SOCIEDAD: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

El peor final para Néstor Kirchner : descontrol callejero y derrota frente al poder de Hugo Moyano y de los gremios

Los desmanes provocados por los taxistas de Viviani y los camioneros de Hugo Moyano frente a la Legislatura constituyen, en sí mismos, un símbolo de la manera en que el Estado ha perdido el control del espacio público. A la vez, resume perfectamente la política de "dejar hacer" con que se ha manejado la Administración Kirchner frente al accionar de piqueteros y mafias gremiales de variada índole. Lo cierto es que el Presidente no tiene poder frente al gremio de Camioneros y la abierta extorsión de los Moyano.

21 de Julio de 2010
"Protestaron" camioneros y taxistas contra las nuevas leyes de tránsito con que la Legislatura -en representación de los ciudadanos de la Capital Federal, y en mayoría- intenta ordenar el caos porteño. La "protesta" es digna de colocarse bajo comillas, dado que lo actuado por los "buenos muchachos" de Hugo Moyano y el "sindicalista" Viviani no fue tal. Lo hecho por sus "etiquetados dignatarios" no ha sido más que un violento ataque contra la autoridad y las instituciones. Frente a la Legislatura se manifestaron los violentos de siempre. Aquellos que no solo no se sienten satisfechos con el insoportable nivel de impunidad que han cosechado gracias a los buenos modos y relaciones de sus líderes, sino que incluso hacen todo lo posible para llevar adelante demostraciones de poder gratuitas frente a los gobiernos de turno. En definitiva, lo que el nuevo sistema de puntaje para infractores de las leyes de tránsito tiene por objetivo hacer es ordenar aquello que ya es un descontrol. Taxistas y camioneros solo quieren mantener sus privilegios a la hora de violar límites de velocidad y cruzar luces rojas con la impunidad de siempre. Hugo Moyano ya había advertido que no iba a tolerar que los hombres de su gremio tengan que vivir bajo el imperio de las leyes. Es el mismo Moyano cuyo hobby predilecto pareciera ser extorsionar a un Presidente débil que no quiere una Plaza de Mayo repleta de fleteros, camioneros, colectiveros y afines. Porque Kirchner, lejos de la información que presentan los periódicos, tiene el sí demasiado fácil ante Moyano. Le ha permitido bloquear hipermercados y amenazar a compañías de gaseosas a granel, a la vez que se le ha garantizado la administración absoluta y dolorosamente discrecional de cada vez más dinero de la caja de los aportantes de su gremio. Aquellos que no viajan gratis a Ginebra para las sesiones de la OIT, y que tampoco conocen de los gustos de Moyano por los hoteles de cinco estrellas. ¿Será correcta la apreciación de una fuente de El Ojo Digital, que sindicó que Don Hugo solicita grandes sumas a hipermercados y empresas para no bloquearlos con sus allegados? Se habla de no menos de US$ 100,000 para cada operación. Omar Viviani también se aprovecha de la estrecha relación con el Presidente, quien a su vez ha ordenado a las autoridades desentenderse de la siniestra protesta que taxistas violentos hicieron contra el Sheraton Hotel Buenos Aires, y que provocara enormes perjuicios a la tradicional compañía hotelera. Los responsables del hotel ya estaban hasta la coronilla de los actos de vandalismo que sufrían los huéspedes de parte de los taxistas que se habían apropincuado de la parada del hotel ubicado en el barrio de Retiro. Robos, asaltos a mano armada, agresiones físicas contra pasajeros, todo ello había tenido lugar, y, sugestivamente, la parada estaba, desde hace tiempo, controlada por los "buenos muchachos" de Viviani. Sobre esto existe información verdaderamente abundante. En el Sheraton solo optaron por contratar a un proveedor privado para autos de alquiler. La reacción de las mafias no se hizo esperar : bloquearon el hotel hasta que se diera marcha atrás con la medida. No había modo de que dejaran escapar un punto caliente tan importante como el Sheraton. La batalla de ayer fue, en pocas palabras, la guerra de los marginales contra aquellos que han elegido modificar las condiciones de vida de la población para mejor. Lo que los muchachos vivianistas y moyanistas no comprenden es que de un lado se encuentran ellos, y del otro, la inmensa mayoría de ciudadanos de la Capital Federal que reclaman su derecho a vivir bien. La calle está hoy tomada por colectiveros homicidas, taxistas armados y motociclistas con actitud patoteril. En distintos barrios de la Ciudad, pongamos por caso, la Avenida 9 de Julio, son los propios "motoqueros" los encargados de "aplicar la ley": echan a los limpiavidrios que asaltan con violencia a conductores desprevenidos en los semáforos. En época de elecciones, el Gobierno Nacional ubicó policías en las esquinas de la tradicional avenida porteña. Hoy ya no se los ve, y a nadie sorprende. Buenos Aires está hoy presa de un estado absoluto de anarquía callejera y la Administración Kirchner ha sido la que más ha garantizado este desorden, argumentando, en un principio, la falacia de "la desigualdad social". Argumento que desde hace tiempo ya no puede reciclarse. Pues debe quedar bien claro : el gobierno del Dr. Néstor Carlos Kirchner no solo se ha caracterizado por sus notables falencias a la hora de lidiar con la inseguridad y el descontrol del espacio público, sino que, por lo bajo, ha garantizado el comportamiento de los violentos de siempre. De manera ingenua, creyó el Gobierno que el problema se terminaría con Moyano fuera de escena, cuando lo cierto es que, a partir de ahora, habrá que tolerar a sus dos hijos, quienes ya desde hace tiempo se vienen entrenando en las artes del caos y la destrucción urbana. Ya la han emprendido contra Carrefour, Coto, Coca Cola y los supermercadistas chinos. Todo un mensaje para aquellos que soñaban despiertos con venir a hacer negocios a la Argentina. Y este artículo ni siquiera trata acerca de los costos laborales... Cristina Fernández Wilhelm, por el momento Primera Dama, ni siquiera se ha arrimado al sillón de Rivadavia, y los problemas ya son peores de lo que se los analistas se imaginaban para el año que viene : la flamante presidenta electa deberá hacer frente no solo al caos social que se acrecentará a partir de los incrementos indiscriminados de tarifas -que nadie podrá evitar, y que serán súbitos-, sino que también deberá vérselas con los errores groseros que ha cometido su marido, quien ha regalado soberbias porciones de la torta del poder a gremialistas de la peor calaña. Ese gremialismo que se autodeclara peronista, pero que de Perón tiene muy poco. El gremialismo argentino -ya lo hemos dicho en otras oportunidades- se ha transformado hoy en una abierta asociación ilícita, con permiso para extorsionar, atacar policías con piedras, palos y armas de fuego y sembrar el terror como si la presente temporada precisara con urgencia de reminiscencias originadas en lo peor de los setenta. En episodios como el de ayer, los porteños debieron ser testigos de cómo los gremialistas atacaban a policías con toda la munición de la que podían hacerse -desde mampostería de edificios hasta vidrios y piedras-, y luego escuchar cómo Viviani, del "sindicato de peones de taxis", declaraba que ellos habían sido agredidos inicialmente por la autoridad. Hay un policía en terapia intensiva y en gravísimo estado, y otros tantos heridos. Por si acaso el recuerdo de los jóvenes agentes acribillados en La Plata fuera insuficiente. Finalmente, el capítulo bizarro : la propia Policía Federal, a través de sus voceros, declaró que "procesaría penalmente a agresores". La Argentina ha sabido construir una versión ciertamente grotesca de la democracia. Solo aquí la Policía iniciaría acciones legales contra elementos que han intentado segar vidas de oficiales, en lugar de ir directamente a sus guaridas y enviarlos a la cárcel in situ. Muchos de estos nuevos "hombres de Cromagnon" ni siquiera se han ganado prisión preventiva. Irónico también es que un policía federal haya sido suspendido por golpear "a mansalva" a un gremialista. Pero nadie jamás consultará las cámaras para observar los movimientos previos del violento. La prensa olvidará que "la víctima", "el trabajador" intentó, momentos antes, quitar la vida de los agentes del orden que estaban apostados a las puertas de la Legislatura, para que las instituciones continuaran funcionando y que los intereses de los votantes sean respetados. A la postre, ha sucedido lo de siempre : los gremialistas amenazaron con llevar adelante un paro total del transporte, y se han salido con la suya. El Gobierno Nacional, garantizando el accionar de delincuentes y violentos, ha retrocedido y el gran derrotado ha sido, otra vez, el estado de derecho. Todo parece indicar que las nuevas leyes de tránsito no se aplicarán a los extorsionadores del poder. Todo lleva a pensar que, en nuestro país, las cosas seguirán como antes. Las mafias, sindicalizadas ellas, continuarán ejerciendo su poder asfixiante sobre los ciudadanos honestos, abandonados a su suerte por su propio Presidente. Se hará cruelmente real, nuevamente, la vieja sentencia que reza que los derechos están pensados para los delincuentes, jamás para las personas trabajadoras y de bien. Cristina Fernández Wilhelm, como ya se perfila obvio, difícilmente podrá quebrar el esquema de impunidad y exceso de garantías para gremialistas cuya ingeniería maestra ha sido obra de su esposo y antecesor. Esto nos lleva a apostar a que, con seguridad, volveremos a observar incidentes como el de ayer. Pero mucho, mucho peores. No faltarán aquellos que han interpretado los episodios de la Legislatura como un mensaje a la presidenta electa. Y no estarán muy errados.
Por Matias Ruiz para El Ojo Digital