SOCIEDAD: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

2010, el último año de El Ojo Digital

Ya transcurrieron seis años desde 2004, año de lanzamiento de nuestro humilde espacio en Internet. En este lapso, este medio se caracterizó por su trabajo desinteresado y a pulmón, y ha cumplido con objetivos pequeños mas no menores. Pero el círculo comienza a cerrarse.

21 de Julio de 2010
Nació El Ojo Digital en las postrimerías del año 2003, de una reunión de mentes creativas en un bar de barrio. Espacios olvidados en donde muchas veces ideas nobles comienzan a ver luz. Lo que surgió de una conversación entre amigos deseosos de cambiar aquello que estaba mal, se transformaría -a la larga- en una responsabilidad social. Nuestra web creció hasta convertirse en un punto de referencia para jugadores importantes del quehacer político y social. A ellos se le sumarían luego incontables trabajadores del periodismo tradicional que nunca dejan de remitirnos su invalorable apoyo. De los diez lectores diarios se llegó a los casi dos mil únicos por jornada de la actualidad. Cifra que continúa siendo baja en el criterio de cantidad que impone "el mercado", pero elevada cuando el concepto de la calidad se impone, a fin de cuentas. Siempre, en alguna parte, en cualquier rincón, Usted se encontrará con un lector de El Ojo. En parte, ese fue uno de nuestros objetivos cuando lanzamos este proyecto. Refresca y reconforta escuchar las palabras o los discursos de funcionarios o renombrados hombres de la política y los medios que -aunque no lo reconozcan en público- se han hecho eco de frases o columnas que oportunamente publicara nuestro espacio. En los incontables correos de apoyo que hemos recibido de colegas, dirigentes y personas reconocidas en los más variados ámbitos es que hemos sabido ver que nuestra meta ha sido alcanzada con holgura. Rebuscando y escudriñando entre lo mejor de cada ideología y los más disímiles puntos de vista, hemos percibido que existe un ideario común en una mayoría de argentinos: todos ellos desean fervientemente hacer de este país un sitio mejor para vivir y que no queda ya espacio para el conflicto, del que solamente salen beneficiados los mismos oscuros titiriteros de siempre. En cualquier caso, el objetivo primordial de El Ojo Digital nunca fue convertirse en un sitio tradicional de consulta sobre hechos, situaciones y noticias. Pues, para ello, ya existen grandes vehículos que saben suplir correctamente esa necesidad. El proyecto se asentó sobre la base de nuclear a cada vez más lectores y ciudadanos preocupados para que se animaran a expresar su pensamiento en forma libre. Muchos han acusado recibo de esta sutil propuesta y hoy son columnistas de El Ojo. Otros espacios web underground los han acogido, a partir de esa singular popularidad, lograda gracias a estas páginas. Y seguramente así seguirá siendo. Sin embargo, quienes hemos dedicado parte sustancial de nuestra cotidianeidad a este portal, sentimos que el círculo comienza a cerrarse. En esta instancia, no es necesario darle vueltas al asunto con teorías conspirativas o deducciones de índole relacionada. Aquellos que hemos invertido todas esas horas en la confección de este espacio, comenzamos a percibir que la aventura se acerca a su final. Se vuelve en extremo difícil administrar y organizar un espacio de expresión que, por más humilde que sea, requiere de tiempo y dedicación. En especial si el esfuerzo es -como ha sido- "a pulmón", sin apoyo monetario alguno. Al final del día, cada cual sabe mejor que nadie que lo que importa, hablando mal y pronto, es "llegar a fin de mes". Quienes construímos El Ojo Digital no podemos pretender apropiarnos de esta necesidad, pues la mayoría de los argentinos la conoce de cabo a rabo. Con todo, el lector no debe presuponer que este sitio es de unos pocos. Pertenece a todos: los que nos han leído y nos leen, y los que han colaborado y continúan colaborando con suculento material y un empuje sin igual. Es en esta porción de nuestra fugaz historia como medio que se comprende mejor que nunca aquella máxima que reza que "el todo es más que la suma de las partes". El Ojo Digital nunca hubiera existido si nadie hubiera repasado sus virtuales páginas con pasión. Tampoco hubiera visto luz si nadie hubiera creído que era momento de poner "manos a la obra", escribiendo y publicando. Nuestro espacio digital continuará funcionando como siempre, al menos hasta fin de año, y con el material de siempre. También verá renovado su espíritu con nuevos artículos y revelaciones más crudas -todo ello fiel al estilo que nos ha caracterizado-. En la reciente reunión que aglutinó a los creadores de El Ojo Digital, estos concluyeron que, en efecto, es posible crear consciencia desde la comunión entre unas cuantas terminales de computación, y que esto que se ha dado en llamar el Internet funciona perfectamente a la hora de constituir un espacio para permitir opinar a aquellos que, o bien son silenciados, o bien su posición no les permite expresarse con absoluta libertad. Lejos de perseguir un objetivo revolucionario ni mucho menos, aquellos que nos unimos para desarrollar y alimentar este espacio que se ha dado en llamar "El Ojo Digital" podemos ahora decir que 2010 será "el año en que hicimos contacto". Como nota final, nuestro portal desea agradecerle a todas aquellas personas que no dejan de hacernos llegar sus adhesiones y que lo han hecho en el pasado. A los remitentes del primer hasta el último correo electrónico -muchos de los cuales no hemos podido contestar-, les retribuímos con un enorme GRACIAS. Y vaya también nuestro saludo cordial y fraternal agradecimiento a quienes, por la siempre útil e imprescindible vía de la crítica y del constructivo disenso, nos ayudaron a deshacer algunos pasos para observar todo aquello que podía mejorarse. El Ojo Digital comunicará informalmente pero con la debida anticipación, el momento de la clausura de su espacio. Instancia luego de la cual el material que ha sabido publicarse y recopilarse continuará en línea para consulta. Lic. Matías Ruiz, Editor de El Ojo Digital. E-mail: elojodigital.com (arroba) gmail.com.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital