SOCIEDAD: POR LAURA ETCHARREN, LIC. EN SOCIOLOGIA

Diego Armando Maradona. Matar a un ídolo

Parece extraño pero en realidad, no lo es. Detrás del otrora diez hay intereses que trascienden a la figura popular que tienen que ver con el ámbito de lo privado.

21 de Julio de 2010
En cambio, en el marco de lo público, la ausencia de noticias invita a los medios a llevar adelante demenciales inventos. O tal vez, a incurrir en errores gravísimos que, personas malintencionadas hacen correr para crear un vulgar sensacionalismo. Porque el mutismo que gira entorno a la internación de Maradona desde hace unos días, no satisface las necesidades periodísticas y tampoco, la de sus seguidores. Se espera, aunque sea, la noticia del brutal desenlace. La pasividad, no es propia en la vida del ex jugador de fútbol. Ni siquiera, en momentos críticos de internación. Razón por la cual, lo que es tranquilidad para unos, es desasosiego o ira para otros. No se puede jerarquizar la muerte. Sin embargo, la de Maradona se jerarquiza y cotiza en el contexto de una Argentina devastada por el descreimiento de aquellas promesas eternamente incumplidas que produjeron la creación de lugares comunes, así como de banales construcciones de sentido. Un sentimiento de pertenencia que dejó de ser nuestro país para convertirse, en el imaginario colectivo, en Diego Armando Maradona. Aquel que encontró su fundación en una pelota. Aquella que en sus palabras no debía mancharse pero con el paso del tiempo, la manchó. Y así, nos sacaron de un mundial. De eso, parece que nadie se acuerda, ya que el gol con la mano a los ingleses logró borrar a posteriori las barbaridades que el jugador de fútbol cometía. Por venganza a un país, los argentinos, incluso, decidieron legitimar el no reconocimiento de hijos. Bajo estas características y su consagración en Europa, Maradona transitó su vida. Se hizo famoso, ganó dinero, adquirió fama y un reconocimiento indiscutido en el mundo entero. En muchos lugares se nos reconoce por él y no por otra personalidad local. Eso, significa demasiado. Y tanto significa, que siempre estuvo rodeado de personas que lo seguían por portación de fama y algunos pocos, por su esencia como persona. Así fue, como el famoso entorno de Maradona aparecía en todos y cada uno de los arrebatos que él mismo cometía. Clubes nocturnos, mujeres, cocaína y champagne. Sumado, claro está, al dinero que se esfumaba en las locas noches vividas. Descontrol en aquellas salidas que se prologaban hasta los medios días de un domingo. Excesos y un desafío a la vida. El creerse inmortal por momentos. El haberse creído, que realmente, era la mano de Dios en la tierra. Y como alguna vez me pregunté, hoy, vuelvo a hacerlo: ¿En caso que Dios existiese, qué diría de su mano aquí? Un interrogante infaltable para un hombre que posee un bagaje de vida marcado por la falta de códigos con la familia que arrojan al vacío lo bueno que se pueda pensar o creer de él. Maradona no entendió, que antes que el jugador exitoso, se encuentra la persona. Ser una persona digna, es más complicado que ser cualquier otra cosa. De esta manera, compró el éxito y con el, la impunidad. Los medios se arrodillaron ante él. Soportaron sus humillaciones y las oscilaciones en su estado de ánimo. Pero es Maradona. Ellos, que lo erigieron como astro y "dios", hace pocos días, lo "mataron" en una placa negra que permaneció pocos minutos en el canal Crónica TV. Que luego fue quitada para continuar normalmente con su programación. Se atribuían la primicia que todos quieren dar. La de la muerte de Diego Maradona. Paradójico, ambiguo, morboso y aberrante. Nuestros medios. La televisión que consumimos y demandamos. Redacciones de noticieros, revistas, diarios y radios buscaban chequear aquella placa que a las cuatro de la tarde, decidió "matar" al ídolo. Otra vez, el fantasma de la muerte giraba alrededor de la figura. Y con ello, los temas que preocupan al futuro del país, se diluían. Como suele suceder aquí. En la Argentina que porta la memoria de los siete días. Excepto, cuando recuerda la última dictadura militar y la década de los 90. País de la venganza. De la memoria parcial. "Mataron" a Maradona. Mañana ¿qué se traerán?
Por Laura Etcharren, Licenciada en Sociología, UBA