INTERNACIONALES: CARLOS ANDRES GOMEZ RODAS

Colombia: distinguiendo

El día 17 de enero, El Ojo Digital publicó un interesante artículo intitulado...

29 de Enero de 2019

Con gratitud al Doctor Jaime Andrés Úsuga Marín
quien inspiró estas líneas. 
Toda mi admiración y mi apoyo, 
pese a las diferencias que puedan separarnos 
en este momento crítico para nuestro país

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Aclaración inicial. El día 17 de enero, El Ojo Digital publicó un interesante artículo intitulado 'Colombia: La nueva inquisición universitaria', en el que se hablaba de la persecución a docentes conservadores y de derecha en mi Alma Máter, la Universidad Pontificia Bolivariana, en Medellín, Colombia. Se hablaba allí del caso de mi expulsión de la UPB, por razones de orden político, en septiembre del 2015. De inmediato, quise ponerme en contacto con los redactores, para agradecerles su generosidad y la precisión del artículo, cuyo autor, por seguridad, no quiso revelar su nombre. Sin embargo, como colombiano egresado de la universidad en mención puedo dar fe de que los hechos narrados en ese artículo son ciento por ciento ciertos, razón por la cual ofrecí mis servicios como columnista, para tratar temas de actualidad que resulten de interés para la comunidad internacional, intentando emular al valiente que salió en defensa de los académicos colombianos.
 
Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, ColombiaEn esta primera ocasión, he querido publicar un artículo acerca de los nombramientos en el gobierno del presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, pues análoga situación puede estarse dando en otros países del globo, provisto que no siempre los que ocupan los cargos públicos son los más idóneos para tal fin, sino aquellos que algunas élites de poder superiores al primer mandatario destinan con el fin de mantener el status quo y evitar, así, una verdadera transformación. Es por esta razón que creo que este artículo puede interesar a colombianos y no colombianos.

Aunque ya había sido publicado en IFM Noticias, continuamente sufre sabotajes por parte de hackers o crackers que desean impedir su lectura. Por otro lado, estimo que es un tema que tiene notable actualidad, y sobre el que es menester reflexionar.

Decía el abogado italiano, profesor de la Universidad de Génova, Riccardo Guastini, en sus estudios sobre teoría y metateoría del derecho, compilados en un texto que recogía los de otros autores, en 1999, que la palabra clave de muchos de los análisis que deben hacerse, precisamente se optimizan con este gerundio: 'Distinguiendo', y es, precisamente, lo que pretendo hacer en este breve texto, en relación a lo que viene sucediendo con los nombramientos del gobierno de Iván Duque en Colombia.

Comenzaré por indicar que veo cuatro grupos, a saber, en lo que se alcanza a vislumbrar de los funcionarios que, hasta ahora, se han nombrado y posesionado, y los decantaré así:

-El yuppi- tecnócrata duquista. Funcionario que, por sus calidades académicas y, en algunos casos, experiencia laboral, pero, adicionalmente, por la cercanía con el señor presidente de la república, con quien se conoce desde la juventud o la época en la que juntos sirvieron en la burocracia nacional o internacional, goza del aprecio y la estima del mandatario. Este tipo humano del gobierno Duque no sale del círculo social de la Universidad de los Andes, la Pontificia Universidad Javeriana, la Universidad Externado de Colombia o la Universidad del Rosario y, aunque cursó su pregrado en uno de estos augustos claustros de enseñanza, también tuvo la fortuna de cursar su maestría y/o su doctorado en Harvard, Yale, Princeton, London School of Economics, Oxford, Cambridge o, en caso de alguna debacle económica familiar, en alguna universidad de España o Argentina, pero, en todos los casos, habla un inglés fluido y, en algunos casos, otro idioma, aunque no conozca, en Cundinamarca, más allá de Tocaima, Anolaima, Anapoima u otros municipios cercanos donde acostumbraba veranear con los jovencitos de la clase alta bogotana, con quienes compartió sus años de estudio. Aclaremos que el señor presidente cursó su pregrado en la Universidad Sergio Arboleda, siguiendo la orientación de Álvaro Gómez Hurtado y de sus directivos: los prestigiosos Doctores Noguera, alcanzando gran reconocimiento por su desempeño académico y, posteriormente, ya en los Estados Unidos de América, alcanzó sus títulos de posgrado con excelentes notas, mientras también obtuvo sus experiencias laborales en el BID, al lado de los colombianos Luis Guillermo Echeverri (Abogado  de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, con Maestría en Economía Agrícola en la Universidad de Cornell) y Luis Alberto Moreno (Administrador de Negocios y Economía en la Florida Atlantic University, en 1975, Magíster en Administración de Empresas MBA de la Escuela de Negocios Thunderbird School of Global Management, obtuvo una beca en el programa para periodistas Nieman Fellowship en la Universidad de Harvard durante los años 1990-1991). Pese al desacierto de no elegir personas con el mismo perfil para su gabinete, parece que nadie, o solo unos pocos, que no han tenido eco, han señalado este hecho llamativo o emitido críticas al respecto.

El tecnócrata sin doctrina política. Desorientado ideológicamente, es alguien que nació para ser funcionario público,  pero no de los que se inscriben en un concurso de la Comisión Nacional del Servicio Civil, para ingresar a la carrera administrativa, sino de los que, por influencia de la familia o los amigos, o por el peso de la universidad, llegó de un brinco a los cargos directivos cuando tenia 26 años, aproximadamente, y acabando de obtener su diploma de posgrado en el extranjero o en alguna de las cuatro universidades que nombré anteriormente. No le importa de qué corriente política es el gobierno que ganó las elecciones, no participó en ninguna campaña, no puso ni trabajo, ni recursos y, por supuesto, tampoco puso voto alguno y la verdad no le importa, él saltará de un ministerio a otro, de un departamento administrativo a una superintendencia o una alta consejería sin problema alguno, como director o subdirector, como viceministro o secretario, como asesor, etc. En todo caso, no tiene interés alguno en los temas de la definición ideológica, pero le encanta devengar el jugoso salario y, generalmente, conforma con sus pares una cofradía cerrada, que se reparte la burocracia de segundo y tercer nivel y las cátedras universitarias de todo Bogotá.

Esta fauna es bastante particular, siempre caen de pie y, si toca criticar y atacar a otras ideas distintas a las del gobierno de turno, lo hacen. Luego dirán que solo fueron llamados al gobierno por sus conocimientos técnicos y que no les interesa la política. Lamentablemente, son mayoría los que les creen y, generalmente, tienen un poder inconmensurable, ya que proyectan actos administrativos y los llenan de contenidos propios, independientemente de las órdenes del alto gobierno, el cual, muchas veces, ni cuenta se da del texto final. Así pues, los tecnócratas sin doctrina política resultan siendo el verdadero gobierno. Esta especie de oscura élite moderna viene enquistada, hace un buen tiempo, en los despachos públicos, y tampoco sorprende mucho su inmovilidad.

El santista caradura y agazapado. Tiene un perfil muy parecido al anterior, ya que viene de la misma clase social y de los mismos entornos familiares. Generalmente, fue enemigo acérrimo de los miembros del Centro Democrático mientras disfrutaba de las mieles del poder en los 8 años de 'Juhampa' en el trono, pero también (los más viejos) fue parte de esa caterva de 'ex-uribistas' que, de un momento a otro, se convirtieron en santistas acérrimos, liderando la persecución contra el gobierno y las políticas que dirigieron el país entre 2002 y 2010 y sin las cuales hubiera sido imposible acceder al solio de Bolívar con su jefe. El oportunista descrito no tiene vergüenza alguna en defender ahora las propuestas de una campaña que atacó vía twitter y otras redes sociales y el gobierno de un presidente del partido que excluyeron, totalmente, de todo despacho público hasta el 7 de agosto pasado, llegando a creer que habían acabado con Uribe y su ralea de montañero. No contaban con los resultados del 2 de octubre de 2016, luego con los guarismos del 11 de marzo y, por último, con la estocada final del 17 de junio de 2018, sin embargo, y como lo suyo es la burocracia a cualquier precio, no tiene empacho alguno en quedarse con la cara bien lavada en el cargo, la palabra “dignidad” no la conoce y la palabra 'renuncia' mucho menos, y la que dice 'ratificación' es su preferida en el diccionario.

Es tal la enfermedad que se gestó en el gobierno colombiano anterior, que infectaron a los altos mandos militares que antes poseían un valor llamado honor y éste desapareció, para incoarse otro llamado 'lagartería ramplona y desvergonzada'. No se les mueve un músculo de la cara diciendo que ahora defenderán las ideas duquistas. Se cuidan mucho de mencionar la palabra Uribe y uribismo, y mientras persistan los carros oficiales, los escoltas y las secretarias, saludarán amablemente con la característica falsedad y zalamería, sin problema alguno, a quienes insultaron, atacaron y despreciaron durante muy buen tiempo. Este es el funcionario que viene cayendo mal en las bases del partido de gobierno y que ha logrado inferir fisuras y división con su nombramiento. Estaba convencido que saldría rápidamente de su cargo y está tan sorprendido como silenciosamente feliz de que no lo muevan. Llegó a su puesto en nombre del partido de la U, de Cambio Radical, del Partido Liberal, del partido Conservador o de los Verdes. Hoy, aunque no se dice miembro del Centro Democrático ya no lo ataca, guardando prudente y estratégico silencio. Cuando salga del Gobierno, volverá al ataque; eso está garantizado.
 
El profesional provinciano leal a la causa. Sin importar si la universidad es pública o privada, con estudios de posgrado en la misma provincia, que ha intentado crecer socialmente y que no ha tenido la oportunidad de estudiar en los templos sagrados de la sabana cundiboyacense, pero que tiene, incluso, experiencia en la administración publica, no tiene visos de ser un politiquero y, más bien, es un técnico con doctrina, con carácter, y que se la jugó a fondo en su región para que no se perpetuara el gobierno Santos. Intervino en las campañas, tanto de congreso como de presidencia, dejando la piel en la cancha y defendiendo las ideas del Centro Democrático y del candidato Duque, defendiéndolo de ataques de la oposición, de los medios fletados al gobierno y, en veces, de las dudas que generaba el candidato en miembros propios del partido. Este profesional sigue (y probablemente así se quedará) esperando la oportunidad de ir a Bogotá a mostrar y demostrar que la juventud , la formación y la nueva conciencia para modificar el país, no solo existe en  los jóvenes profesionales bogotanos o que pudieron desplazarse a esa ciudad a formarse y moverse en los círculos sociales de la alta dirigencia, sino también en las universidades de provincia, y que es allí, en esas regiones y subregiones donde se vive la verdadera Colombia que es tan difícil y tan distante de la conciencia yuppi, que la provincia no significa solo, calor, mosquitos y piscinas, folclor y cultura, corrupción y mala administración y que, muchas veces, las mejores experiencias de administración pública se han mostrado precisamente allí, en esas ciudades y departamentos, que solo son escuchados vía gobernadores y alcaldes, pero que no le dan la oportunidad a los jóvenes profesionales provincianos de integrar el sanedrín que se maneja desde palacio por el llamado 'Dueño de las Galletas' y que, hasta hace unos meses, era el nefasto ex senador del Partido Verde, Alfonso Prada, secundado por el fajardista Juan Valdés, sí, los mismos que acabaron con el SENA. No conocemos ahora quién ocupa dicho módulo y computador. 
 
Una perlita de recuerdo: Álvaro Uribe Vélez fue formado en una universidad pública de provincia y solo pudo formarse afuera luego de una prolífica carrera política, teniendo que salir del país con su familia a refugiarse porque el Estado Colombiano no podía brindarle protección. Por sus capacidades, conocimientos y méritos recibió la oportunidad de ser Secretario General del Ministerio del Trabajo en el Gobierno de Alfonso López Michelsen y, hasta donde sabemos, hizo un gran trabajo, reconocido hasta hoy.
 
El perfil que más enorgullece en este momento, es el del joven Ministro de Vivienda, quien demuestra que, a pesar de tener origen provinciano (La Guajira) y haber estudiado en una universidad pública  como la Universidad Nacional de Colombia (sede Bogotá), tiene una carrera brillante, aun siendo joven. Lástima que no hubiera estudiado el pregrado en su departamento de origen. Ojalá vuelva, algún día, a aplicar sus conocimientos y experiencia a su tierra natal.
 
El presidente Duque ha mostrado que el mensaje de combatir la politiquería, el clientelismo y la corrupción -que no son lo mismo, pero se complementan- es contundente, y eso merece ser reconocido, pero pretender que en el gobierno solo ostenten los cargos directivos técnicos llenos de diplomas, a veces sin experiencia y, mas aún, solo de las universidades bogotanas, es un mensaje preocupante y excluyente para un país provinciano que lo acompañó, casi todo, en su propósito de llegar a la presidencia, dado que, en esa misma ciudad capital se perdió, en ambas vueltas, la presidencia. 
 
Este texto no tiene un propósito de ataque ni denuncia, solo de reflexión para el gobierno que inicia. La tecnocracia no es suficiente y es un modelo que está más que comprobado que fracasa tarde o temprano. Le sucedió al ex presidente Pedro Pablo Kuczynski, en marzo de 2018, un tecnócrata de toda la vida, que quiso gobernar con sus pares y terminó bloqueado por el Congreso peruano en poco tiempo. 
 
Es una invitación a la reflexión para quienes asesoran, sugieren, señalan e imponen los nombres que los están acompañando en las primeras de cambio del Gobierno que llegó con la esperanza de cambiar de rumbo, pero cuyo timonazo en sentido contrario, se viene haciendo con una parsimonia tan elevada que no se está notando y no ayuda a la percepción ciudadana, la ratificación de ciertos personajes y el nombramiento de otros que ni acompañaron la campaña, pero peor aun, de unos que, incluso, atacaron al candidato, al partido, sus miembros y sus políticas de mucho tiempo atrás. 
 
Bogoteño. Dícese del ciudadano de provincia que tuvo la fortuna de viajar a la capital de la república, bien para estudiar o para trabajar y que, luego de unos años en esas latitudes, mira con desdén a sus coterráneos o paisanos y desdice de sus ancestros y orígenes, debido a que, al conocer la verdad revelada en la fría Santa Fe, se dio cuenta que sus familiares, amigos y conocidos, en efecto, son simples provincianos, calenturientos, camanduleros y retrógrados que no entienden el mundo real del poder y los negocios de alto nivel, por lo que intenta retornar solo en ocasiones que lo ameriten y reconocer, o incluso exaltar, su genética en las ocasiones que esta sea vista como algo resaltable o exótico en el lugar y momento precisos, mostrándose como un evolucionado de su raza. 
 

PD. No he ocupado cargo público alguno, no hago parte de ningún partido, pero tengo claro mi ideario político y no me avergüenza manifestarlo en público ni en privado. Creo que parte de mis ideas ganaron la elección presidencial; ¿o no?
El tema no es censurar a nadie que piense distinto a las ideas que ganaron, pero tampoco se puede ni debe excluir a los que ayudaron a elegir esas mismas ideas, sería allanar el camino a que lleguen al poder los que perdieron las elecciones y destruyan lo que se quiere reconstruir después del desastre que dejaron muchos que hoy, incluso, quieren permanecer en la nómina oficial.


 
Sobre Carlos Andrés Gómez Rodas

Gómez Rodas es Licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Filosofía (Universidad Pontificia Bolivariana; en Medellín, Colombia). Miembro del Centro de Estudios Clásicos y Medievales Gonzalo Soto Posada (CESCLAM). Coautor de los dos tomos del libro '100 Preguntas y Respuestas para Comprender el Conflicto Colombiano'. Es colaborador regular en El Ojo Digital (Argentina) y en el Centro Cultural Cruzada y Razón+Fe (ambos de la República de Colombia).