INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS

EE.UU. no está 'entregando' a los kurdos sirios; aunque debería mediar en su conflicto con Turquía

Atrapada en un conflicto entre Turquía -histórica aliada en OTAN- y los kurdos...

13 de Octubre de 2019

 

Atrapada en un conflicto entre Turquía -histórica aliada en OTAN- y los kurdos -socios tácticos de los Estados Unidos en Siria-, la Administración Trump ha equilibrado los legítimos intereses de seguridad de Ankara, escenificando un retiro parcial de las fuerzas de operaciones especiales estadounidenses en el cuadrante nororiental de Siria. El gobierno de Donald Trump consolidó este propósito, manteniéndose al margen de la intervención militar turca desplegada el miércoles pasado.

Sirios desplazados, Oriente Medio, Turquía, KurdosAún cuando los críticos de la Administración estadounidense se han apresurado a la hora de fustigar esa decisión, calificándola de 'entrega' de los kurdos sirios, esa afirmación no es certera. Washington no recibió recompensas por mantenerse al margen de la cuestión, como tampoco está 'abandonando' a los kurdos, tal como lo han sentenciado los críticos. 

La sociedad de carácter ad hoc entre Estados Unidos y los kurdos sirios jamás involucró un compromiso estadounidense para asistirlos en su lucha contra Turquía; esa asistencia se limitó a ayudarlos a combatir al Estado Islámico -fuerza armada terrorista conocida como ISIS.

Así, pues, los Estados Unidos de América aún respaldan a los kurdos sirios contra ISIS, tal como respalda a los kurdos iraquíes y al gobierno iraquí contra el Estado Islámico. Pero, de igual manera, Washington se ha mantenido neutral frente a las quejas de Turquía -cuando Ankara explicitaba sus reclamos contra la amenaza que los kurdos sirios representan contra su gobierno.

A efectos de ser más específicos, el Pentágono continúa respaldando a las Fuerzas Democráticas Sirias (dirigidas por los kurdos) contra ISIS. Sin embargo, el gobierno estadounidense ha decidido no trabajar junto a la facción armada de los kurdos más populosa, esto es, las Unidades de Protección Popular (YPG, en su acrónimo kurdo), a la hora de resistir la intervención turca.

En términos geopolíticos, la decisión americana fue lógica -y necesaria.


Trump advierte al presidente turco

Turquía es un aliado estratégico de largo plazo para los Estados Unidos, y ejercita una influencia de magnitud en Oriente Medio. YPG es un desprendimiento del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK; nuevamente, en el acrónimo kurdo), que en rigor es un núcleo terrorista designado como tal por los Estados Unidos, y que ha declarado la guerra a Turquía desde 1984. Y lo ha hecho de la mano de una sangrienta insurrección separatista que se ha cobrado ya más de 40 mil vidas.

Aún cuando la Administración Obama (y también la de Trump) aceptaron al YPG como un flamante aliado táctico en la guerra versus ISIS, ninguno de ambos gobiernos estadounidenses se abrazó a la agenda del YPG en relación a Turquía. Ambas Administraciones subrayaron su cooperación con las Fuerzas Democráticas de Siria, una coalición ad hoc anti-ISIS en la cual la influencia del YPG se ha visto diluída, dada la participación de facciones árabes que se oponían a ISIS.

El 7 de octubre pasado, el presidente estadounidense Donald Trump advirtió a Turquía, ante la posibilidad de que Ankara 'cruzara la línea' en Siria, en tanto Washington ha amenazado con implementar sanciones económicas, si acaso el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ignora aquella advertencia. Así, pues, Donald Trump duplicó el esfuerzo de sanciones el viernes pasado, autorizando al Departamento de Estado para que diseñe 'sanciones significativas' contra Turquía, de ser necesario. Y esto ciertamente tiene poco que ver con el otorgar 'luz verde' a Ankara, conforme los críticos antes mencionados lo sentenciaron.

Asimismo, Washington está listo para actuar como intermediario entre sus socios kurdos de Siria y Ankara. Luego de que Turquía asegurara sus frontera, existe la posibilidad de que EE.UU. se ofrezca como mediador de un convenio que ayude a mitigar las fricciones entre ambas partes.

Al mismo tiempo, tampoco es cierto que la Administración Trump esté retirando a la totalidad de sus fuerzas militares de Siria, en este momento. El Pentágono ha retirado a un aproximado de cincuenta elementos de operaciones especiales de la frontera sirio-turca, y hasta 230 activos militares -de entre los casi mil desplegados en Siria-. Esa última porción de elementos ha sido redesplegado hacia el cuadrante sur del territorio sirio, pero ambos bloques de tropas permanecen en Siria oriental.  


Desacuerdos en torno de la 'Zona Buffer' 

Estados Unidos había estado negociando con Turquía la creación de una zona buffer en el cuadrante nororiental de Siria, en parte, con el objetivo de impedir una intervención unilateral de parte de Turquía -variante con la que los turcos han amenazado desde hace tiempo.

Pero Erdogan, en apariencia, frustrado con el hecho de que Washington se negó a acceder a sus demandas en pos de la consolidación de una zona de veinte millas de profundidad y de 300 millas de largo a lo largo de la frontera turca, se ha retirado de las negociaciones.

Los hechos se precipitaron el pasado 6 de octubre, cuando Erdogan dijo a Trump en una conversación telefónica que Turquía estaba firmemente dispuesta a cruzar la frontera. Luego de que Erdogan sentenciara que, de manera unilateral, establecería la zona deseada por la fuerza, Trump decidió quitar de en medio a las tropas americanas.

Si esa orden no se hubiese comunicado, hubiese existido un riesgo significativo de que las tropas estadounidenses quedaran en medio de los combates, o incluso de que terminaran involucradas en un choque armado con Turquía.

Toda vez que se ha escrito mucho en torno del fallo de la Administración Trump a la hora de respaldar a los kurdos versus Turquía, es ciertamente difícil examinar de qué modo el combatir contra un aliado de OTAN hubiese preservado la credibilidad de los Estados Unidos como aliado, en la perspectiva de terceros países.

El martes pasado, funcionarios del Pentágono desmintieron informes de prensa que sugerían que a las cúpulas del Pentágono no se les había informado sobre la decisión presidencial, revelando que Mark Esper -Secretario de la Defensa- y el General del Ejército de los EE.UU. Mark Milley -titular del Estado Mayor Conjunto- hubieran tomado parte del llamado telefónico entre Trump y Erdogan.

Lo que sí pudo sorprender a algunos funcionarios del gobierno americano fueron los comentarios de Trump en Twitter en relación a un retiro completo de Siria, bajo la premisa de poner fin a lo que él llamó 'guerras interminables'. Es sabido que todo enemigo obtiene ganancias cuando se arenga a poner fin a una guerra de manera unilateral; en tanto es cierto que ISIS no ha cedido del todo en su esfuerzo militar.


Mantener a ISIS a raya

En tal contexto, el monitoreo estadounidense será necesario a efectos de obstaculizar un eventual retorno del núcleo terrorista. Trump deberá prestar oídos a sus consejeros de seguridad nacional, evitando pronunciarse prematuramente en todo lo que tenga que ver con poner fin al esfuerzo militar versus ISIS.

ISIS ha regresado a sus orígenes subterráneos, pero continúa representando una amenaza potencial para la seguridad regional, y una de largo plazo contra la seguridad de los Estados Unidos -si lograra reagruparse efectivamente. Las fuerzas extremistas de orden islamista que mutaron en lo que luego sería ISIS ya consolidaron un retorno en Irak hacia 2014, y bien podría suceder lo mismo en Siria.

Las condiciones políticas subyacentes que facilitaron la reactivación del remanente de ISIS en Siria continúan en franca vigencia: anarquía, gobierno disfuncional, y represión sistemática ejercitada por el régimen sirio de Basher al-Assad-. Washington deberá ser cauteloso, a la hora de no contribuír a la construcción de un vacío de poder que facilite un eventual retorno de ISIS a la acción.

El inspector general para la coalición diseñada para derrotar a ISIS advirtió, en un informe desarrollado y publicado en agosto pasado, que ISIS ha reinstituído 'células emergentes' en Siria, y que esas células han ejecutado atentados con explosivos, asesinatos, secuestros y ataques suicida en zonas liberadas por las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF).

Por su parte, Turquía no está en posición de garantizar que ISIS no ponga en práctica un retorno. De ocurrir ello, deberá hacerse camino en medio de los combates contra los kurdos, para alcanzar luego a ISIS.

Erdogan, quien ha hecho la vista gorda ante la infiltración extremista contra ciudadanos islamistas extranjeros hacia Siria y desde Turquía, siempre ha evaluado que los kurdos eran una amenaza superior que el Estado Islámico.

Para bien o para mal, las Fuerzas Democráticas Sirias han sido un socio necesario en la batalla contra ISIS. No solo cuenta con combatientes bien entrenados y altamente motivados en el terreno, sino que controla algo más de una veintena de prisiones y campos en donde más de 12 mil milicianos de ISIS y 58 mil miembros de las familias de terroristas, y también simpatizantes del grupo, son retenidos.


Al cierre, se necesita más diplomacia

Estados Unidos habrá de retirarse de Siria, eventualmente, La cuestión central invita a considerar si acaso Washington ha hecho los arreglos para resguardar, adecuadamente, los intereses estadounidenses. Entre ellos, se cuenta el impedir un resurgimiento de ISIS, el obstaculizar la expansión de la influencia de la República Islámica de Irán, y el alcanzar un acuerdo político en Siria que morigere las complicaciones compartidas por la problemática humanitaria y permita un sano retorno de los refugiados.

En la práctica, la intervención militar turca complica los esfuerzos en torno de consolidar aquéllos objetivos, aunque no los vuelve imposibles.

No es tarde para consolidar un escenario aceptable en el oriente de Siria, si la Administración estadounidense puede ayudar a morigerar los combates entre Turquía y las Unidades de Protección Popular, manteniendo Washington los vínculos antiterroristas con las Fuerzas Democráticas Sirias.

Washington deberá presionar con la concreción de un cese al fuego en Siria, llegando a un claro entendimiento con Ankara en relación al alcance y los propósitos de la nueva zona buffer ideada por los turcos.

A largo plazo, el objetivo deberá ser la firma de un entendimiento sustentable entre Ankara y los kurdos sirios, similar al convenio cerrado entre Ankara y los kurdos iraquíes.

De no mediar un entendimiento como el descripto, la intervención militar turca llevará a los sirios kurdos a abrazarse a Rusia y al régimen de Basher al-Assad. Semejante desarrollo comprometería seriamente los intereses estadounidenses en la región, al tiempo que potenciaría los de Irán e ISIS.



Artículo original, en inglés, aquí

 

Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.