SOCIEDAD: PUBLICADO POR EL DR. HORACIO JAUNARENA EN LA NACION

Las Fuerzas Armadas Argentinas, en bancarrota

El Dr. Horacio Jaunarena fue ministro de Defensa durante la Administración Alfonsín. Su conocimiento con respecto a la situación global de las Fuerzas Armadas es destacable, a la vez que siempre se ha esforzado por defender a las instituciones castrenses y al rol que les cabe en democracia. El escrito que el autor remitiera al matutino La Nación explora los aspectos más profundos de la pauperización a que la Administración Kirchner está sometiendo a los militares en la Argentina. Bien vale la pena leerlo. El título es más que elocuente : "No hay peor sordera que la soberbia".

21 de Julio de 2010
El 18 de octubre de 2006, el Instituto para la Seguridad en Democracia (Send), del cual soy director, dio a conocer sendas notas de idéntico tenor dirigidas a la presidenta de la Comisión de Defensa de la Honorable Cámara de Senadores, licenciada María C. Perceval, y al presidente de la Comisión de Defensa de la Honorable Cámara de Diputados, doctor Jorge Villaverde, con el objeto de exponerles algunas inquietudes sobre aspectos principales de la política de defensa, entendida como una cuestión de Estado, que no debe estar subordinada a intereses partidistas o sectoriales. Ocupándonos de nuestro ejército, decíamos en aquellas notas: "El jefe del Estado Mayor, teniente general Bendini, acaba de precisar, el domingo 7 de octubre, que su fuerza tiene actualmente 24.500 oficiales y suboficiales para cubrir un despliegue heredado de la conscripción obligatoria, que requería alrededor de 100.000 conscriptos, cuando actualmente cuenta con 18.000 soldados voluntarios". "De mantenerse la actual tendencia -continuaba nuestra nota-, dentro de pocos años más tendremos unidades con una proporción inviable de muchos cuadros y pocos soldados. También durante los últimos años, debido a los pedidos de baja, en buena medida fruto de la reactivación económica y de los mayores sueldos del sector privado, numerosas unidades se encuentran en un nivel crítico de efectivos". En materia de equipamiento, puntualizábamos que la antigüedad promedio del material militar se aproxima a los treinta años. Como consecuencia de la situación esquemáticamente esbozada, advertíamos que la capacidad operacional concreta del Ejército no superaría el treinta por ciento de la prevista para sus estructuras formales, por las limitaciones de equipo, vestuario, vehículos, munición y personal para completar las organizaciones. Con respecto a la Armada, manifestábamos: "El plan de equipamiento naval votado por el Congreso en 1974 y cumplido -al vaivén de nuestra economía y de nuestra política, pero cumplido al fin- a lo largo de casi tres décadas ha permitido que nuestro país tuviera una de las armadas más modernas de América latina, aunque no de las más poderosas. Ahora, las limitaciones presupuestarias están condicionando fuertemente su operatividad, afectan el mantenimiento e impiden su actualización tecnológica". Refiriéndonos a la Fuerza Aérea, señalábamos: "Padece el deterioro del material y la reducción de las horas de vuelo de adiestramiento de sus pilotos hasta un nivel que, sin exagerar, puede calificarse de peligroso". "De los aviones de combate diseñados como tales hace más de tres décadas -añadíamos- en septiembre de este año (nos referíamos a 2006) se encontraban en servicio diez sobre una dotación total de sesenta y uno. Es decir, el 16,4 por ciento. Si se agregan los Pucará y los Pampa, máquinas de entrenamiento avanzado, aptas para la guerra de baja intensidad, el promedio de aparatos en servicio era algo mejor, con lo que subía la proporción al 19,4 por ciento del total. El estado de los aviones de transporte era peor, pues con una dotación de 31 aviones, sólo cuatro estaban en servicio, es decir, el trece por ciento." En cuanto a las remuneraciones del personal militar y de las fuerzas de seguridad, decíamos: "La diversidad de los montos establecidos en las decisiones judiciales, en el caso de los retirados, y la compleja combinación de suplementos para el personal en actividad han introducido un germen de anarquización, afectando el principio de igual remuneración por igual tarea y criterios de equidad". Finalizábamos nuestras notas señalándoles a los legisladores: "Estos son los temas que con espíritu constructivo y discreción queremos abordar y ampliar en el diálogo que proponemos. También nos permitimos insistir en la oportunidad de considerar posibles decisiones adecuadas previas al tratamiento parlamentario del presupuesto nacional 2007". Lamentablemente, no fuimos escuchados. Es evidente que esa especie de autismo soberbio en el que están sumergidos los responsables del Poder Ejecutivo y las autoridades del Congreso no deja espacios para la búsqueda de consensos racionales que deberían ser las bases para la consolidación de un sistema democrático. Debe señalarse que las leyes de defensa, de seguridad interior y de reestructuración de las Fuerzas Armadas, vigentes e invocadas reiteradamente por el actual gobierno, son fruto de ejemplares consensos democráticos. Como era previsible, la situación se ha agravado: las once brigadas de nuestro Ejército sufren mayor insuficiencia de personal y de equipamiento, con el previsible deterioro por el transcurso del tiempo. Las naves de nuestra armada navegan cada vez menos y con equipamientos que no se renuevan, y, por una sensación de vergüenza, no consigno cuántos aviones con equipamiento completo tiene nuestra aviación naval. El estado de los aviones de nuestra fuerza aérea no ha mejorado, y sus pilotos vuelan menos del mínimo de horas que los parámetros internacionales indican para estar con un nivel de adiestramiento adecuado. Los medios de comunicación se ocupan de las cuestiones que aquí abordamos genéricamente, cuando se produce un accidente, como la muerte del joven piloto de 28 años en Tandil o el incendio del rompehielos Irizar, que, de haber ocurrido pocos días antes, hubiera sido una catástrofe, porque no había barcos cercanos en las heladas aguas del Atlántico Sur. Es responsabilidad del Gobierno construir contextos, mediante el equipamiento y el adiestramiento adecuados, que disminuyan al mínimo la probabilidad de esos accidentes. No lo está haciendo. Con las remuneraciones, por medio de la invención de nuevos suplementos, se ha generado tal caos, que existen situaciones en las que oficiales de menor graduación ganan más que sus superiores. A eso se suma que la multiplicidad de suplementos ha anarquizado el sistema de liquidación de haberes, dejando un margen importante a la arbitrariedad. El personal retirado, que tanto en las Fuerzas Armadas como en las de seguridad cobra algo menos de la mitad de lo que perciben los cuadros en servicio activo, inicia nuevos juicios, que ganarán con el tiempo, lo que generará una deuda que deberá afrontarse en el futuro. Quien no entienda que por este camino se conspira contra la disciplina que debe imperar en las Fuerzas Armadas no tiene la menor idea de la importancia que tiene este fundamental principio para ellas. Los dolorosos acontecimientos de los últimos días nos muestran que la crisis ha llegado a extremos peligrosos. O se la asume y, con actitud democrática, se reconoce la situación y se retoma la búsqueda de soluciones a través del diálogo y de la formulación de políticas de consenso, o se persiste en este camino, que conduce indefectiblemente a contar con Fuerzas Armadas ornamentales, que sirven para cualquier cosa, pero no para construir un sistema de defensa que esté a la altura de las necesidades de nuestra patria. En la búsqueda de la consolidación de los procesos democráticos y de integración económica de la región, se pueden introducir desequilibrios por exceso o por defecto. Con respecto a Brasil y a Chile, por mencionar solamente a nuestros dos mayores vecinos, en materia de defensa hemos comenzado a producir desequilibrios por defecto.
Por el Dr. Horacio Jaunarena para La Nación