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Imágenes satelitales en la investigación arqueológica: develando antiguos misterios

En los últimos años, no ha sido extraño hallar, de vez en cuando, artículos o noticias...

09 de Febrero de 2024

 

En los últimos años, no ha sido extraño hallar, de vez en cuando, artículos o noticias que hablan sobre el descubrimiento de un nuevo yacimiento arqueológico hasta el momento desconocido. Aunque en muchos casos se tiene una idea aproximada de la zona en la que puede haber material oculto, en otros casos ha sido la tecnología la que ha permitido detectar objetos en zonas inusuales.
 
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Aunque cualquier arqueólogo siempre dirá que lo ideal para él/ella habría sido vivir en la gran época de los descubrimientos arqueológicos, como el de Machupicchu o la tumba del faraón egipicio Tutankamón, lo cierto es que la época actual transita, con toda probabilidad, una instancia apasionante para la actividad. Diversas tecnologías, como imágenes satelitales históricas, sensores espaciales o programas de cartografía en tres dimensiones, lo hacen posible.

 
¿Cómo utiliza la arqueología moderna las imágenes satelitales?

El grueso de los descubrimientos arqueológicos del pasado fueron identificados a través de prospecciones. Previamente, se requería un análisis del subsuelo, una exhaustiva evaluación del área -que debía ser lo suficientemente grande a efectos de rastrear indicios o pistas. Finalmente, una perspectiva aérea comprender ver y entender mejor el cuadrante, antes que posicionarse físicamente en el terreno. Las imágenes de satélite consignan la evolución lógica de otras herramientas usadas por los arqueólogos en tiempos pretéritos a criterio de fotografiar y analizar una zona, como globos aerostáticos, dirigibles, helicópteros o aviones.
 
Con frecuencia, se piensa que las imágenes satelitales funcionan sólo como fotografías tomadas desde el espacio. No obstante, su capacidad es superior a lo que se cree, gracias al empleo de sensores y tecnologías que captan diferentes longitudes de onda y al aporte de los repositorios de imágenes históricas de satélite, que asisten en la comparativa de diferentes fechas. Para este último caso, seerá preciso contar con imágenes históricas de satélite de alta resolución que habiliten la identificación de objetos o trazas lo suficientemente pequeñas.

Lo primero que hacen los arqueólogos modernos es localizar posibles yacimientos, cruzando información de mapas antiguos y libros con mapas modernos, con el objetivo de examinar los cambios topográficos a lo largo del tiempo. Acto seguido, se utilizan imágenes de satélite, tanto de código abierto como propietarias, donde tecnologías como el SAR (radar de apertura sintética) o el LiDAR y sus capacidades térmicas, infrarrojas o láser pueden detectar sutiles anomalías en las áreas de interés previamente establecidas.

Entre los signos que pueden revelar la existencia de un potencial descubrimiento, se encuentran:

-Diferencia de humedad en el suelo: las construcciones de ladrillo o piedra no tienen la misma humedad que la arena del desierto o que distintos tipos de suelo.
-Diferencia en la reflectancia de las plantas: las plantas que crecen sobre estructuras enterradas no pueden desarrollar su sistema radicular igual que otras con espacio de sobra, por lo que suelen exhibir caracteres de atrofia.
-Rastros de sustancias químicas: ciertos materiales utilizados en la antigüedad para construir se caracterizan por su propia firma espectral.


Aplicaciones de las imágenes de satélite en la arqueología

Una vez comprendido el funcionamiento de esta tecnología en la arqueología moderna, es posible ver en qué casos concretos se utiliza. Uno de los más habituales es el de identificar y cartografiar antiguas rutas comerciales. Estas vías eran clave para tejer lazos económicos y culturales con comunidades lejanas, o bien para desplazarse dentro de un imperio o país. A través del estudio de la topografía y geología de la zona, los arqueólogos e historiadores pueden identificar los caminos más probables y, con ello, descubrir las vastas redes de comercio que existían en el pasado. Las imágenes de satélite en diversas longitudes de onda, pueden remarcar restos de antiguas calzadas de piedra y otros materiales.

Otro de los usos más notables de las imágenes de satélite en la arqueología está relacionado con la identificación de ciudades y asentamientos hasta ahora ocultos. Gracias al uso de imágenes históricas de satélite de la Tierra e imágenes recientes, los arqueólogos pueden identificar patrones en la superficie terrestre que no surgen de forma natural y que remiten a una alta probabilidad de detectar estructuras antiguas. Aún cuando a simple vista puedan mantenerse ocultas, las tecnologías de radar e infrarrojos mencionadas anteriormente tienen la capacidad de mostrar esa información.

Otros usos comunes, aunque quizá no tan corrientes, son la cartografía del fondo marino y la identificación de yacimientos bajo el agua, por medio de radar o sonar; el análisis de paisajes culturales, gracias a los modelos digitales de elevación; o, incluso, cómo afecta el cambio climático o determinados eventos meteorológicos a los yacimientos arqueológicos y lugares de interés históricos.


El futuro de la arqueología basada en datos satelitales

El futuro de la arqueología se exhibe abundante de posibilidades. En lo que respecta a las imágenes de satélite, se espera que la resolución continúe mejorando de los 0,3 metros/píxel actuales a 0,1 m/píxel o incluso menos, lo cual facilitará la identificación visual. Tecnologías como el LiDAR y el radar seguirán mejorando y se espera que tecnologías como la IA sirvan para automatizar y facilitar el proceso de detección de nuevos yacimientos.

Avances secundarios alternativos, aunque igualmente importantes, estarán relacionados con una mayor accesibilidad a datos, una interpretación superior o el empleo ético de dichos datos. La combinación de tecnología de vanguardia, información pública y la colaboración entre países y organizaciones está llamada a desvelar capítulos ocultos de la historia de la humanidad y garantizar la conservación del patrimonio cultural para las futuras generaciones.