POLÍTICA ARGENTINA: ROBERTO PORCEL

Argentina: lejos de la hipocresía, ¿no sería hora de apoyar al Presidente?

Desde hace ya tiempo, los argentinos tenemos la costumbre de quejarnos -en virtud del modo...

24 de Diciembre de 2015

Desde hace ya tiempo, los argentinos tenemos la costumbre de quejarnos -en virtud del modo en que se han destruído las instituciones de la República. Ese reclamo es igualmente ruidoso de cara a la manipulación que se ha hecho de la administración de justicia y del Congreso de la Nación. Se multiplicaron los magistrados al servicio del poder político, o bien al servicio del poder económico. Tan nefasto un tópico cual el otro; en ambos casos, la resultante es la misma: descreimiento de la Justicia y ausencia absoluta de seguridad jurídica.

Casa RosadaEl parlamento, por su parte, fue lisa y llanamente convertido en una suerte de escribanía al servicio del kirchnerismo; un despacho utilizado para otorgar una apariencia de legalidad a actos que carecían de toda legitimidad. No hubo, durante la década pasada, peor hipocresía ni ficción democrática. El ejercicio abusivo de las mayorías y el desprecio mostrado hacia las minorías desnaturalizó y restó toda legitimidad a  su singular funcionamiento. No se legisló en función de la Nación ni de un interés general, sino tan solo de un interés mezquino y partidario. Se desvirtuaron los 'mandatos', y lo que prevaleció y cundió fue la 'obediencia debida' a la persona de Cristina Fernández de Kirchner.

El partido lo era todo; Cristina lo fue todo. No hay más que recordar al Senador Miguel Angel Pichetto manifestando no estar de acuerdo con lo que estaba votando, pero reconociendo que lo hacía de esa manera porque el espacio político al que pertenecía así lo demandaba. Vale también recordar las reuniones en las que más de un centenar de leyers eran votadas a libro cerrado, sin producirse debates ni conocimiento de lo que se votaba y sin la participación de los bloques de la oposición -tal era la orden de la entonces presidente. Se confundió mayoría con hegemonía. Y de esta suerte, se descompuso la escencia y naturaleza del Congreso de la Nación.

Así es que hoy, el nuevo gobierno tiene una labor titánica por delante; faena que, precisamente, consistirá en la revisión y readecuación de todas esas leyes votadas a libro cerrado. Entre ellas, ni más ni menos, que el propio Código Civil y Comercial de la Nación. Desde luego que ello no será sencillo ni mucho menos automático, toda vez que la gran mayoría de esos legisladores que desnaturalizaron su función continúan aún hoy ocupando sus bancas. No hay más que recordar la última sesión del Congreso, a escasas horas que asumiera Mauricio Macri como nuevo y flamante Presidente de la Nación; en la que los legisladores kirchneristas, arrogándose la representación de la 'voluntad popular' del '54% de los argentinos' (el resto, claramente, jamás importó), votó y sancionó más de 160 leyes, desconociendo el resultado de las urnas en las que Mauricio Macri acababa de derrotar a esa fracción política.

En aquella tarde-noche, los legisladores del Frente para la Victoria pusieron en evidencia que no actuaban respetando ni representando la voluntad popular, sino faltándole el respeto a ella y tan solo a favor de su líder político. El Presidente de la Nación, consciente de estos males, se propuso comenzar a corregirlos en lo inmediato, apenas asumido. En este norte, su primera preocupación, fue la de completar de inmediato la integración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Para ello, designó dos juristas de renombre, con capacidad y formación jurídica, independencia de criterio y honestidad intachables. No eligió 'amigos'; ni tampoco jueces que simpatizaran con su color político. Sencillamente, optó por los mejores. Quiso demostrar ante los argentinos su sincera vocación de restablecer y fortalecer las instituciones de la República, para que vuelvan a ser confiables -y encaró esta tarea sin hipocresías.

Consciente de que el Congreso de la Nación aún adolece de vicios y sufre una descomposición que llevará tiempo recomponer, el Presidente se recostó en la Constitución Nacional para empezar a poner orden. Infortunadamente -y una vez más-, primó en muchos la tilinguería, por sobre la razón y el pragmatismo. En lugar de celebrar la decisión, propios y ajenos salieron a cuestionar la metodología utilizada para la designación de los jueces, y se agraviaron por no haber convocado el Presidente al parlamento a sesiones extraordinarias para habilitar la discusión. Un parlamento compuesto, precisamente, por las mismas mayorías kirchneristas que, conforme ya lo habían adelantado, iban a oponerse a las designaciones. Ese parlamento con resabios del Frente para la Victoria -ya lo ha demostrado hasta el cansancio- no está dispuesto a ofrecer discusión alguna. Esos legisladores ni siquiera tomaron parte de la asunción del Presidente Mauricio Macri; porque su prioridad era exhibir su contundente desprecio por la República y confrontar con el mandatario electo.

En todo caso, no sería hora de ingenuidades ni cinismos. La integración de la Corte no debe demorarse; habiltar sesiones extraordinarias en este contexto -todos lo saben- significa dilatar sine die aquellas designaciones. Pareciera ser que todavía está muy vívida en la mente de muchos argentinos el legado de deformación compartido por el kirchnerismo; se preocupan por la 'apariencia' de vivir en democracia, en lugar de preocuparse por 'vivir' verdaderamente en democracia.

Se impone recuperar la Justicia, no mantener su fallido status quo. Fallos recientes y declaraciones de jueces y fiscales militantes así lo prueban. El Presidente así lo entiende, y está en la senda correcta. Quienes se equivocan son aquellos que han decidido confrontarlo, exigiéndole ser 'más papista que el propio Papa'; cuestionando incluso y poniendo en tela de juicio la propia normativa de la Constitución Nacional, que otorga razón y sentido a lo actuado y decidido por el flamante Presidente de la Nación.

 

Sobre Roberto Porcel

Es Abogado en la República Argentina, especialista en Derecho Comercial y experto en temas relativos a la falsificación marcaria. Socio en el Estudio Doctores Porcel, fundado en 1921. Los textos del autor en El Ojo Digital pueden consultarse en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/roberto-porcel.