INTERNACIONALES: POR SCOTT ERICKSON

La matanza en Francia nos recuerda la dispar amenaza del terrorismo

Este octubre se conmemorará el décimo aniversario de los ataques de los francotiradores en Washington DC, una serie de asesinatos que paralizaron de miedo a la capital de la nación...

25 de Marzo de 2012

Este octubre se conmemorará el décimo aniversario de los ataques de los francotiradores en Washington DC, una serie de asesinatos que paralizaron de miedo a la capital de la nación. Hasta que los pusieron ante la justicia, John Allen Muhammad y Lee Boyd Malvo metódicamente asesinaron a tiros a cerca de una docena de civiles inocentes. La semana pasada, los ciudadanos de la zona de Toulouse, Francia, tuvieron que soportar una experiencia igualmente aterradora.

Mohamed Merah (23 años), autoproclamado agente de al-Qaeda, es sospechoso de haber asesinado a siete personas en una serie de disparos deliberados que se llevó la vida de tres soldados paracaidistas franceses, un rabino y tres niños.

La violencia desatada por Merah llegó a su fin esta semana cuando fue descubierto por las autoridades escondido en un piso en Toulouse. Después de una larga y por ratos violenta confrontación en la que Merah hirió de gravedad a varios agentes de policía, la disputa llegó a un final sangriento cuando Merah fue muerto a tiros por el personal de Operaciones Especiales de la Policía francesa.

Según el ministro de Interior francés Claude Gueant, Merah afirmó “ser un muyahidín y de pertenecer a al-Qaeda”. La aparente motivación detrás de los asesinatos estaba conectada a su ira contra la política militar francesa en Afganistán.

Pero las inclinaciones asesinas de Merah no se circunscribían sólo a Francia. Los informes indican que Merah no sólo había entrenado con terroristas de al-Qaeda en Pakistán, sino que también había sido capturado en los campos de batalla de Afganistán, presuntamente por colocar bombas para los talibanes.

Esto, por supuesto, plantea la pregunta de cómo Mohammad Merah vivía libremente en Francia después de haber sido sorprendido trabajando con los talibanes en sus iniciativas para fomentar el terror en el precariamente frágil estado de Afganistán. Estas y otras preguntas, tendrán que ser contestadas.

Es probable que los ataques como estos seguirán ocurriendo. Como el Dr. James Carafano señala que “solo o en pequeñas cantidades, unos pocos pueden masacrar inocentes – no hay un arma de destrucción masiva mucho más sofisticada que una mente llena de odio. Hasta los horribles ataques de 2008 en Bombay por bandas de terroristas armados son cosas que podrían suceder en cualquier parte del mundo libre”.

Al-Qaeda, junto con personas asociadas con organizaciones terroristas auxiliares, seguirá modificando el terreno de actuación que sirva su deseo de sembrar la discordia y el caos en todo el mundo. Un ataque terrorista no tiene que ser grandioso en alcance o escala para lograr un resultado mortal y psicológicamente perturbador.

La matanza en Francia nos recuerda que un individuo trastornado, urgido por un deseo terrorista, puede alcanzar un nivel de destrucción que muchas personas trabajando al unísono a menudo no logran. A esta dificultad se enfrentan las unidades de contraterrorismo e inteligencia a la hora de identificar a terroristas conocidos como “lobos solitarios” o terroristas que operan solos.

También resalta la necesidad de la vigilancia continua entre todos los actores dentro de una sociedad. Esto incluye no sólo al personal de contraterrorismo e inteligencia a nivel federal, sino también a sus homólogos a nivel estatal y local – y el público en general debe seguir estando atento y ser consciente de los potenciales peligros asociados con una amenaza terrorista en evolución.

 

 

La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.

 

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por Scott Erickson / Heritage Libertad; The Heritage Foundation