La democracia, el único camino

La única manera que el poder que sigue un camino de tendencia despótico sea anulado es que funcionen en totalidad las Instituciones de la República, para ello es necesario que se manifieste en manera equilibrada tanto los tres poderes, como la sociedad misma. La sociedad, que en definitiva es el pueblo, debe velar para que ello sea así, por tanto, de esa concordia se pare la democracia y que, para que merezca de esta forma ser llamada y vivida; ese poder del pueblo debe de establecer los límites a aquellas tres fuerzas para que no se invadan entre sí, no se abroquelen, ni se unan en tercería contra la otra, mucho menos se adopten medidas tendenciosas, interesadas y/o de ilegalidad manifiesta contra un determinado sector, cualesquiera sean sus orígenes olvidando que el mismo es también integrante de ese pueblo en su conjunto. De lo contrario, se estaría abandonando a su suerte la paz social, con un pronóstico incierto para la Nación. Cuando como es este caso, y teniendo en cuenta el texto real del proyecto del Poder Ejecutivo Nacional sobre las retenciones desmedidas, al producto granario para quienes son sus productores, no se puede dejar pasar por alto una marcada tendencia de un autoritarismo despótico inocultable de por sí, que deja absortos a los más crédulos y crispa a los que conociendo el paño no esperaban otras actitudes. Pretendiendo de esta manera llevar al ridículo público (del cual no se retorna) a los integrantes de Congreso Nacional, teniendo en cuenta que: Todo Poder Legislativo que aceptare respaldar, avalar u otorgar aquellos poderes que le son propios, (en este caso al P.E.N.) está dando a luz un déspota, que no dudará un segundo y en el país que fuere en asfixiar la libertad del pueblo y aún a sus propios mentores. De esta forma, los déspotas obtienen la autoridad absoluta no limitada por las leyes. Hacen del uso y abuso de su superioridad del poder y la fuerza en el trato con los demás, valiéndose de metodologías populistas, obtenidas mediante mendicidad y concesiones desmedidas, lo que no saben es que estos, son ineludiblemente los factores por lo que caen, víctimas de su propia medicina. El despotismo, una vez lanzado, se retroalimenta por el miedo, elude la fortaleza de carácter (virtudes) dado que le son innecesarias, y el honor le resulta un enemigo poderoso. Este tipo de gobierno tiene sus fundamentos no sólo en la fuerza del Estado, al que en definitiva desprecia pero usa, o quien le resulta un complemento circunstancial (Jefe/a). Por el contrario, se afirma en la debilidad moral de sus seguidores, ya sea por su mendicidad o intereses materiales que se acoquinan por estar acostumbradas a un hábito degradante, debido a su personalidad generalmente genuflexa con el poder dominante. La historia universal resulta muy rica en este tipo de experiencias y nos indica que: los déspotas, sin apartarse en sus trayectorias, han demostrado que siempre siguen una línea consecuente con el uso de caracteres como los descriptos, a los que recurren siempre y los usan (valga el término) para pretender mantener a raya a los integrantes de los sectores que se le oponen, como método para preservar un seudo orden, sin considerar siquiera que, donde se obstruye el camino de la ley, comienza el sendero de la tiranía. Por Ovidio H. Zánzero - Blog Deucalion. http://deucalion-info.blogspot.com.