POLITICA: LIC. GUSTAVO ADOLFO BUNSE

Nos instiga a una guerra civil

Si en su concepción del inframundo, el jueves 13 de septiembre fue armado por profesionales y si -como todos pueden suponer- se va a empeñar ahora en enfocar las cosas de esa manera, pues entonces, vamos a un enfrentamiento violento entre argentinos.

19 de Septiembre de 2012

Si en su concepción del inframundo, el jueves 13 de septiembre fue armado por profesionales y si -como todos pueden suponer- se va a empeñar ahora en enfocar las cosas de esa manera, pues entonces, vamos a un enfrentamiento violento entre argentinos.

Twitter, Lic. Gustavo A. Bunse¿Para qué decirlo con ambages?

Un enfrentamiento instigado, promovido y auspiciado… por ella. Es eso lo que anhela su mente dogmática y de raíz criminal.

Es eso para lo que se ha venido armando, no solamente con sus conocidos grupos de choque, sino peor. Incluso con la movilización increíble e inusitada de los reclusos.

En el 73, fue el odontólogo Cámpora quien soltó a los delincuentes con un fin perfectamente definido.

Ahora, serán sus admiradores. Autonominados con ese apellido, los que querrán y podrán hacerlo.

En medio de un pavoroso desdén que muestra el gobierno por las prioridades de Estado, la inseguridad pública ya se espiraliza como una epidemia de tifus. A la vista y paciencia de todos.

El que se atreve a hablar de “proveer seguridad” en este país -o a reclamarla siquiera como retribución al salvajismo impositivo- de inmediato es considerado “de derecha”.

Milagro Sala y sus milicianosPeor que eso: es un fascista y es, a priori, un represor liso y llano. Este es, para ella, su plexo ideológico de baldío.

Su entendimiento con el poder es un mañoso enfoque cualitativo de la vida y de la muerte que, en su práctica, agravia los tuétanos del lenguaje escrito en su mandato constitucional. Con el agravante de poner todo ese esfuerzo al servicio del robo.

Flota hoy -más que nunca- en el aire un vapor de proximidad violenta. El cual, además, habrá de tener los impulsores adicionales de una crisis que necesita, justamente, ese clima de inseguridad pública instalado y en plena vigencia.

Para hacerlo bien, ella ha decretado, previamente, el clasismo. Se trata de un clasismo tan perverso, que apunta a estigmatizar a la llamada clase media frente a los desposeídos.

Pero hay algo realmente insólito y acaso diabólico en todo esto: quienes instigan este enfrentamiento  extravagante, empezando por ella misma, son ladrones y millonarios enriquecidos en forma ilícita.

Todos, pues, sin excepción, instigadores de esta guerra, son sin duda multimillonarios auto confesos. Con patrimonios crecidos en espiral a la vista y paciencia de un pueblo burlado y atónito.

La gente, finalmente y sin mucho esfuerzo, huele -por esta terrible razón- (que es más que suficiente para todo) un denso vapor de confrontación social violenta.

Y de lo que no caben dudas es de que, con el estado de fractura social que campea en este momento en la ciudadanía, merced a los estímulos divisionistas de la Corona, un enfrentamiento entre los que protestan y los que dicen querer defender o proteger a la reina (corporizando en ella nada menos que la democracia) no es algo nada descabellado.

Pero no quiera nadie saber, si esto se la lleva puesta a esta mujer, o si nos lleva puestos a todos como alegres mariposas en la parrilla de un auto. Dan las cosas para inclinarse por lo último. Nadie le cree más a ella un bledo. Navega al garete en una nube de imbecilidad e idiotez banal.

Y vale la pena reiterar aquí la frase que preparan los que viven atados a su presupuesto, acusando a las sombras: “La democracia que hemos ganado la defenderemos en la calle”.

Y la democracia es ella.  Nada menos que ella. Ella.

El paradigma del aborto totalitario más contrafáctico de lo que debe entenderse por democracia. Tiene esta mujer un grado de desorientación tan enciclopédico que, así como lo ha hecho con el INDEC, lo haría con la luz del sol o con la ley de gravedad. Como que se anima, con total parsimonia, a cambiar las reglas de juego en la mitad de cualquier partido.

Si alguien, honestamente, supone o espera algún cambio positivo en el país, debería prepararse para un estrepitoso desencanto.

Esta dinastía de partisanos dirigidos a control remoto por una aventurera, ignora todo. Antes bien, ignora la esencia del poder, salvo en lo crematístico, en lo cual parecen ser diestros.

Digámoslo así: son diestros con el dinero nuestro, y son siniestros con la seguridad de nuestras propias vidas.

Son, en suma, cartoneros del suicidio colectivo.

Ella solita, extasiada hasta el delirio por el poder, embelesada por su mareo de perpetuación, sin hacer absolutamente nada y en una escena conmovedora de narcisismo y autocontemplación, nos avisa a todos que las cosas van a seguir así. En una escena de descarrilamiento interminable, que acaso estemos obligados a ver en cámara lenta.

Pero si en el páramo del devenir, si en medio de esta indignación social, aparece la AFIP para interrogar a un ciudadano que se ha atrevido a protestar. A marchar contra esta cleptocracia. O a pedir -como quien esto escribe- que la próxima marcha sea hasta con la gente que está en silla de ruedas,  entonces es legítimo tener las peores sospechas sobre que ella nos está instigando a una guerra civil.

Lic. Gustavo A. Bunse | El Ojo Digital Política