INTERNACIONALES: MIN-HUA CHIANG

Sobre los efectos de las medidas autoritarias de China para hacer frente al COVID

Los costos políticos aún no son demasiado claros -conforme nada vinculado con la política...

19 de May de 2022

 

Los costos políticos aún no son demasiado claros -conforme nada vinculado con la política en China lo es. Sin embargo, las recientes cifras referidas al intercambio comercial explicitan hoy que Pekín ya está pagando un costo de magnitud frente al enfoque autoritario implementado por Xi Jinping, Secretario General del Partido Comunista, a criterio de hacer frente al reciente brote de COVID-19. El modo en que el funcionario prorrogue o no estas decisiones observarán un impacto económico de importancia, no solo para la República Popular China, sino también para el mundo.

China, Xi JinpingLas estadísticas oficiales chinas refieren que el crecimiento de sus exportaciones durante el mes de abril se desaceleraron en un 4% interanual, desde un 24% de enero pasado. Asimismo, el índice de crecimiento de las importaciones del país retrocedió significativamente hacia un -0,03%, frente al 20% del mes de enero.

El perfil comercial chino se debe, fundamentalmente, a una fórmula que se respalda en la importación de materias primeras, bienes industriales intermedios, y maquinaria destinada a manufacturas y ensamblaje final. Acto seguido, exporta los productos terminados al mundo. En consecuencia, el crecimiento negativo de las importaciones registrado en marzo (del -0,12%) ya se tradujo en un retroceso de las importaciones durante abril. Conforme el crecimiento de las importaciones siguió amesetado en abril, es probable que las exportaciones del país durante mayo mantengan esa tendencia.

¿Dónde deben rastrearse las responsabilidades? Pues, en la decisión del presidente Xi de disponer cuarentenas o confinamientos extremos para numerosas ciudades chinas, con miras a lidiar con el rebrote de COVID-19.

Las ciudades sitiadas por la cuarentena oficial también contabilizaron a importantes nodos industriales y comerciales como Shanghai y Shenzhen. Ambas urbes combinadas computan más del 20% del total del comercio del país. Por sobre todo, las ciudades bajo confinamiento involucraron a casi un cuarto del total de la población y, con ello, a más del 40% de la producción económica china. Hasta el momento, no hay señales al respecto de cuándo se relajarán las medidas oficiales, tras casi dos meses de severas restricciones.

La disrupción para la cadena de valor se evidencia en el retroceso de las exportaciones y las importaciones chinas desde Hong Kong y Vietnam, durante el primer cuatrimestre del año en curso.

Hong Kong es un importante centro de tránsito para bienes despachados desde y hacia la República Popular China. Conforme Vietnam ha estado transformándose en una importante plataforma exportadora, las exportaciones chinas de bienes industriales hacia ese territorio han sido críticas para el ensamblado final de productos allí. La tasa de crecimiento de las exportaciones y las importaciones chinas en el apartado de maquinaria eléctrica, el ítem más importante en el intercambio comercial, también exhibe una tendencia hacia el retroceso, en lo que va de 2022.

En tal contexto, es menos probable que los prospectos comerciales para China de cara a los próximos meses se presenten optimistas. Omicron es más contagioso que las variantes previas. El efecto negativo sobre el comercio continuará, si el gobierno prorroga su insistencia en las restricciones en perjuicio de la libertad de movimiento de las personas.

Irónicamente, si acaso el gobierno en Pekín relajara las reglas anti-COVID, el país arriesgaría a un escenario en donde el conteo de casos se dispare, lo cual ejercitaría presión contra su sistema sanitario. Las operaciones económicas diarias, el comercio exterior y la inversión podrían observar un impacto negativo superior, como resultado.

Al 9 de mayo, el cómputo oficial de casos confirmados por cada millón de personas es de 767, cifra sensiblemente menor al ratio estadounidense de 246.230, al de 310.896 que registra la Unión Europea, al de 64.469 del Japón, al de 343.336 en Corea del Sur, y al de 30.937 en la República de la India, de acuerdo a estadísticas reflejadas por Our World in Data.

Otro factor adicional que explica el retroceso en el intercambio comercial chino es la frágil demanda externa. El crecimiento económico en los dos mercados más grandes de consumo mundiales, los Estados Unidos de América y Europa, han desacelerado su velocidad durante este año.

El PBI real en los EE.UU. se redujo desde un 6.9% interanual durante el primer cuatrimestre de 2021, a un 1.4% durante el primer cuatrimestre de 2022, tal lo informado por la Oficina de Análisis Económico. En Europa, la economía creció a un magro ritmo del 0.4% durante el primer trimestre del 2022, tras el 2.2% del primer cuatrimestre de 2021, conforme lo cifrara la oficina estadística de la Unión Europea.

Amén del crecimiento económico reducido, la recurrencia de la inflación en los EE.UU. y Europa probablemente continúe ejerciendo presión sobre el gasto de los consumidores y, en consecuencia, reduciendo la demanda de bienes importados desde China.

Previo al brote de COVID-19, China ya había perdido a un poderoso impulsor de expansión comercial, en razón del deterioro registrado en materia de inversión extranjera directa en manufacturas -comparándose este escenario con el de una década atrás. La suba violenta de salarios, en conjunto con un ambiente laboral repleto de estrictas regulaciones provocó una declinación de la inversión extranjera en manufacturas de más del 50%, desde los US$ 56 mil millones de 2011, a US$ 37 mil millones en 2020, de acuerdo a información publicada por el Ministerio de Comercio de la República Popular.

En la práctica, la fabricación de productos ha comenzado a diversificarse, partiendo de China para afincarse en otras naciones del Tercer Mundo. Como resultado del retroceso de la inversión extranjera directa, la contribución de firmas extranjeras al comercio en China retrocedieron desde un 60% en 2006, a un 39% durante 2020.

El impacto de la recurrencia de las medidas anti-COVID de Pekín sobre la cadena de valor regional podría ser significativo. China supo ser el mayor exportador y el segundo mayor importador en todo el mundo, desde 2009. En igual sentido, es un proveedor crítico de bienes industriales de intensidad tecnológica media y baja hacia países en desarrollo de la región, en tanto es un importante productor y exportador de bienes de consumo terminados. La insistencia oficial en mantener a las ciudades bajo confinamiento, por lo tanto, impactará en la cadena de valor en el orden regional, y lo propio sucederá con las exportaciones de bienes terminados hacia el mercado mundial.

El comercio es apenas uno de los componentes críticos a la hora de traccionar el crecimiento económico chino. La reducción de casos confirmados de COVID fueron utilizados para exhibir el método chino para hacer frente al vector biológico, al comparárselo con el empleado por numerosas naciones en Occidente. No obstante, y a la luz de un concierto con novedosas variantes y alta transmisibilidad, se volverá cada vez más complejo el mantener bajas las cifras de casos confirmados y de muertes en la República Popular.

Agréguese este ítem al problema de la demanda marginal, y al hecho confirmado de que la  política 'COVID Cero' de Xi Jinping se ha vuelto insostenible.


China está siendo traccionada hacia dos direcciones diferentes. Los imperativos políticos en torno del próximo a desarrollarse Congreso del Partido Comunista están empujando a Xi a aferrarse a su política draconiana contra el COVID-19. Las realidades económicas empujan hacia un concierto de ajuste. El modo en que China decida lidiar con este dilema observará un impacto de magnitud sobre la economía global, en un futuro cercano.



Traducción de Matías E. Ruiz (Editor). Artículo original, en inglés

 

Min-Hua Chiang se desempeña como investigador y economista para el Centro de Estudios Asiáticos, en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, en Washington, D.C.