INTERNACIONALES: POR EL PROFESOR PEDRO GODOY PERRIN (CHILE)

Ollanta Humala: patriotería y revisionismo histórico

La rehabilitación del mariscal Andrés Santa Cruz -esbozada recientemente por el presidente peruano Ollanta Humala Tasso en La Paz, Bolivia- es sorprendente. Ello incluye el elogio a la Confederación Perú-Boliviana que edifica aquel estadista paceño.

27 de Junio de 2011

El experimento (1832-1835) -que tuvo simpatizantes en Santiago y en Quito- es destruído no sólo por la oligarquía chilena, sino también por los adversarios internos. Los generales Salaverry, Gamarra y Castilla, de Perú, así como otros militares bolivianos tales como Ballivián, Velasco y Gamio son fragmentadores y, por ende, sus tenaces opositores.
 
El proyecto crucista se inspira en San Martín y Bolívar, de cuyos Estados Mayores el mariscal de Zepita es integrante. En Chile, se difunde hasta hoy la teoría del imperialismo incaico que podría derivar de la consolidación del eje La Paz-Lima. Asimismo, se insiste en rasgos personales negativos de Santa Cruz como, por ejemplo, “perfidia” y “doblez” para justificar la agresión que culmina en Yungay con el derrumbe de la Confederación. Incluso -en los textos escolares- aparece el retrato del personaje ya anciano, y nunca con la estampa que corresponde a la época en que integra a las dos repúblicas.
 
Don Juan Manuel de Rosas impulsa un frustrada guerra “contra el Cholo Santa Cruz”. Allí está germinal un dato racista. Como sabemos, fracasa en el esfuerzo bélico que, en cierto modo, se hallaba coludido con Santiago. En Chile, nace ya entonces la xenofobia contra los bolivianos. Con la Guerra del Pacífico (1879-1883), aquella se intensifica. Innegablemente, hoy se encuentra incorporado al ADN del pueblo chileno. En Bolivia, la oposición a Santa Cruz se nutre de antiperuanismo. Los centrifugadores propalan que el ensayo confederal favorece al Perú en perjuicio de Bolivia. Lo propio se manifiesta -pero a la inversa- en Perú. Allí, más que eso, existe un factor racista que involucra desprecio a lo serrano... Los Incas son aplaudidos, pero se aborrece a "los indios".
 
Tal fobia es cosa viva en las élites blancas de la Costa, en particular, de Lima. Allí, se ve a Santa Cruz como un invasor, un conquistador, un napoleón de pacotilla, un "macedón" aymará. Para esos “caballeros de fina estampa”, aquello que bajaba del macizo andino era la muchedumbre indígena y, como blancos, repudian hallarse bajo la tutela de un mundo que imaginan semibárbaro. Ellos se oponen a la Confederación “bala en boca”. Como son derrotados, acuden al auxilio externo. Vicente Rocafuerte les cierra las puertas de Ecuador. Entonces, terminan acudiendo a Chile. Allí, encuentran gobernando a otra élite blanca y se confabulan.
 
Nace así el Ejército Restaurador, encabezado primero por Manuel Blanco Encalada y luego por Manuel Bulnes. En los Estados Mayores de una y otra expedición se encuentran los militares y los civiles que abominan del crucismo y que anhelan la secesión que han bautizado como Independencia. En la medida que la Segunda Expedición registra éxito -hasta obtener una victoria contundente en Pan de Azúcar- brotan, como hongos después de un aguacero, incluso en Bolivia, los desmembradores. Por cierto, todos -luego del derrumbe confederal- brindarán honores a jefes, oficiales y tropas de Chile. Se genera así una ingenua chilenofilia en Perú y Bolivia.
 
No sólo chilenofilia sino que, en el Perú, se vigoriza la fobia en perjuicio de los bolivianos, que se registra en el ADN del Perú actual. Restará -hasta hoy- simpatía a la Confederación. Tal actitud se profundiza, cuarenta años después, con la guerra del guano y del salitre. Los peruanos se perciben abandonados por sus aliados. La presunta traición habría facilitado el arrollador triunfo de las tropas chilenas. Tanto en la historiografía peruana como en el imaginario colectivo, se apunta el prejuicio del chileno como "ladrón" y del boliviano como "desleal". No nos extrañemos: cada oligarquía amamanta a sus gobernados –pobres e ignorantes- de odio, desdén o resentimiento respecto a los pueblos vecinos. La fragmentación se legitima con esa siembra prolija de patriotería denominada -a la francesa- "chauvinismo".
 
Quienes hemos estudiado el patrioterismo (que es epidemia en toda nuestra América) y que lo señalamos en la esfera psicocultural como una barrera para que cuaje la reintegración, quedamos impactados por las declaraciones del presidente elector peruano Ollanta Humala Tasso en La Paz. Equivalen a las opiniones favorables al Paraguay de Francisco Solano López en la Guerra de la Triple Alianza, y formuladas -entre otros varios- por Juan Bautista Alberdi en el siglo XIX, y ya en el XX por Jorge Abelardo Ramos. Es la fuerza revolucionaria del revisionismo histórico que surge por diversos conductos. Las opiniones del próximo mandatario peruano exaltando a Andrés Santa Cruz y alabando a la Confederación Perú-Boliviana constituyen, per se, un aporte tan innovador como manifestar que bolivianos y peruanos se esbozan en una misma nacionalidad.


* El autor es sociólogo e historiador. Reside actualmente en Chile.

Por el Profesor Pedro Godoy Perrín, Sociólogo e Historiador chileno