INTERNACIONALES: BRETT REDMAYNE-TITLEY

Sobre el color de las revoluciones: ¿extranjera y... doméstica? Las primeras setenta y dos horas

En un nuevo intento por eludir el cerco de la inteligencia del votante promedio.

09 de Noviembre de 2020


En un nuevo intento por eludir el cerco de la inteligencia del votante promedio, la maquinaria de los medios de comunicación estadounidenses -pasado este sábado 7 de noviembre de 2020- ha declarado presidente del país a Joe Biden; y lo ha hecho arbitrariamente. Hay muchos problemas con la precisión de ese titular. El más grande de ellos tiene que ver con los medios en sí mismos.

Medios de comunicación, Fraude electoral, Estados UnidosAl declarar a Biden como ganador, los medios optan por ignorar toda acusación creíble existente en torno del fraude electoral administrado por la campaña Biden, los significativos problemas registrados con los votos enviados por correo, los planteos judiciales ya exitosos y, más importante, el hecho de que al menos tres estados en cuestión caerán en la cosecha de Trump, por ley estatal -o por vía de la realización de un recuento de sufragios. Cuando estos recuentos tienen lugar, muy probablemente son ordenados por la orden de un juzgado, y esas resoluciones también permitirán que los observadores del Partido Republicano tomen nota de cada uno de los votos vía correo (miles de los cuales han sido cuestionados).

A efectos de dar inicio a un repaso de las primeras 72 horas transcurridas desde los comicios en la noche del 3 de noviembre, bien le serviría al votante tenerlo presente: se trata aquí de los mismos medios de comunicación que invirtieron más de dos años -como el propio Biden- promocionando los ya desmentidos alegatos en torno del RussiaGate y, poco después, el fallido y deliberadamente erróneo intento de impeachment contra el presidente en ejercicio Trump.

Yendo más al punto, desde el día martes de los comicios, esos medios trabajaron con esmero para, desde la censura, ocultar los muy razonables argumentos que hablaban de operaciones intrafamiliares de Biden, las cuales tuvieron lugar cuando su candidato oficiaba de vicepresidente del país.

Debería hoy recordarse que Biden, al ofrecer declaraciones de campaña durante el pasado 25 de octubre, dijo muy claramente:

'Hemos dado forma, y Ustedes, muchachos, lo hicieron para la Administración del Presidente Obama antes que hoy, creo, hemos dado forma a la más extensiva e inclusiva organización de fraude en la historia de la política estadounidense'.

Toda vez que estas expresiones podrían incluso servir para evaluar los alcances de la Enmienda #25, si no es una confesión de complicidad, ciertamente tiene que ver con una acusación contra los medios de comunicación.

Las últimas 72 horas hábiles ya son parte de la historia de los EE.UU., y han sido una buena razón para que un periodista se quedara despierto cada noche, informando luego los hechos de acuerdo al calendario. A no ser que Trump admita la derrota, estos comicios están llamados a extenderse por varios días más. Quien esto escribe, privado por entonces de sueño y objetivamente irritable, continuará informando los prolegómenos de la serie, con rigor diario.

Para el estudiante de historia y de las Revoluciones respaldadas por Colores en Estados Unidos, cuando los medios de comunicación masiva anotaron a Biden demasiado prematuramente como presidente -luego de una búsqueda de candidatos de dos años y medio-, Joe Biden se convirtió -contra lo esperado por ellos- en el Juan Guaidó estadounidense.

Se ha vuelto aparente que la preocupación exteriorizada por la campaña de Trump en torno del empleo de votos enviados por correo por parte de los Demócratas estaba justificada, desde que todos los argumentos se centran en este asunto. Lo que no se esperaba era que el Comité Nacional Demócrata se inclinara de manera tan crudamente obvia, utilizando esos votos para obsequiarle una ventaja a Biden.

La cronología del cuestionable proceso de tabulación de votos dio inicio en las primeras horas de la mañana del día siguiente a la elección.

Aún apenas despierto, la noticia llegaba a las pantallas -aproximadamente hacia las 0230AM hora del Este-, que cifraba que, a pesar de los avances y retrocesos en el conteo, de súbito, el mismo había sido interrumpido durante la noche en los estados de Nevada, Arizona, Wisconsin, Pennsylvania y Carolina del Norte. Estos eran los últimos swing states o estados decisivos para definir una victoria. Todos menos dos de ellos (Georgia y Arizona) se encuentran bajo control de un gobernador Demócrata. Esta interrupicón resultó harto extraña. Al investigar poco sobre el particular, no se conocían precedentes -instancia en la cual el voto estaba favoreciendo a Trump en todos ellos, con excepción de Arizona y Nevada.

Más interesante aún, esa noche, varias horas antes, todas las cadenas de televisión ya le habían adjudicado Arizona a Biden, con solo el 75% de los votos escrutados. Esta temprana declaración sobrevino, a pesar de las protestas del equipo de campaña de Trump y del gobernador de Arizona, Doug Ducey:

'Aliento a los canales de comunicación, a las agencias de cable y a los medios expertos en política que (...) eviten la tentación de declarar un ganador, o bien hasta que los funcionarios oficiales del estado de Arizona completen sus respectivas tareas'

Una mirada hacia el anverso, también resulta ilustrativa.

Hacia la mañana del pasado domingo, y a pesar de lo informado en Carolina del Norte, aún cuando se escrutara el 99% y todo el fin de semana Trump liderara por un 1.3%, ninguna cadena televisiva declaró el estado y sus trece delegados para Trump -como sí lo hicieron velozmente en favor de Biden en Arizona, Nevada, Wisconsin, Pennsylvania y Georgia.

Deliberadamente, esta acción continuó, esmerilando al votante no educado, al respecto de que existía una ventaja electoral irremontable para Biden. El esfuerzo buscó sembrar desinterés, y convertir a todo argumento técnico en irrelevante.

Previo a ir por más consumo de té y por una caminata, tomé nota del conteo de votos en todos estos estados, como referencia para el reinicio del conteo por parte de los medios al comienzo del día siguiente.

Revitalizado, eché una mirada a lo tabulado en mi pantalla, como cosa de hábito. Lo que vi me hizo rebuscar entre mis apuntes. De súbito, Biden estaba arriba en Michigan. Esto había sucedido mientras el conteo de votos se interrumpió.

Una rápida búsqueda me llevó a un gráfico que comparaba el conteo de votos de Biden con el de Trump, minuto a minuto, y por cada estado. Al irse atrás en el tiempo, el gráfico ascendía violentamente -no en diagonal- para Biden, durante mis escasos minutos de ausencia. Este veloz repunte fue tan violento, que colocó a Biden en ventaja. El mismo gráfico no retornó idéntico repunto para Trump en el mismo instante temporal. Todos eran votos para Biden. ¿Ninguno para Trump en lo absoluto?

Conforme se precipitaba el amanecer, la Cuartel General de la Mesa de Decisiones en Michigan intentó explicar, con demasiada facilidad, esa discrepancia:

Los datos muestran a Biden obteniendo el 100% de los votos más nuevos, conforme fuera dado a conocer a las 0504AM por parte del Decision Desk HQ, el cual mostró a Biden con 2.130.695 votos, y a Trump con 2.200.902 de unidades. Pero esa información no era correcta... Una vez que identificamos el error, eliminamos la información errónea, y la actualizamos con la correcta, conforme era proporcionada por los funcionarios del estado. Respaldamos la información tal como la hemos presentado...'.

Sí; claro.

Desde el comienzo de aquella mañana, muchas otras preguntas eran enterradas por los medios de comunicacón. Pero no en las páginas que Usted está leyendo ahora.

A continuación, se conocieron noticias al respecto de que los observadores de Trump estaban siendo impedidos de cumplir con sus tareas en muchas locaciones, en numerosos estados. Esto, cuando menos, ponía en jaque la neutralidad de los trabajadores destinados al conteo.

Una mirada retrospectiva podría recordar que, previo a los comicios, se conocieron esfuerzos exitosos de parte de los Demócratas, a efectos de morigerar los estándares administrativos. Esto legalizó la cosecha de votos donde, como es el caso de Texas, 'voluntarios' partisanos salieron a recoger papeletas, en ocasiones luego de ayudar a los votantes a que las completaran por escrito. Las mismas leyes facilitaron la votación masiva por correo, y la registración inmediata para quien asistiera a votar ese día.

Al mismo tiempo, el Comité Nacional Demócrata bramaba ante los requisitos planteados por los Republicanos, dado que estos últimos exigían se acreditara prueba de identidad y prueba de ciudadanía para el instante de sufragar.

Tras las irregularidades matutinas del 4 de noviembre, emergieron otros misteriosos descubrimientos, que ilustraban sobre enormes partidas de votos que, sobrecogedoramente, iban en exclusiva para Biden. Esto no representó sorpresa.

Se informó entonces que el Juez de Distrito de los EE.UU. Judge Emmet Sullivan, la emprendió con furia contra Louis DeJoy, Encargado General de Correos, por no seguir la instrucción específica de su juzgado de 'realizar un barrido' de todas las instalaciones del correo estatal (USPS), frente a posibles acopios de papeletas previo a las 3 de la tarde del día de la elección. Con prudencia, la orden de Sullivan fue diseñada para impedir que aparecieran papeletas para ser contadas después del cierre de las urnas a las 8pm. Por cierto, esto es -en parte- lo que sucedió. Dijo Sullivan: 'En algún momento, el Encargado de Correos, o bien será citado a declarar, o bien aparecerá ante mi persona para testificar bajo juramento', agregando luego: 'La corte ha sido extremadamente clara, al respecto de que espera un cumplimiento absoluto', mientras criticaba con dureza al equipo legal del correo estatal, por fallar al momento de notificarlo -luego de que, supuestamente, la agencia estatal de correos se percató de que no podía cumplir con el pedido del magistrado.

Naturalmente, fue entonces, confirmado por quienes contaban los votos en numerosos distritos que los 'errores de computación' en las máquinas digitales habían revertido los votos Republicanos en la columna de los votos Demócratas, conforme fuera documentado.

Mientras el miércoles continuaba, luego se sucedieron informes de ciudadanos que se presentaban a votar presencialmente, pero a quienes se les dijo -por parte de los trabajadores destinados al control de la votación- que ya habían votado como ausentes, a pesar de no haber solicitado una papeleta de ausencia. Esto fue confirmado por un votante, Eugene R., que contactó a este autor a través de la web Unz Review, expresando que el episodio los tuvo como protagonistas tanto a él como a su señora esposa, en la localidad de Allentown, Pennsylvania.

En muchos de los precintos controlados por los Demócratas en Pennsylvania, se sucedieron informes de votantes, al respecto de que se limitó el acceso a observadores Republicanos -en abierto desafío a resoluciones judiciales-, y que estos hechos eran frecuentes.

Combinados, estos informes individuales -en apariencia, insignificantes- comenzaron a sumarse a las sospechas ya planteadas. Sin embargo, luego sobrevino una gigantesca anomalía estadística, tanto en Georgia como en Michigan.

En Michigan, por ejemplo, al recurrirse a capturas de pantalla proporcionadas, se observó una mínima diferencia matemática de apenas 7.131 votos entre Trump y John James, candidato de los Republicanos al Senado. Esto era esperado, dado que, conforme se mostró de acuerdo la investigación del Pew Research Center, el voto para senador casi siempre sigue al del voto para presidente, y adhiere a las preferencias partidarias.

No obstante ello, la diferencia entre Joe Biden y Gary Peters, candidato Demócrata, fue extraña: de 69.093 sufragios.

En Georgia, hacia las 6:05 AM (Hora del Este), la diferencia entre Trump y David Purdue, candidato Republicano para el Senado, también se alineaba con las preferencias partidarias. Sin embargo, al revisarse la diferencia entre Biden y el candidato a Senador Demócrata Jon Ossoff, la misma era de 98.501 (Biden: 2.414.651; Jon Ossoff: 2.318.850).

Esta matemática es digna de mayor escrutinio y explicación pero, sobre la base del primer examne, solo puede explicarse, ya fuere por un exceso de almidón en la ropa de los Republicanos que no votaron al partido alineado con Trump, quienes prefirieron a Biden en su lugar. ¿O bien...?

Ciertamente, este informe -que versa sobrre el primer día completo posterior al martes- debería apuntalar el interés de cualquier votante interesado, ya fuere aquél Demócrata o Republicano, tras lo cual correspondería exigir cierto escrutinio de cara a los hechos. Sin embargo, al señalarse a Biden como prematuro ganador, el objetivo de los medios de comunicación estadounidenses coincide con sugerir -a través del encubrimiento- que estos argumentos, al igual que lo sucedido con los alegatos de influencia familiar, son ya cosa del pasado.

Un repaso sobre los estados que continúan sin arrojar resultado certifican -a menos que Trump admita una derrota- que ambos argumentos seguirán en la palestra en esos estados en revisión y, luego -muy probable- llegarán al 'Certificado de Confirmación' (Certification of Attainmentdel Colegio Electoral, el próximo 14 de diciembre.

Sobran acusaciones en el Partido Republicano y, combinados aquellos argumentos y presentaciones, como ser las restricciones contra observadores electorales del GOP, aquéllas podrían convertirse en una mano favorable. No obstante, la realidad legal en el plano legislativo y sus eventuales violaciones son serias jugadas de ajedrez que, a lo largo de los próximos días, serán reveladas por Trump.

Previo a atender al principal desafío legal, la temática más sencilla versa sobre los alcances de los recuenteos en cada estado.

Un recuento puede ser exigido o comisionado por ley estatal en Wisconsin, Georgia, Michigan y Pennsylvania. Mientras que es cierto que los recuentos rara vez modifican un resultado previo, uno debe recordar el episodio del recuento en Florida del año 2000, y... la fortaleza de los argumentos que parecieran favorecer a Trump. Si tienen lugar recuentos de votos, ciertamente se realizarán bajo un escrutinio completo, sin importar lo que pase, por parte de elementos del Partido Republicano, y bajo estricta supervisión de los tribunales competentes.

A estas alturas, el margen para Biden -según se informó- refleja: Georgia: 10.195 votos; Michigan: 46.113; Pennsylvania: 19.423; y Wisconsin: 20.510. Se trata de una diferencia a favor de 96,241. Considerándose el acumulativo total de votos supuestamente ilegales, esta cifra -sujeta luego a eventual recuento y a los tribunales- sería plausible.


Al respecto de los recuentos

Ya la campaña de Trump ha exigido, informalmente, un recuento en Wisconsin, pero su equipo no lo ha planteado recurriendo al estatuto del estado.

Bajo la ley electoral de Wisconsin, no hay recuento automático, ni aún cuando los resultados no oficiales sean reñidos; un candidato deberá solicitarlo. De acuerdo al manual estatal que describe el proceso, los candidatos pueden exigir un recuento si se encuentran dentro del margen de victoria del 1%. Actualmente, Biden lleva una ventaja del 0.7%, con el 99% de los votos escrutados. El pedido no podrá ser planteado previo a que se complete el conteo total. De tal suerte que la novedad está aún pendiente.

Al procederse a un recuento en Wisconsin, deberá ser abierto al público, y el Comité de Encargados tiene la opción de contar manualmente, o de utilizar equipo para re-tabular las papeletas -a menos que un juzgado ordene lo contrario.

En Pennsylvania, donde el margen sea inferior o igual al 0.5% del voto total, puede solicitarse un recuento automático, si se dan las discrepancias conforme la siguiente descripción. Al momento, Joe Biden lleva el 49.608 % del voto, mientras que Donald Trump cuenta el 49.098%, un margen del 0.51%.

Sin importar la diferencia porcentual, el recuento igualmente puede ser solicitado, si se realiza una presentación, y si se abona luego por parte del denunciante -dentro de los siguientes cinco días de la elección, o bien cinco días después de los resultados computacionales, debiendo ser solicitado a través de la corte de Apelaciones Comunes (Court of Common Pleas). Si se detecta fraude o error, se otorgarán cinco días adicionales para la realización de nuevos pedidos o solicitudes, como por ejemplo, en los juzgados.

Georgia no inicia un recuento de manera automática. Sin embargo, si un candidato cae en el margen del 0.5% o inferior, podrá solicitarlo. La ley en Georgia también expresa que deberá procederse al pedido de recuento dentro de los dos días siguientes a la certificación de los resultados. La ley estatal no especifica quién deberá pagar por el recuento pero, como en Pennsylvania, la diferencia porcentual no es un requisito.

Michigan plantea cinco criterios para habilitar la solicitud de un recuento: 1) Que el candidato haya competido por la presidencia. 2) El pedido 'alega que el candidato ha sido agraviado a consecuencia de fraude o de error en la tabulación de los votos'; 3) El pedido 'habrá de contener argumentos específicos de mala praxis, solo si la evidencia de la misma está disponible para el denunciante'; 4) La solicitud 'habrá de plantear... la naturaleza y el carácter del fraude o de los errores incurridos...'; 5) El pedido 'especificará los condados, ciudades, localidades y precintos en donde será solicitado el recuento'.

Como puede presuponerse, el equipo legal de Trump ya ha tomado en consideración -y cumplido con- los cinco apartados.

Es cierto que, en los cuatro estados señalados, Trump está perdiendo. Y que en estados como Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, se encuentra ligeramente por encima del umbral para el recuento automático. Pero los argumentos para documentar el fraude pueden situar a Trump dentro de los límites exigidos para el recuento, o posiblemente invertir los resultados del estado en su favor, tras la presentación. Estando estos estados a poco tiempo de compartir los resultados finales, el término 'Recuento' llegará próximamente a los titulares de las noticias, en cuatro frentes separados.


Pennsylvania, Corte Suprema de Justicia... y recuento

La Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, por intermedio de su magistrado Samuel Alito, ordenó el pasado viernes a funcionarios electorales de Pennsylvania separarl os votos que llegaron luego del martes 3 de noviembre.

Alito ordenó (ver pdf) que los sufragios separados deberán 'almacenarse en un contenedor seguro, vigilado y sellado, separado del resto de los votos'.

El magistrado, no obstante, no ordenó a los condados que dejaran de contar sufragios. En lugar de ello, ordenó que los mismos sean contabilizados separadamente, quedando pendiente una revisión sobre su legtimidad. Aquí, Trump obtuvo una victoria significativa, aunque parcial, conforme la separación de los votos discutibles podrían dar lugar a una reducción del total obtenido por Joe Biden.

Esta resolución, junto con los conceptos del juez Alito, pueden ser una advertencia frente a las decisiones que habrán de provenir de la Corte Suprema.

En 2019, la legislatura de Pennsylvania aprobó una ley, conocida como Acta 77, que permitió que todos los votantes emitieran sus votos por correo pero, en palabras del juez Alito, 'se exigirá sin ambigüedad que todos los votos recibidos por correo serán recibidos hasta las 800pm del día de los comicios'.

En efecto, el texto exacto del Acta 77 de 2019, aprobado por la legislatura de Pennsylvania, refiere: 'Ninguna papeleta de ausencia bajo esta sub-sección deberá ser computado, si es recibido en la oficina del comité del condado electoral, más tarde que las ocho de la noche, en el día principal de la elección'.

Más determinante aún, el Acta 77 también previó que, si este segmento de la legislación era alguna vez invalidado, el resto del contenido del Acta, incluyendo la liberalización del voto por correo, también será declarada nula.

Hasta el momento, las cosas claras; salvo que Usted se desempeñe en la Corte Suprema del Estado de Pennsylvania.

Luego de una votación de cuatro contra tres, extrañamente, esta corte decidió que, primero, los votos por correo no necesitarán ser recibidos el día de la elección, y que las papeletas podrán ser aceptadas si cuentan con sello del día de los comicios, o recibidos dentro de los tres días subsiguientes. Acto seguido, la corte expresó gran creatividad, al tolerar que un voto recibido por correo que no tuviera sello postal -o bien que éste fuera ilegible- podría ser considerado como si hubiese llegado en los tiempos permitidos.

Por cierto, para una mayoría que entiende el idioma inglés, las resoluciones de esta corte llamaron a no cumplir con el Acta 77.

Previo a la resolución judicial del viernes, Alito ya había expuesto:

'Las provisiones que la Constitución Federal confiere a las legislaturas estatales, y no a los tribunales estatales, la autoridad de hacer reglas que entiendan sobre elecciones federales serían inocuas, si una corte estatal pudiera pasar por encima de las leyes adoptadas por la legislatura, sencillamente declamando que una provisión constitucional de orden estatal diera a los tribunales la autoridad para determinar las reglas que fueran, si se consideraran apropiadas para la conducta de una elección justa'' [el énfasis fue agregado por el autor].

Al realizar la presentación judicial, los Republicanos también sumaron su preocupación al respecto de que la Secretaria de la Mancomunidad de Pennsylvania, Kathy Boockvar, había emitido nuevos lineamientos el día 1ero. de noviembre (ver pdf), ordenando a los comités electorales de los condados que contabilizaran los sufragios que llegaran en fechas tardías.


Cuestión de forma

Alito consignó, en su resolución, que él no había sido informado sobre la emisión de lineamientos el 28 de octubre, 'los cuales habían tenido implicancias sobre la cuestión acerca de ordenar o no un tratamiento especial para las papeletas en cuestión', lineamientos que habían sido modificados. Alito sugirió que la separación de las papeletas sería necesaria porque, 'si la decisión de la Corte Suprema Estatal es, a la postre, modificada, habría entonces un remedio específico'.

Esto significa que Alito, Thomas y Gorsuch (que suscribió al disenso de Alito) quedan a tiro de desafíos legales interpuestos por Trump eventualmente, en relación al fraude posterior al día de los comicios. Esa sencilla decisión invalidaría, muy probablemente, miles de votos contabilizados ilegalmente en Pennsylvania. Sin embargo, al emerger nuevos argumentos, podrían sumarse más votos ilegales. O al menos, ello legitimizaría un recuento.

La predisposición de parte de la Corte Suprema, a efectos de proporcionar certiorari a acciones relativas al fraude electoral de los comicios de 2020, podrían anticipar consecuencias para otros estados, próximamente.

El caso puntual podría tener relación con las noticias de última hora, en donde la Comisión Electoral de Wisconsin (WEC) dijo a los trabajadores del comicio que ‘agregasen un domicilio de testigo no hallado' a cualquier papeleta deficiente, mientras que algunos trabajadores supuestamente fueron un paso más allá, firmaron en lugar de testigos inexistentes. De ser cierto esto, al proceder de ese modo, esos trabajadores habrán invalidado miles de votos, o más, incurriendo en delitos, y precisando ello de mayor intervención de parte de la Corte Suprema.

El Estatuto 6.86 de Wisconsin establece que:

'Un voto ausente deberá ser firmado por un testigo, a quien también se le exigirá que ponga por escrito su domicilio. Si el domicilio de un testigo no está listado, entonces el voto será considerado impugnado, y deberá ser devuelto al votante para que certifique los datos proporcionados sobre el testigo'.

'El estatuto es muy, muy claro'afirmó Michael Gableman, magistrado retirado de la Corte Suprema de Wisconsin, observador electoral el martes 3 de noviembre. 'Si un voto ausente no cuenta con información de domicilio del testigo, no es un voto válido'.

Tomándose en consideración los conceptos de Alito, y teniendo en mente la concurrencia de Thomas y Gorsuch, Wisconsin bien puede haberse anotado en el juego por venir; el recuento está pendiente de realización.

El ex embajador ante Rusia durante la Administración Obama, Michael McFaul, presuntamente conoce sobre las Revoluciones y los Colores, dado que su jefe recurrió a ellas en Ucrania, en 2014. McFaul, quien también fue instrumental en la campaña de desinformación intitulada RussiaGate versus Trump, y supo titular un trabajo con el renglón: 'Siete Pilares de la Revolución de Colores'.

Conforme esta histórica elección se desarrolla, habrá más informes y análisis sobre los episodios correspondientes a cada día, junto con los paralelos que ya sirven de advertencia para ilustrar cómo estos siete pilares comienzan a acomodarse para su versión estadounidense -como sucediera, cuando menos, con los ejemplos de Ucrania, Bolivia y Venezuela.

El paso inicial en cada ejemplo coincidió con la necesidad de utilizar una elección nacional como razón para disputar un resultado reñido, uno que los medios de comunicación perturban frenéticamente desde ambos lados: conmoción tan viscosa que el resultado deriva en una masiva turbulencia social, seguida de episodios de violencia.

Y, finalmente, la intervención militar.

En este capítulo, las primeras setenta y dos horas de noticias post-elecciones sobre el campo de batalla Estados Unidos 2020, primer paso en una victoria prefabricada por los medios, en donde cada lado desprecia al otro y le endilga comportamiento criminal, ya están en juego.

A no ser que Trump acepte los resultados.

Conforme este informe continúa indagando en los crudos alegatos del igualmente intolerable fraude electoral americano, como su pasado revolucionario en colores, el color de los Estados Unidos podría llegar a ser, aquí en casa, 'Azul Pálido'.

Buenas noches…



El autor, Brett Redmayne-Titley (en Twitter, @WatchRomeBurn) es periodista independiente y fotógrafo. Colaborador, entre otros, en The Unz Review, ZeroHedge, Asia Times, Global Research -todos ellos, de Estados Unidos.

* Artículo originalmente publicado en Unz Review, en inglés