empresas ha suministrado obligatoriamente).
 
Los últimos meses de descalabro de Axel Kicillof heredaron una tasa de expansión monetaria del orden de 41% anual. Un disparate absoluto, y verdadera fábrica de inflación. La inflación kirchnerista se mostraba reprimida con controles, cepos, prohibiciones, amenazas, y demás mecanismos artificiales que insustentables en el tiempo. La Administración Macri está desactivando bombas y destapando ollas.
 
A mi gusto, el Presidente debería ser mucho más explícito con el desastre que encontró en todas y cada una de las oficinas y políticas del kirchnerismo. No blanquear la realidad puede resultarle caro al país. En la actualidad, el ritmo de expansión monetaria es del 25%. Es menos que los delirios de La Cámpora. Pero continúa siendo muy elevado, aunque inevitable -dado el esquema antiinflacionario elegido.
 
El macrismo eligió una política gradual de baja de la inflación. Prometió inflación de un dígito dentro de tres años. La apuesta es más que arriesgada. Sin racionalidad fiscal de shock, es casi imposible reducir el déficit en pocos meses.
 
Acaso en algún próximo trabajo, deberíamos preguntarnos -como sociedad- qué nos sucede, que somos demandantes seriales de gasto público, pero no soportamos las consecuencias de los dislates. Queremos que el Estado nos entretenga, pero no deseamos pagar por esa fiesta. Una sociedad con los 'patitos desordenados' difícilmente tenga un gobierno con prudencia fiscal y monetaria. En otras palabras: si te gusta la fiesta, bancate la inflación.


Precios altos
 
Una cosa es inflación y otra, los precios altos. Existen mercados en los que los precios se incrementan debido a cuestiones microeconómicas -una sequía, un problema de cierto suministro, un mercado cerrado. Generan situaciones donde la demanda es mucho mayor que la oferta y, en consecuencia, el precio es muy alto o sube de golpe.
 
La suba de dicho precio es la señal que precisan los oferentes para que aumenten la producción y vayan en busca de esa ganancia. Rápidamente, si el mercado está abierto, se logra el equilibrio. Los precios tienden a su nivel normal. Esto sucede todos los días en todos los países del mundo sin inflación. Y la economía ajusta rápidamente. Esto es lo que está sucediendo con la carne vacuna.
 
En su delirio, el kirchnerismo prohibió la exportación, redujo los planteles, persiguió al sector, lo llenó de impuestos, le destruyó los caminos rurales, cerró los frigoríficos, rompió la logística, cerró los mercados; de tal suerte que la Argentina hoy tiene la misma cantidad de vacas que hace cincuenta o cuarenta años, aunque con el doble de población. El kirchnerismo llevó adelante una política ganadera al estilo cubano. Hoy, luego de sesenta años de castrismo, los cubanos no conocen la carne.
 
La devaluación de diciembre 2015 y la apertura de las exportaciones abren un nuevo escenario. La Argentina podrá recuperar en algunos años el tercer lugar en las exportaciones mundiales de carne vacuna. Hace diez años, el país exportaba 750 mil toneladas, y era tercero en el mundo. Hoy, no se llega a las 200 mil toneladas. Se han perdido decenas de mercados, y la Argentina ocupa el puesto número 14 en aquel ránking.
 
Para exportar, es preciso aumentar y engordar los stocks ganaderos. Eso requiere tiempo de retención; por ello, la oferta se reduce y los precios se incrementan. Una vez que se recomience la exportación, comenzarán a remitirse al exterior los cortes traseros (lomo, cuadril, peceto) y quedarán para el mercado local los preciados asados (cortes delanteros que no se exportan). Sin dudas, los precios del asado bajarán, conforme el ganado seguirá produciendo por igual cuartos traseros y delanteros. Algo que el kirchnerismo jamás supo comprender.
 
Hasta llegar a ese punto -que, con mucha fortuna, se daría hacia fines de 2016 o bien 2017-, habrá que sustituir los cortes caros de carne vacuna por carne de cerdo, pollo y pescado. Quienes están disgustados por esta sustitución casi forzada deberán pedir explicaciones a Guillermo Moreno, Axel Kicillof, Costa, Néstor y Cristina.
 
La reconstrucción de la carne vacuna como cadena de valor y el desarrollo de las carnes alternativas son procesos inexorables. La destrucción que generó el kirchnerismo necesariamente será reparada.
 
Junto a los principales mercados que se perdieron, se contabilizan entre 15 mil y 25 mil puestos de trabajo menos. Cerraron cientos de frigoríficos en todo el país, alterando no sólo fortunas personales sino desarrollo de ciudades enteras. Durante los doce años de kirchnerismo, se produjo una potentísima transnacionalización de la actividad. Hoy, los pocos frigoríficos exportadores de carne vacuna son de capitales brasileños.


'Camine, camine'
 
En este contexto, la Secretaría de Comercio lanzó un programa de información de precios para mitigar los efectos de la inflación. La Resolución 12 /2016 de dicha secretaría instrumenta el SEPA (Sistema Electrónico de Publicidad de Precios Argentinos), por el cual se informará vía web y apps los precios de mil artículos en los diferentes comercios.
 
El programa anunciado por la Secretaría de Comercio no es un control de precios ni un sistema de precios máximos, sino un programa para 'poner a disposición las bases de datos con que cuenta el Estado'. Al menos, así lo definió Miguel Braun, titular de la cartera. Nuevamente, ¿qué sucede con la ciudadanía, dado que actividades propias de las entidades intermedias privadas son llevadas a cabo por el Estado? Tras los doce años de tribulaciones estatistas, pareciera ser que los consumidores le pidieron al estado que 'camine' en lugar de ellos; en su propia defensa.
 
Los mecanismos de información de precios desde los años ochenta eran llevados a cabo por entidades de consumidores (Popularizándose a través de Lita de Lazzari). Se trataba de entidades privadas que trataban de defender a los consumidores brindando más opciones. Los datos de los precios y los comercios así como las ofertas que se divulgaban eran conseguidos por cientos de voluntarias en todo el país que caminaban. La expresión 'camine, camine' refiere a un mecanismo de defensa.
 
Conceptualmente, no es lo mismo buscar información de precios desde el sector privado, que hacerla desde el sector público. Cuando los particulares se defienden caminando y buscando precios, es como si pusieran un escudo ante los piedrazos de la inflación. Cuando se hace desde el sector público, es como si quien tira las piedras recomiende el uso de un escudo y una curita.


Conclusión
 
El Estado debe procurar equilibrio y racionalidad fiscal, a los efectos de que la inflación llegue a cero puntos porcentuales, durante décadas. Así sucede en la mayoría de las naciones civilizadas del mundo. Lo habitual no es la inflación, sino la estabilidad. Son los agentes del sector privado (entidades de consumidores) quienes deben vigilar precios, recomendar ofertas, 'caminar', y buscar mejores opciones, si de lo que se trata es de paliar los estropicios que hace la inflación.
 
Por último, deberíamos plantearnos como sociedad qué Estado queremos. Pues pedir beneficios y asignarle funciones al Estado siempre es mucho más fácil que financiarlos. Pero, a la larga, las fiestas hay que pagarlas. Y eso duele.

 
Sobre Gustavo Lázzari

El autor es economista en la Fundación Libertad y Progreso (Argentina). Publica regularmente sus trabajos en la web de la fundación y en el sitio web en español del Instituto Cato.