INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS

La caída de Ramadi invita a preguntarse sobre la estrategia de Obama contra ISIS

La toma de la ciudad iraquí de Ramadi por parte del Estado Islámico (o ISIS)...

21 de May de 2015

La toma de la ciudad iraquí de Ramadi por parte del Estado Islámico (o ISIS) el pasado domingo representó un retroceso de importancia para el gobierno de Irak y para la Administración del presidente estadounidense Barack Obama.

Aún cuando funcionarios de Estados Unidos minimizaron la importancia de la derrota, al decir que Ramadi no era 'estratégica' en un sentido militar, lo cierto es que la urbe es un símbolo político de calibre, porque es la capital de la provincia de Anbar -provincia occidental predominantemente árabe sunita-, y porque había oficiado de fortaleza para el Estado Islámico y para sus organizaciones predecesoras (ISIS y al-Qaeda en Irak).

El retroceso con formato de pánico emprendido por la policía iraquí y por fuerzas de seguridad de la propia Ramadi subrayan las recurrentes debilidades el ejército de Irak y de sus cuerpos de policía. Asimismo, multiplica las preguntas en relación a la viabilidad de la estrategia desarrollada por la Administración Obama a la hora de derrotar al Estado Islámico en Irak.

El hecho de que el gobierno de Bagdad ahora esté considerando movilizar milicias shiítas hacia Ramadi sugiere que el gobierno central iraquí aún carece de apoyo de parte de los árabes sunitas del país para derrotar al EI, que es un movimiento revolucionario sunita. Lo cual incrementa los problemas para los planes iraquíes y estadounidenses para derrotar al Estado Islámico.

Aquellos planes incluían la construcción de una coalición inclusiva de gobierno en Bagdad, que uniría a la mayoría shiíta del país con las minorías kurdas y sunitas -las cuales hubiesen contribuído con combatientes y milicianos para asistir al ejército iraquí (dominado por shiítas).

A comienzos del mes en curso, los primeros mil reclutas sunitas se unieron a una milicia tribal sunita pro-gubernamental, que se espera alcance los 6 mil miembros. Pero la provisión de armamento a las milicias sunitas en la provincia de Anbar ha sido demorada por la oposición encarnada por líderes políticos shiítas -éstos dudan de la lealtad de un sinnúmero de iraquíes sunitas, en lo que representa una atmósfera sectaria y polarizada.

La caída de Ramadi incluso ha debilitado al primer ministro iraquí Haider al-Abadi, quien se convirtiera en el líder más importante del país el año pasado, tras cosechar amplio respaldo de Estados Unidos.

Abadi, líder político shiíta que prometió conducir un gobierno más inclusivo, llegó a un acuerdo para compartir ingresos petroleros con los kurdos iraquíes, y pujó por armar a tribus sunitas para que combatiesen al Estado Islámico. Pero los planes de Abadi para dotar de armamento a milicianos sunitas sufrieron un retroceso, en la figura de líders shiítas rivales respaldados por Irán (Teherán favorece el empleo descarnado de milicianos shiítas entrenados en territorio iraní).

Ahora, las milicias preferidas de Irán se están rearmando, en preparación para retomar Ramadi. Es probable que la presencia de este elemento exacerbe aún más las tensiones sectarias que el Estado Islámico ha explotado, a criterio de ganar apoyo de parte de los sunitas (temerosos ante la eventualidad de un dominio shiíta).

Una victoria militar para las milicias proxy de la República Islámica de Irán en Ramadi remitiría a una derrota política para los Estados Unidos, y para el primer ministro de Irak, Abadi. Y tal victoria podría gatillar una réplica sunita, que envalentonaría al Estado Islámico -prolongando, antes que acortar, la guerra civil iraquí.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/05/19/fall-of-ramadi-raises-questions-about-obamas-strategy-to-defeat-isis-in-iraq/

 

Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.