INTERNACIONALES: LIC. SANTIAGO PEREZ

Región Asia-Pacífico: nueva prioridad para los Estados Unidos de América

El retiro de los Estados Unidos de Irak y Afganistán, el ascenso de China al status de superpotencia y el nuevo mapa político global.

10 de Julio de 2012

Los Estados Unidos llevan ya once años en Afganistán. Medio Oriente ha representado, durante la última década, el escenario por excelencia en donde las tropas norteamericanas desarrollaron sus actividades. Con los atentados del 11 de septiembre de 2001 como punto de partida y la guerra contra el terrorismo como argumento central, Washington y sus aliados llevaron adelante una ambiciosa y costosa campaña militar que pareciera comenzar a encontrar su fin. El retiro de tropas de Irak fue materializado en 2011, en tanto que la intervención en Afganistán encontrará su final en el año en curso. Luego de una década de activa participación en la región, la política exterior estadounidense da inicio a la individualización de una nueva gran área sobre la que volcará su poderío militar y a la cual dará una nueva prioridad: la región Asia-Pacífico.

Luego de la disolución de la Unión Soviética, los Estados Unidos emergieron como la única superpotencia mundial. El equilibrio de poder entre dos gigantes que caracterizó a la Guerra Fría se evaporó y Washington focalizó sus esfuerzos en enemigos considerados no convencionales para la teoría política internacional. La guerra contra el terrorismo y la búsqueda a de la seguridad internacional desplazaron al equilibrio de poder entre los estados-nación como prioridad en la agenda global.

Desde la llegada al poder de Deng Xiaoping en la Republica Popular China en la año 1978, y gracias a una gradual y paulatina liberalización de su economía, el gigante asiático ha experimentado un extraordinario e ininterrumpido crecimiento que exhibe ya más de treinta años. Como suele suceder, el crecimiento económico trae aparejado un incremento en la capacidad de un país de operar dentro del sistema internacional, y eso es lo que ha sucedido con China durante los últimos tiempos: Pekín ha logrado posicioanrse como un actor de creciente protagonismo en las Relaciones Internacionales. Recientemente, se ha transformado en la segunda potencia económica mundial y, de persistir las tendencias, podría superar a los Estados Unidos como la principal economía del globo, al promediar el siglo XXI. Este constante crecimiento no es solo económico, sino también político, tecnológico e inclusive militar. La influencia de Pekín ya se hace sentir fuertemente en todo el sudeste Asiático, Africa y América Latina y al mismo tiempo, junto a otras potencias como Rusia y la India, comienza a ocupar un espacio en el balance de poder planetario que se encontraba vacío desde la disolución de la Unión Soviética.

Dentro de este nuevo y cambiante contexto global, Washington comienza a movilizar su poderío bélico del Medio Oriente hacia nuevos puntos estratégicos del Asia-Pacífico, donde persigue el único objetivo de contener el expansionismo chino. Dentro de esta estrategia, Australia cobra un renovado protagonismo. Estados Unidos ha firmado un tratado de cooperación militar con las autoridades de Canberra. El mismo permite a fuerzas norteamericanas utilizar la base de Robertson Barracks ubicada en el norte de Australia y las Islas Cocos (ubicadas al noreste del continente australiano) como plataforma para el lanzamiento de aeronaves y establecimiento de tropas. Si se suma este nuevo despliegue a la presencia norteamericana en la isla japonesa de Okinawa y la fuerte influencia de Washington sobre Corea del Sur y Taiwán, observaremos un gran cinturón estratégico que intenta acorralar geopolíticamente a China. Particularmente en lo relativo al flamante acuerdo militar australiano-norteamericano, las fuerzas allí apostadas persiguen, directamente, detener la intención de Pekín de extender su soberanía sobre el disputado Mar de la China meridional. Este espacio marítimo -compuesto por 3,5 millones de kilómetros cuadrados- resulta, potencialmente, un reservorio de múltiples recursos naturales, y acusa una ubicación estratégica por la cantidad de buques comerciales que lo transitan a diario. En la actualidad, la soberanía sobre el Mar de la China Meridional se encuentra en disputa entre una decena de países, y los Estados Unidos están dando un claro y contundente mensaje: no permitirán que China se apodere es esta valiosísima área marítima.

La guerra contra el terrorismo no ha finalizado aún. No obstante, Washington continuará persiguiendo agresivamente a células de Al Qaeda remanentes y otros grupos que operan en el mundo árabe. Su constante presencia y cooperación con gobiernos locales en el Medio Oriente y el norte de Africa así lo demuestran.

Finalmente, puede concluírse que Norteamérica ha identificado un nuevo adversario, que podría complicar sus planes de supremacía global. Todo parece indicar que el Lejano Oriente y la región Asia-Pacífico serán, durante las próximas décadas, el escenario donde veremos la mayor tensión de fuerzas entre los dos principales actores de la política global del siglo XXI.


Lic. Santiago Pérez
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* El autor es Licenciado en Relaciones Internacionales

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