INTERNACIONALES : SIMON HANKINSON

Los turistas que EE.UU. perdió debido a políticas contra el COVID-19, al delito, y a las largas esperas para obtener visados

Cuarenta alcaldes de dieciocho estados de la Unión firmaron una carta dirigida al Secretario de Estado Antony Blinken...

28 de Febrero de 2023

 

Cuarenta alcaldes de dieciocho estados de la Unión firmaron una carta dirigida al Secretario de Estado Antony Blinken, en la cual rogaron al Departamento de Estado que acelere la expedición de visados turísticos para ciudadanos extranjeros, a quienes les gustaría ver retornar al país para gastar su dinero en localidades desde Austin (Texas) hasta Urbana (Illinois).


Hotelería en Nueva York, Pérdidas en turismo en los Estados Unidos
La totalidad de esos visados perdidos le costaron a la economía estadounidense un aproximado de US$ 5 mil millones durante 2022, y reducirán la cifra de turistas que lleguen al país -en 2 y medio millones hacia 2023-, con un costo extra de US$ 7 mil millones. Así lo consignaron los alcaldes en su misiva del 13 de febrero pasado, dirigida a Blinken.

'Ciudades santuario' como Nueva York en realidad podrían utilizar este dinero, porque estas urbes hoy se percatan de lo que sucede con los cheques en blanco que acostumbran firmar -esto es, promesas ilimitadas de vivienda, educación y servicios sociales para extranjeros que no tributan impuestos- empiezan a gastarse.

La realidad lentamente cae sobre los dirigentes políticos más inclinados hacia la izquierda del espectro y que respaldan las riesgosas políticas de 'fronteras abiertas' del presidente Joe Biden, por cuanto observan un severísimo costo para estados y ciudades. El flujo de inmigrantes ilegales sobreviene en un momento en que los presupuestos ya se alejan de las clausuras implementadas en razón del COVID-19, y en una instancia en que el delito se dispara.

Cuando el COVID-19 golpeó en marzo de 2020, las ciudades de los Estados Unidos cerraron escuelas, restaurantes, teatros y el transporte. Sin embargo, muchas ciudades se mantuvieron clausuradas mucho más tiempo del que exigió la peor fase de la pandemia, exacerbando su pérdida de ingresos.

El poderoso sindicato de maestros de Chicago, por ejemplo, exigió que se clausurasen las escuelas de la ciudad durante 2022, a pesar de crecientes evidencias de que las mascarillas de nada servían para impedir la transmisión del COVID-19, y de que la inmunidad natural ofrecía una protección significativa.


 

Declaración de emergencias

Por su parte, el Distrito de Columbia aún exige el empleo de mascarillas o barbijos en el interior de edificios gubernamentales; la alcaldesa Muriel Bowser -del Partido Demócrata- apenas recién ha pedido por el regreso de empleados federales a sus sitios de trabajo.

En Nueva York, ahora que el turismo ha resucitado, el alcalde Eric Adams -también Demócrata- ha recurrido a hoteles de categoría para alojar inmigrantes, por lo tanto, saboteando los servicios ofrecidos por restaurantes y otros establecimientos en la periferia de esos hoteles.

Aún cuando las medidas contra el COVID-19 retrocedieron, no ayudó a la industria del turismo el hecho de que los alcaldes de Chicago, Nueva York, Los Angeles, Filadelfia y otras mecas turísticas americanas favorecieran la proliferación de la vagancia callejera, el acampe en el espacio público, el contrabando de drogas y otros execrables comportamientos. Mientras tanto, los fiscales vinculados a la izquierda del espectro ideológico se rehusaron a perseguir a perpetradores de actos vandálicos, robos y ataques contra personas, procediendo a liberar a delincuentes reincidentes en forma frecuente -retornándolos a las calles.


Más recientemente, mientras miles de inmigrantes ilegales arribaban a sus ciudades, BowserAdams, y Michael Hancock -alcalde de Denver, en Colorado- declararon múltiples emergencias. Pero la declaración de emergencias lleva su tiempo y, aún así, no funcionan a perpetuidad. Si Usted le agrega a una ciudad miles de nuevos indigentes, alguien habrá de pagar -con impuestos- los servicios gratuitos que aquéllos disfrutarán.

Este escenario remata en el clásico ejemplo de quitarle a alguien para darle a un tercero, para ciudades como Nueva York y el Distrito de Columbia -los cuales dependen notoriamente del turismo extranjero. Cuando los hoteles se convierten en refugio para inmigrantes ilegales, no se beneficiarán de las reservas de miles de turistas que luego irán a comer a restaurantes, visitarán museos y comprarán souvenirs -actividades sujetas a un significativo porcentual extra para recaudar impuestos.

En la ciudad de Nueva York, los operadores del comercio local están furiosos debido a la pérdida de clientes; esto se debe al retroceso en la cantidad de turistas que se alojan en los hoteles de cercanía. Aquellos comercios y restaurantes facturarán menos y se percibirán cifras sustancialmente menores en impuestos. Finalmente, quienes obtienen beneficios estatales o municipales no gastan dinero como lo haría un turista.

Y la pérdida marginal de ingresos significa que habrá menos fondos en impuestos para financiar los miles de millones de dólares futuros que la Oficina de Administración y Presupuesto local estima necesitará Nueva York para lidiar con el flujo sin fin de inmigrantes -maquinaria bien aceitada por Alejandro Mayorkas, de la Dirección de Inmigración y Aduanas.

Los hoteles recientemente pagados por la ciudad para alojar inmigrantes ilegales están pagando un alto precio por esa experiencia, y su reputación sufrirá aún más a largo plazo.


 

¿Por qué son tan largos los tiempos de espera en los visados para viajar por turismo alos Estados Unidos?

Las clausuras y confinamientos definidos para hacer frente al COVID-19 también afectó a las secciones consulares de los EE.UU. en el extranjero, haciendo que el proceso de solicitud de visados turísticos se hiciera añicos. La matemática es sencilla: cada embajada o consulado sólo cuenta con unos pocos funcionarios, y un funcionario consular apenas puede hacer un número de entrevistas por hora.

Cada día que una sede estadounidense en el extranjero fue clausurada, incrementó el trabajo pendiente en ese país. Hoy, la espera de entre uno y dos años en algunas geografías representa el total de días perdidos.

En su carta a Blinken, los cuarenta alcaldes reclamaron por 'el severísimo retraso en el trabajo de procesamiento de visas para turismo en los Estados Unidos', que 'se debe a la falta de prioridades para determinadas categorías de visados para visitantes'.

Aún cuando el Departamento de Estado insiste en que el tiempo promedio de espera ha retrocedido de los 120 días de hace un año, a sólo 50 hoy mismo, se trata de un promedio mundial e incluye a categorías tales como la de estudiantes y trabajadores temporarios que han recibido prioridad por sobre los turistas -en respuesta a la presión ejercida por universidades y empleadores.

Luego de más de dos años de clausuras en razón del COVID, numerosas embajadas habilitaron la realización de entrevistas para turistas sólo ante casos de emergencias -por ejemplo, para asistir a funerales o para recibir tratamiento médico. Tales excepciones, sin embargo, no contribuirán a alimentar las arcas de localidades turísticas como Las Vegas o Nashville, en Tennessee.

Los visitantes provenientes de naciones más desarrolladas o de bajo riesgo podrán recurrir al Visa Waiver Program o Programa de Exención de Visados, el cual no exige la realización de una entrevista presencial ni un visado en papel adherido al pasaporte. Pero la realidad es que los turistas del resto del mundo habrán de demostrar ante un funcionario consular que cuentan con los medios para viajar a los Estados Unidos y, más important, que disfrutan de una apropiada situación económica en sus países -con empleo, dinero y propiedades-, de tal suerte que se presume regresarán. Este proceso exige entrevista presencial, instancia durante la cual las huellas digitales del solicitante y su foto serán registrados en bases de datos -en búsqueda de antecedentes criminales o de algún historial terrorista.


 

Sin soluciones mágicas

En Sao Paulo, Brasil, la espera por un visado turístico B1-B2 es de 528 días. En Bogotá (Colombia), de 872. Los tiempos de espera para visados B1-B2 en Nueva Delhi y Ciudad de México ascienden a más de 600 días.

Brasil, Colombia, la India y México contabilian centenares de multimillonarios y otros millones de residentes con una destacable riqueza. Es muy probable que muchos de ellos quieran visitar los Estados Unidos, particularmente Florida -razón por la cual nueve alcaldes de ese estado firmaron la misiva dirigida al Secretario Blinken.

El Departamento de Estado ciertamente no puede agitar una varita mágica y responder al pedido de los cuarente alcaldes. La priorización de un tipo de visado en particular significa que otras categorías irán a parar al final de la lista.

Los alcaldes estadounidenses están entendiendo hoy que las políticas de inmigración no son muy diferentes de otras, como ser las vinculadas al delito o al COVID-19. Los programas de generosa índole y en extremo progresistas comportan altísimos costos.

Cuando el dinero o la paciencia del público se agotan, los tomadores de decisión deben inclinarse por decisiones más difíciles.



Artículo original, en inglés

 

El autor, Simon Hankinson, es ex funcionario del servicio exterior para el gobierno de los EE.UU. en el Departamento de Estado. Actualmente, es senior fellow en el Centro sobre Inmigración y Seguridad Fronteriza, en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, en Washington, D.C.