INTERNACIONALES: ALEX CHAFUEN

Tras setenta años, el peronismo aún reina en la Argentina

Argentina es un país que, dado su potencial, debería brillar conforme lo indica su nombre: la 'Nación de Plata'.

24 de Octubre de 2015

Argentina es un país que, dado su potencial, debería brillar conforme lo indica su nombre: la 'Nación de Plata'. Sin embargo, y conforme lo probarán las elecciones de este domingo, este país aún se muestra atrapado en la ciénaga de una cultura política corrupta: el peronismo.

De acuerdo a las encuestas más recientes, un aproximado del 60% de los votos en la primera vuelta de la elección presidencial irá a los dos candidatos alineados con el Partido Justicialista, fundado por el General Juan Domingo Perón (1895-1974). Alrededor del 30% de los votos se orientará hacia Cambiemos, coalición que, en los Estados Unidos de América, sería considerada como de centro, con un leve giro hacia la izquierda en lo que hace a valores sociales, y hacia la derecha en economía. Su líder, Mauricio Macri -quien ha gobernado la Ciudad de Buenos Aires- rindió tributo recientemente a la memoria de Perón, al asistir a la inauguración de una estatua en su honor.

La historia nos retrotrae al periodista extranjero que entrevistara al entonces presidente Perón, en oportunidad de la cima de su primera 'dictadura democrática' (1946-1955). El primero preguntó a Perón que describiera la escena política argentina. Haciendo uso de su afable y convincente tono, el mandatario replicó: 'Cerca del cuarenta por ciento son conservadores; luego, tenemos a los radicales, que son casi un treinta por ciento, un partido de centro fundado en 1890; también tenemos a los socialistas, igualmente moderados, y que representan alrededor de un diez por ciento; tenemos a algunos demócrata-cristianos y algunos liberales...'. El periodista, entonces, interrumpió: 'Perdóneme, Señor Presidente; pero, ¿no se olvida Usted de los peronistas?'. '¿Peronistas? ¡Todos son peronistas!', citó el presidente, de buena gana.

 

El palacio de gobierno de la Casa Rosada (la Casa Blanca de la Argentina). ¿Quién ocupará este edificio en 2016? (Crédito: Lalo Yasky/Getty Images for Autism Speaks)

Subsisten algunas versiones disímiles sobre este relato, pero todos coinciden a la hora de describir la misma, triste realidad, que continúa reinando el día de hoy, setenta años más tarde. Algunos de los caracteres distintivos de la cultura peronista -un sistema económico de tercera vía, el culto al líder, la retórica de la 'justicia social', y el costumbrismo de buscar enemigos externos para culparlos de las problemáticas domésticas -continúan coloreando la escena política de la Argentina.

El peronismo se ha mostrado en capacidad de dominar la política argentina porque se basa más en intereses y sentimientos que en una ideología estricta. Dependiendo de las circunstancias, la ideología puede acomodarse más hacia la extrema derecha o hacia la extrema izquierda. Algunas de sus figuras han incluso coqueteado con visiones de libremercado. Considérese a los dos candidatos que encabezan las preferencias, figuras políticas de la 'saliente' Administración de Cristina Kirchner. Daniel Scioli, ex vicepresidente y actual Gobernador de la provincia de Buenos Aires -que encabeza las encuestas de opinión- fue embajador de facto de la Administración de Carlos Saúl Menem (1989-1999), en ocasión de encuentros con conservadores estadounidenses cercanos al libremercado. Menem fue el peronista que llevó a cabo numerosas privatizaciones, pasando por el correo hasta la petrolera nacional -y muchos de estos procesos se fundaron en el amiguismo. En aquella instancia, su gobierno era elogiado en circuitos capitalistas neoliberales. Scioli asistió a convenciones del Partido Republicano en los Estados Unidos y a muchos otros cónclaves con líderes de políticas de libertad económica. A pesar de ser el candidato predilecto de Cristina Kirchner, no es el aliado en quien ella más confía.

Sergio Massa se ubica tercero en las encuestas, con casi el 20% de la intención de voto. En su juventud, fue miembro de la UCEDé -partido de libremercado fundado por Alvaro Alsogaray, prominente figura argentina de la Sociedad Mont Pelerin, grupo liberal clásico de la élite libertaria. Tiempo más tarde, Massa se unió a los peronistas y ocupó posiciones de importancia en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. El actual vicepresidente argentino, Amado Boudou, también fue miembro de la UCEDé y obtuvo su master en la Universidad del CEMA, casa de estudios alineada con la escuela económica de Chicago. Otra figura de calibre en la Administración Kirchner, Jorge Capitanich -hoy Gobernador de la provincia del Chaco-, se graduó en ESEADE, universidad fundada por otro miembro de la Sociedad Mont Pelerin, vinculada al plano de la escuela austríaca. Capitanich incluso ofició un corto período con fiduciario de ESEADE.

Para los amantes de la libre empresa, la Argentina es un caso frustrante. Milton Friedman, quien supo mostrarse en extremo abierto a trasladarse a varios países para ofrecer consejo, jamás visitó el país. En una oportunidad, oficié de intermediario para Fundación Libertad, buscando atraer su atención y, así, lograr que visitara la Argentina -ofreciendo una suma sustanciosa. Friedman había visitado Chile, México y el Perú, casi de manera gratuita. Pero, en esta ocasión, se rehusó. Me dijo: 'la Argentina exhibe una gran cantidad de economistas talentosos; conozco a muchos de ellos graduados con honores de la Universidad de Chicago. También tiene Usted a los austríacos, y a no pocos miembros de la Sociedad Mont Pelerin. Si los argentinos no hacen lo correcto, ello se debe a que no desean hacer lo correcto'. La Argentina también es una de las naciones del mundo con el más alto número per capita de think tanks orientados al libremercado.

Alcalde de la Ciudad de Buenos Aires y candidato presidencial del partido 'Cambiemos', Mauricio Macri (en el centro) ofrece un discurso en compañía de la candidata a vicepresidente Gabriela Michetti (derecha) y la vicealcaldesa y candidata a gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal (Crédito: JUAN MABROMATA/AFP/Getty Images)


Al arrodillarse ante los altares peronistas, Mauricio Macri incrementó el dolor de aquellos que aún extrañan aquella República Argentina que se acercó a la gloria, al abrazarse a los principios y las prácticas de las sociedades libres. Macri encabeza la coalición Cambiemos (para los estadounidenses, Let’s Change), que incluye a algunos partidos tradicionales y menos cercanos al populismo. Estos tienden a ser más respetuosos de las instituciones, y a la rendición de cuentas. Si acaso se las arreglaran para hacerse del diez por ciento de los votos del ganador en la elección de este domingo, Cambiemos tendrá una oportunidad de vencer en una segunda vuelta. Si éste fuera el caso, entonces podríamos esperar un cambio en la dirección que tome el país.

Pocas cosas son más importantes para la economía argentina que eliminar los controles al tipo de cambio y los múltiples tipos existentes, que han fogoneado una inmensa corruptela y creado perniciosos cuellos de botella. Al haber provisto de moneda extranjera subvaluada a sus aliados, la Administración Kirchner contó con una herramienta sencilla para comprar votos y enriquecer a sus amigos. Agustín Etchebarne, del think tank Libertad y Progreso, cree que, bajo un gobierno de Macri, es probable que tenga lugar una reducción o bien una eliminación de numerosos subsidios a la energía, al transporte y a otros servicios controlados por el gobierno. 'Esto comportará dos efectos: precios más elevados afectará a los salarios, llevando a una retracción del consumo. Por otro lado, precios más realistas beneficiarán a las provincias generadoras de energía, generándose un clima económico más creíble y transparente. Será más fácil para la Argentina recuperar algo de credibilidad ante los acreedores que quedan, y alcanzar un acuerdo con el Club de París'.

Con el boom de commodities llegado a término y sus socios comerciales creciendo muy lentamente o en proceso de estancamiento, la Argentina precisará acceso al crédito. Salvador Di Stéfano, consultor en economía antiguamente vinculado al think tank Fundacion Libertad, especula que, si Scioli triúnfa, uno de sus aliados, el economista Mario Blejer -ex presidente del banco central argentino- probablemente sea designado como embajador en el Reino Unido. Blejer intentará liderar el esfuerzo del país para obtener préstamos en Londres, buscando salvar la jurisdicción de los tribunales estadounidenses (que fallaron que la Argentina debía acordar con sus acreedores norteamericanos). Di Stéfano también espera por un 'blanqueo' que perdonde el pago de impuestos a dinero no declarado que los tenedores pudieran repatriar, y se espera que éste plan capte entre US$ 15 y US$ 30 mil millones. Esta suerte de avenida oficial para el lavado de dinero podría proporcionar un empuje perentorio, y ser útil para compensar otros ajustes.

Pasando a terrenos alejados de la economía, pocos esperan mayores cambios. Conforme grupos iraníes han sido acusados de cometer actos terroristas en la Argentina, algunos, como ser Joseph Humire (Center for a Secure Free Society) han estado rastreando esa influencia. Humire no espera gran cosa: 'Irán se ha entrometido en el sistema judicial y de inteligencia argentino. Han estado allí por treinta años. El nuevo gobierno argentino debería hacer una limpieza de su propio hogar, pero esto podría traer más problemas de lo que la política podría aceptar. El argentino de a pie no parece preocuparse demasiado por Irán, aún cuando ellos ya han atacado al país en tres oportunidades. Esto es un problema'.

El peor escenrio para la Argentina es que una victoria de Scioli amplíe la continuidad de políticas públicas probadamente fallidas, y que dirijan al país hacia un socialismo al estilo venezolano. No es imposible; los votantes argentinos exhiben un extendido registro en materia de elecciones incorrectas.

Revertir siete décadas de una cultura dominante de carácter populista-intervencionista no es cosa de una elección; por lo general, toma varias generaciones. Nadie abriga esperanzas de que la Argentina lleve a cabo un cambio radical para mejor pero, este domingo, al menos hay una oportunidad.


Artículo original en inglés, en http://www.forbes.com/sites/alejandrochafuen/2015/10/22/argentinean-2015-presidential-election-uncertain-change-or-peronist-continuity/ | Traducido con permiso del autor y de Forbes Magazine (Estados Unidos)

 

Sobre Alex Chafuen

Miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Publica regularmente en Forbes Magazine (EE.UU.).