ECONOMIA Y NEGOCIOS: ADRIAN RAVIER

Qué haría, si fuera Ministro de Economía

Desde hace algunos años, ofrezco en un blog y en la prensa mis reflexiones acerca de la política económica que los gobiernos vienen ofreciendo.

23 de Julio de 2014
Desde hace algunos años, ofrezco en un blog y en la prensa mis reflexiones acerca de la política económica que los gobiernos vienen ofreciendo. En general, he sido crítico de cada política económica aplicada, y descreo que esto pueda cambiar en el futuro.

Frecuentemente, mis interlocutores me cuestionan qué haría yo si fuera el responsable de decidir la política económica de un país, pero la respuesta no es simple. Me tomo aquí este espacio para reflexionar sobre este problema.

En primer lugar, me presentaría ante los medios para aclarar que no soy un salvador, y exclamaría con humildad que la economía no puede depender de un solo hombre que lo planifique todo. En lugar de un ingeniero, el Ministro de Economía debiera pretender ser un jardinero, creando el contexto adecuado para que la economía se desarrolle.

En segundo lugar, aclararía a la opinión pública que la economía somos todos los que participamos en ella, y que ésta sólo se desarrolla o deja de desarrollarse a partir del trabajo, el comercio y la generación de riqueza que cada individuo pueda crear.

En tercer lugar, indicaré que es por ello que 'las instituciones importan' porque son éstas 'reglas de juego' las que ofrecen incentivos o des-incentivos para el trabajo, al comercio y a la generación de riqueza.

En cuarto lugar, explicaré que la razón por la que Argentina no cuenta aún con una industria genuina, pujante y sólida, no la encontraremos en la falta de “protección” por parte de la política económica aplicada por los sucesivos gobiernos durante décadas, sino por la falta de “instituciones” que generen los incentivos adecuados para que los individuos puedan crearla. Una industria que cuenta con aquellas características no podrá “crearse” en una década bajo políticas de crédito blando, protecciones arancelarias y subsidios. Más bien, deberá favorecerse la libertad individual, la economía de mercado, la propiedad privada y limitarse al gobierno sólo a ofrecer el contexto adecuado para su desarrollo.

A partir de esto, mi rol en el gobierno no podrá ser otro que eliminar los obstáculos para que las fuerzas creativas de cada persona puedan desarrollarse. Deberé con un equipo económico bien formado, convencido y transparente, identificar todas aquellas normas que benefician a unos a expensas de otros, y sugeriré al gobierno y al Congreso derogarlas.

Será fundamental que este equipo de trabajo tome consciencia de los peligros que la tarea implica, porque cada norma a derogar representa un beneficio para ciertas personas que inmediatamente intentarán detener el proceso, con lobby, con corrupción e incluso con amenazas y fuerza.

Pienso que nadie debiera asumir la función de Ministro de Economía si no está dispuesto a enfrentar los poderes políticos y económicos formados durante décadas bajo el manto del gobierno.

¿Qué quedaría del marco jurídico actual si eliminásemos toda norma que implique un obstáculo para las fuerzas creativas de los argentinos y de los extranjeros que quieran trabajar en suelo argentino, como de hecho manda nuestra Constitución Nacional? La respuesta puede encontrarse tras cuatro años de intenso trabajo. Desde luego, la tarea implica una interrelación con los otros Ministros y el Presidente del Banco Central de la República Argentina. El Ministerio de Trabajo, por ejemplo, debería buscar flexibilidad laboral para que las empresas puedan adaptarse al dinamismo del nuevo mundo globalizado y los desafíos que este presenta. El Banco Central deberá buscar principalmente la estabilidad monetaria, y olvidarse por completo del pleno empleo, objetivo que “mi” ministerio y el de Trabajo debieran resolver independientemente de la política monetaria.

Aún bajo el éxito de este modelo, está claro que resurgirán al tiempo los peligros por volver a recrear el marco jurídico actual, sujeto a prebendas y favoritismo político, pero su vigilancia deberá surgir de los argentinos y de la democracia.

Es por esta razón que hemos sugerido -junto a Nicolás Cachanoskydolarización flexible y banca libre para la Argentina, puesto que pensamos que sólo de esta forma evitaremos nuevos abusos y excesos sobre el impuesto inflacionario.
 
Aquí agrego que tras cumplir con todo lo dicho, y junto con mi renuncia, pediría al gobierno y al Congreso cerrar las puertas del Ministerio de Economía o de Producción, puesto que no existen buenas razones para justificar su existencia.
 
Sobre Adrián Ravier

Es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Publica periódicamente en el sitio web en español del think tank The Cato Institute y medios nacionales.