INTERNACIONALES: POR JORGE AZAR GOMEZ, EX REPRESENTANTE URUGUAYO ANTE NACIONES UNIDAS

Carta abierta al Presidente de la República Oriental del Uruguay, José Mujica

Señor Presidente, con mucho asombro, escuché y ley sus declaraciones del día viernes 26 de noviembre, en las cuales criticó con dureza a la oposición...

06 de Diciembre de 2010
Señor Presidente, Con gran asombro, escuché sus declaraciones del día viernes 26 de noviembre, en las cuales criticó con dureza a la oposición, los sindicatos, los "neoliberales" y a los "independientes", ubicando Ud. con estos conceptos a las relaciones entre el gobierno y la oposición en su peor momento. Desconozco su estrategia pero, por lo que veo, me permito decir que le está resultando mal. Ud., Señor Presidente, en su audición, habla el presidente de la FM privada M24. Elevando el tono, atacó a varios actores de la sociedad y resaltó que "contra viento y marea" el gobierno no se moverá. Por otro lado, observo que Ud. se enoja cuando los otros se enfurecen. ¿Es que acaso existen enojos oficiales y enojos opositores? Con voz sensiblemente alterada, Ud. acusa y se queja de que: "Se enojan, iracundos; peligra la democracia, gritan por un lado y por otro. Contradictoriamente, nos piden garrote firme contra todos los reclamos”. Ud. intenta profetizar al acusar, con aquello de que "En el fondo, parecería que adoran que llegara la crisis; parece que su novia eterna es el deseo de la existencia de la crisis, la llaman a grito pelado". Pero no, Señor Presidente. Nadie adora ni se enamora de la crisis. Lo que se intenta es espantarla y lo que el pueblo desea es algo muy sencillo: vivir tan dignamente como lo hacen Ud. y su élite gubernamental. Ud., Presidente, se despachó contra la oposición blanca y colorada y agravió gratuitamente. Pero también le pidió a los uruguayos que tengan memoria y les dio palo para que tengan y se entretengan, declamando: "Ya nos están pidiendo resultado constante y sonante, y buena parte de los que nos lo piden son los que ayer gobernaron y dejaron el país en las condiciones en que -si los uruguayos tuvieran memoria- le tendrían que recordar y comparar". Señor Presidente: esté seguro de que tenemos memoria y ya vamos no solo a comparar, sino también a recordar viejas épocas con nostalgia. Luego de lanzar dardos contra sus ex amigos -los sindicalistas comunistas- y luego contra los “neoliberales”, sentenció Ud. que: "No vamos a ser un pachecato de izquierda". Aquí, le voy a hacer caso. Y recurriré a la memoria y a ciertos conceptos que Ud. precisa urgentemente actualizar: Señor Presidente, el “pachecato” (imagino que se refiere al período en que el Sr. Jorge Pacheco Areco administró el gobierno y el poder) no es ni de izquierda ni de derecha. El ”pachecato”, Sr. Mujica, fue un estilo de gobierno, que en su momento elogió el Gral. Seregni y que quizá Ud. debería adoptar ahora. Como le decía, Señor presidente, el “pachecato” no fue ni es una ideología. Tampoco fue una filosofía (por eso nunca pudo heredarse), sino que fue un estilo de gobierno mediante el cual un hombre (el Presidente) le trasmitía a su pueblo que él administraba el gobierno y el poder, y así avanzó en su período: el sólo junto a su pueblo. Durante el “pachecato”, existía un presidente que hizo suyo el poder y que no lo diluyó entre los comunistas, ni los sindicatos, ni en las bases. Quizás Ud., Señor Presidente, no lo recuerde bien, dado que ustedes se movían por fuera de la Constitución y las leyes. En la época del “pachecato”, todo se gestaba dentro de la Constitución Nacional, pese a que sus asociados y Ud. aumentaban sus acciones con el propósito de que Pacheco diera un golpe de estado, para así justificar el accionar sedicioso que iniciaron en los años sesenta. Pero la formación de Pacheco era la Constitución y -muy a pesar de ustedes- llevó adelante elecciones libres y democráticas, entregando el poder legítimo ganador. Y todo esto, lo hizo sin negociar los secuestros y las extorsiones con ustedes, los terroristas. La doctrina de hoy, año 2010, del mundo entero, de no negociar con terroristas, fue la que impulsó Pacheco durante su mandato antes de los años setenta. Con respeto, le solicito que si Ud. y sus compañeros -que tanto investigaron a Pacheco- encuentran un solo acto de ilegalidad y corrupción, lo hagan público; a los corruptos, Pacheco los apartó y a la Constitución la respetó. Hoy, Señor Presidente, con su nostálgica anarquía, el pueblo no sabe dónde se encuentra el poder y quién lo administra. La sociedad percibe que los comunistas (que tienen más influencia que votos) y los sindicatos sólo le dejaron a Ud. la administración y mantenimiento de la “Torre Ejecutiva” (sede del Poder Ejecutivo) y la Banda Presidencial como un romántico recuerdo de su paso por la Presidencia. Pienso que Ud., Señor Presidente, no se encontraba en sus cabales en el momento que sostuvo que son "oligarcas" quienes compran automóviles cero kilómetro y realizaron compras en los shopping el pasado sábado 13 de noviembre, cuando hubo descuentos especiales y colapsó el sistema de pagos de algunas tarjetas de crédito y que "la oligarquía de este país está comprando 130 y pico de autos por día; en algunas instancias, estos días, esa propia oligarquía ha reventado la capacidad de venta de los supermercados". Señor Presidente, ¡Qué término tan nostálgico es “oligarcas”! Pero, igualmente, le sugiero buscar debajo de su almohada a muchos oligarcas poseedores de uno de esos 130 autos diarios, pues muchos pertenecen a la exclusiva élite de “oligarcas gubernamentales frenteamplistas”. A ellos se les ve felices los fines de semana en paseos familiares disfrutando del cero kilómetro y de los encantos y las playas de Punta del Este. También me dio gran alegría ver a esos “oligarcas gubernamentales frenteamplistas” pasear por los centros comerciales y supermercados, cargados de bolsas llenas de diversos productos pagos con sus flamantes tarjetas doradas y platinum. Quizás por vergüenza, Señor Presidente, Ud. se olvidó de mencionar a sus “oligarcas gubernamentales frenteamplistas” de este gobierno y de los anteriores -tanto nacionales como municipales-, que compraron y están hoy adquiriendo propiedades en Montevideo, Punta del Este y otros balnearios. Esas nuevas propiedades están siendo decoradas por ellos con los recuerdos de los múltiples viajes que ahora hacen al exterior. Y le digo algo más, Señor Presidente: he conocido a muchos de sus "oligarcas" a través de las paginas sociales de las revistas “Paula" y "Galería", donde sus rostros aparecen con tal glamour en las fotos. Realmente, me asombra la manera en que empuñan el vaso de whisky, mejor aún de lo que empuñaban la pistola 9 mm... Estas actitudes de su oligarquía partidaria no observa mayor coherencia con aquella aspiración suya que rezaba: "Al final, la clase media de este país, tan importante, debe comprender que, para vivir en tranquilidad, necesitamos justicia y equidad; que se comprenda que, en una República, nadie es más que nadie". Usted declama: "Que no tenemos derecho a pechar a nadie ni a imponer a nadie; pero lo tienen que entender los poderosos y los no poderosos”. Aquí discrepo respetuosamente con Ud., Señor Presidente, pues debe Usted concretar una seria y profunda reforma del Estado (previo diagnóstico de la situación de tal Estado). Ahí sí que va a tener que meter pechera, pues una reforma es como una revolución: no se argumenta, se hace. Y así como Ud. y sus compañeros no consultaron al pueblo ni argumentaron su revolución, allá por los sesenta, pese a que -para concretarla- tuvieron que violar la Constitución y las Leyes (matar, secuestrar y robar -perdón: expropiar-), hoy tiene en sus manos el arma más poderosa que pudo tener en los años sesenta y en los setenta: hoy, tiene en sus manos la sabia Constitución Nacional y las leyes que lo amparan. Pues entonces, proceda: meta "pechera" y sáquese de encima a los que están conspirando contra el bienestar del pueblo. Ya lleva diez meses de gobierno y el pueblo sólo ve su tradicional perorata pero no ve realidades. Mire que el tiempo pasa rápido. La gente piensa; la gente sufre. La gente señala; la gente castiga. Señor Presidente: perdone que me extendí demasiado en esta carta. Ocurre que, revisando su pasado y estudiando su presente, me apasiona imaginarme su futuro. Para finalizar, y a los efectos de que su futuro sea mejor que el que imaginamos, quisiera compartirle una cita del conocido profesor norteamericano Lovejoy, quien ha dicho y cito: “El que cree en la indispensabilidad de la libertad, asi sea académica o política, no está con eso atado a la conclusión de que es su deber facilitar su destrucción, colocando a sus enemigos en posiciones estratégicas de poder, prestigio e influencia”. Tal vez, esto le sirva para reflexionar quién es quién en cada cargo de su entorno. Lovejoy no se detiene allí, y continúa, diciendo: "La concepción de la libertad no es aquella que implica la legitimidad e inevitabilidad de su propio suicidio. Es, por el contrario, una concepción tal cual que define los limites de su propia aplicabilidad; lo que implica es que hay una clase de libertad -la cual es inadmisible-: la libertad de destruir la libertad.” Finaliza el autor, expresando: "El defensor de la libertad de pensamiento y la palabra no está sujeto moralmente a entrar en la lucha con ambas manos atadas a su espalda.Y aquellos que negarían esta libertad a otros -si pudieran- no tienen morales o bases lógicas para reclamar el disfrutar de la libertad que ellos niegan”. Considero que la cita del profesor Lovejoy puede hacerlo reflexionar. Tal vez pueda Ud., en algún momento, desatarse las manos y apartar de su entorno a quienes no saben proteger la libertad. Señor Presidente: si leyó Ud. la carta, pues muchas gracias por su tiempo. Si así no lo ha hecho, gracias por permitirme tener la libertad de expresar mis sentimientos. Le saluda atentamente, Jorge Azar Gómez, Ex Representante de la República Oriental del Uruguay ante Naciones Unidas e-Mail: azarjorge @ hotmail.com
Por Jorge Azar Gómez, ex representante de la República Oriental del Uruguay ante Naciones Unidas