ECONOMIA & NEGOCIOS: PRODUCTOS DEL TERCER MUNDO, PARA CONSUMIDORES DEL TERCER MUNDO

Esa mentira llamada General Motors Argentina

Se conoció el anuncio desde GM de Argentina que habla una inversión de US$ 150 millones en los próximos años, con el objetivo de desarrollar un nuevo vehículo mediano en el país. Pero pocos son capaces de ver lo obvio : la General Motors local nada tiene que ver con la GM de Detroit, y en nuestro país abandonado de Dios solo pueden conseguirse los exageradamente valuados modelos brasileños, de paupérrima calidad y que tampoco tienen nada de americanos.

21 de Julio de 2010
Que el Mercosur es una construcción abstracta pensada y desarrollada para estafar a los consumidores argentinos no es novedad. El problema es que muy poca gente invierte unos pocos minutos en reflexionar acerca del tema. Lo advirtió uno de los únicos presidentes argentinos serios y nacionalistas del siglo XX, Arturo Frondizi, y en su momento, se lo hizo saber a Raúl Alfonsín en sus propias narices : "El Mercosur es un error; nos convertirá en una provincia económica del Brasil". Hoy, nadie puede ya dudarlo : el Mercosur no ha hecho otra cosa que contribuír al desmantelamiento absoluto de la verdadera industria argentina, orgullo del país desde la década de 1950 hasta mediados de los ochenta. Raúl Alfonsín le propinó un durísimo puntapié a la industria local durante su desgobierno, y Carlos Saúl Menem remató la faena, pegando el tiro de gracia. En los últimos años del menemismo, los productos importados de Asia hacían furor, pero, paralelamente, un tenebroso sistema iba acorralando el castigado estilo de consumo de los argentinos. En la actualidad, la gran mayoría de los productos de supermercados y tiendas de electrodomésticos son de origen brasileño. No importa que se hable de pilas, baterías o monitores LCD o de cristal líquido; en todos estos productos viene etiquetada la mala noticia, bajo la sentencia "Made in Brazil" o, lo que suena aún peor, "Produto Brasileiro". Hemos cambiado pilas Energizer y Duracell de origen estadounidense por sus hermanas bizarras y mal hechas provenientes de sectores industriales brasileños. Monitores y computadoras personales ya ni siquiera vienen de Malasia y China -hoy, países sinónimo de productos de alta calidad-. Todo es ya "brasileiro". Pero no existe peor ejemplo que el de la industria automotriz para referir al peor momento de las manufacturas argentinas. Hemos cambiado los Ford Taunus, los Torino, los Chevy, los Chrysler y pick ups Ford por "Chevrolet" Astra, "Chevrolet" Corsa, y "Chevrolet S10". Hemos seleccionado a General Motors Argentina como el ejemplo ideal para graficar la triste situación actual, pues no existe mejor ejemplarización para la estafa y la burla insana y gratuita para con el consumidor. Baste decir que la abstracción denominada GM de Argentina no es otra cosa que una copia mal hecha de una original defectuosa. Pues General Motors y sus subsidiarias en América del Sur nada tienen que ver con la casa matriz originada en Detroit allá por 1908. Mucho menos relación tienen los modelos de vehículos de una y otra región entre sí. Y la joven generación de argentinos que gusta de correr "picadas callejeras" no tiene la mínima idea, pero los Corsa, los Astra y los Vectra no tienen nada de Chevrolet ni de estadounidense : estos vehículos son íntegramente originarios de la Opel alemana, solo que aquí se les pega la marca Chevrolet. Los argentinos se han visto forzados a modificar sus gustos, que en los años setenta tenían más que ver con el uso de vehículos de mayor tamaño y de mayor durabilidad. Los Alfonsín, los Menem y ahora los Kirchner solo refrendan la estafa de un Mercosur que está moldeado con el único objetivo de que los industriales mediocres de San Pablo y los aún peores industriales argentinos intercambien sus productos; productos de pésima calidad que, en definitiva, nadie quiere. Dicho de una manera más clara : Mercosur es una arbitrariedad corrupta y prebendaria, pergeñada desde los más encumbrados sectores del poder argentino y brasileño. El problema es que la ecuación ha favorecido siempre al vecino, y al consumidor local nadie jamás lo ha consultado acerca de los posibles beneficios -que, por otro lado, jamás ha visto-. Es así como el fallecido ex presidente Frondizi vuelve a tener la razón, en cada oportunidad que las noticias de inversiones llegan a la primera plana de los diarios nacionales. La noticia de la inversión por venir de General Motors de Argentina, que alcanzaría los US$ 150 millones y que se realizará para desarrollar un nuevo modelo de vehículo liviano en el país, no es más que digna de carcajada. Con bombos y platillos lo anunció "El Gran Diario Argentino". Pero lo que jamás dirá el medio es que el 80% de la producción de ese vehículo irá a parar al mercado brasileño, que sí tiene el poder adquisitivo para comprar autos. Pero debe entenderse que la culpabilidad de General Motors no reside solamente en intentar vender como estadounidense aquello que no lo es. El problema de GM de Argentina es la permanente falta de repuestos -muchos de ellos, sin importancia- y la avidez con que los propietarios de los pésimos vehículos de la marca acuden a la calle Warnes para aprovisionarse de repuestos manchados con sangre. El presupuesto para repuestos y autopartes de la risible filial local de General Motors era, hace pocos años, de $100 mil pesos mensuales, y esta cifra no es broma. Surge de los datos que la misma empresa manejaba desde sus oficinas en Avenida Madero de esta Capital. Luego, GM de Argentina incorporó la distribución y servicios de la japonesa Suzuki, y desde ese entonces el problema con los repuestos también pasó a convertirse en la pesadilla de quienes manejan un Grand Vitara, Suzuki Fun, Swift y otros modelos. Y aquí va el dato que permite comprender la manera en que Detroit ve a los consumidores argentinos : mientras que las autopartes para vehículos Chevrolet aquí solo pueden conseguirse a pedido y a precios exorbitantes, en Brasil cualquier agencia de GM tiene stocks en grandes cantidades. ¿Cómo se comprende un desfase semejante? Todo lo cual hace de la situación algo peor : tanto para Detroit como para GM do Brasil, los consumidores argentinos no son otra cosa que compradores de baratijas que demasiado se parecen a los nativos del Africa subsahariana. ¿Exagera nuestro artículo? No nos crea : investíguelo por su cuenta. Pero en El Ojo Digital aún queda algún resabio de objetividad : debe informarse que el precio exorbitante de la totalidad de los vehículos cero kilómetro que se venden en la Argentina está inflado en un 40% aproximadamente, dado que esa es la proporción que el Estado carga al fabricante, en promedio, por unidad vendida. ¡Es entonces cuando descubrimos que nuestro propio gobierno nos trata como consumidores sin cerebro! Esta afirmación -nos referimos a la estadística- será corroborada por cualquier dignatario de ADEFA -la Asociación de Fabricantes de Automóviles-. El lector del presente artículo de El Ojo Digital bien puede llevar adelante un sencillo experimento. Este consiste simplemente en visitar la página principal de General Motors de Estados Unidos -entiéndase bien : la original de Detroit- en http://www.gm.com/ y revisar, uno por uno, los modelos que se venden allí. ¿Acaso los argentinos no nos merecemos manejar un Buick, un Pontiac, un Hummer, un Cadillac o un Chevrolet de la especie original? Observando los modelos estadounidenses, la conclusión es más que sencilla : si acaso esos modelos estuvieran disponibles en la Argentina, nadie compraría nunca más los armatostes brasileños de horripilante gusto y diseño que se expenden aquí. Los propietarios de estos vehículos los abandonarían en la calle y con las llaves puestas; esto ni dudarlo. Y como siempre, ni hablar de comparar los precios en uno y otro país. El famoso Chevrolet Corvette -lo único de la especie original que se vende aquí- cuesta, en la Argentina, US$ 132 mil. En los Estados Unidos de América, el mismo vehículo comienza a cotizarse en US$ 45 mil. Y recordemos que el sueldo promedio en la Argentina es de US$ 300, mientras que en el gran país del norte que tanto odian quienes critican al ALCA, los salarios mínimos rondan los US$ 2 mil mensuales. Ahora bien, en lo que respecta a la cuestión de los precios, la conclusión lógica es que los argentinos adquirimos productos basura a precio de oro. Finalmente, no pocos consumidores se preguntan hoy por qué hay que mantener el lastre de una industria automotriz que está tan atrasada con respecto a sus similares de todo el mundo occidental. Sería en todo más sencillo copiar el modelo chileno y abrir absolutamente la importación de vehículos hechos en Asia y Estados Unidos. Porque ni siquiera es necesario comparar la situación de la Argentina con la de las grandes naciones de Europa o Norteamérica : en Chile, los modelos Toyota y Nissan, por tomar solo un par de ejemplos, cuestan al menos la mitad de lo que salen aquí. La conclusión es obvia : los sucesivos gobiernos corruptos de la Argentina han optado por subsidiar la buena vida de los ineficientes y prebendarios empresarios automotrices locales, a la vez que se han complotado para destruir el deseo de los sufridos consumidores. El tan mentado "compre argentino" no es otra cosa que una campaña siniestra para ayudar a perpetuar los intereses empresarios de siempre, que no conocen la competencia, son expertos en especulación financiera y que hoy día ya han elegido vender los pocos activos que quedaban, con la única meta de pasar a todo lujo el final de sus días. Para rematar, un humilde consejo para Mi Querido Presidente -o futura Presidenta- : programe una rebaja importante en los impuestos de las automotrices y permita la importación de vehículos. Incentive la competencia, pero en serio. Y, más importante, no olvide a los consumidores.
El Ojo Digital Economía y Negocios