POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

El pago

El affaire Papel Prensa y el periodismo fallido de Clarín. Las razones de la Presidente de la Nación para ir por todo, antes del final del verano.

24 de Diciembre de 2011

Cristina Fernández Wilhelm -ideóloga primigenia de todas y cada una de las medidas ahora en la palestra- ordenó ir por todo: desde unos cuántos días antes del jueves 22, ya se conocía el resultado final de la votación en el Congreso que pondría punto final al regenteo de la producción del papel para diarios desde la firma Papel Prensa. Desde ahora, los dos periódicos de mayor tirada nacional -Diario Clarín y La Nación, donde destaca el neocristinista Luis Majul- se encuentran en una encerrona imposible de quebrantar: el Estado determinará unilateralmente las cuotas del material que necesiten... si acaso le viene en gana proveérselo. Por otro lado, si los directorios de ambas publicaciones intentaran eludir el cerco, esto es, importando la materia prima, quedarían sujetos al pendulante estado de ánimo y la "criteriosa" discrecionalidad de Guillermo Moreno.

A la postre -y siempre de acuerdo al creer de muchos-, el Grupo Clarín termina recibiendo un merecido pago por haber obliterado con planificación y presteza aquel principio sobre el cual hoy reposa su reclamo: la libertad de prensa. Y no se exige esfuerzo intelectual sobrehumano para concluir que sus máximos referentes corporativos han caído víctimas de su ominosa inoperancia y una aguda carencia en materia de visión estratégica. El "diario más leído del país" viene haciendo trizas su reputación desde hace décadas, sobresaliendo algunos de los siguientes capítulos:

* El apoyo desmesuradamente desprolijo a la gestión y campaña políticas del riojano Carlos Saúl Menem y su agenda de remate a precio vil de los últimos bienes que quedaban a manos del Estado argentino. Desde luego, a cambio de una primera etapa de licuación de deudas de la empresa y la obtención de importantes cuotas de permisividad dirigencial para con el incremento de su participación en el mercado.
* La promoción exagerada de las inexistentes bondades del también ex presidente Fernando de la Rúa y de algunos de los principales albaceas de la tristemente célebre Alianza, como ser Juan Pablo Cafiero, Rafael Bielsa y Graciela Fernández Meijide. En grandes letras, Clarín acompañó la falseada gestión de Cafiero para clausurar las operaciones de desarmaderos de autos en el conurbano bonaerense. El periódico se refería a él como "Juampi", en una peligrosa analogía con el trabajo que pudieran ejecutar, por ejemplo, periodistas de cuarto año de cualquier colegio secundario del país.
* Enaltecimiento -cuando menos, irresponsable- del interinato de Eduardo Duhalde, a criterio de arrojar loas hacia una política de pesificación asimétrica que dejara como resultado el aterrizaje forzoso de importantes porciones de la remanente clase media en la pobreza. Connivencia político-corporativa que sirvió, en el proceso, para encarar una nueva etapa de licuación de los pasivos del Grupo bajo mención y cifrados, en ese momento, en pesos/dólares. El hoy cristinista Ignacio De Mendiguren saltaría a la fama en aquella oportunidad.
* En los "ratos libres" -y si acaso interesa-, el diario hasta se permitió cabildear para ubicar al drogodependiente Diego Armando Maradona en la conducción técnica del seleccionado nacional de fútbol. Con el foco puesto permanentemente en el negocio, sus títulos y medios alternativos se proponían influír ante AFA y en la politiquería interna de los clubes.

Meses antes de la irrupción del desaparecido Néstor Carlos Kirchner en el escenario nacional, referentes del santacruceño se acercaron al conglomerado periodístico para explorar una sociedad comercial que contribuyera a implosionar la imagen de Carlos Menem, rival en las Presidenciales de 2003. A consecuencia de la operación -en la que el duhaldismo también puso de suyo-, el riojano decidió abandonar la pelea, que sabía perdidosa de antemano, en virtud de la insistente demolición mediática a que su figura venía siendo sometido. Nace -en esta etapa- la descarada invención del "70% de popularidad" de Néstor, que Clarín también alimentó.

Sin saberlo, los mandamases de Diario Clarín arrimáronse al suicidio prematuro, apenas decidieron brindar enormes espacios a las noticias pergeñadas por Hebe de Bonafini, Estela Barnes de Carlotto y Horacio Verbitsky, entre otros. Precisamente, aquellos referentes de la escuela derechohumanista que hoy promociona con vehemencia la demonización del diario y que incluso convoca a actos de juzgamiento público de reconocidos periodistas.

A fin de cuentas, aquello de la "libertad de prensa" pareciera presentarse como un concepto inapelablemente sobreestimado. O bien las prioridades del periodismo profesional se encuentran grostescamente desordenadas: tarde se ha acordado el multimedio de reclamar por el estado de derecho. Clarín (y, en su medida, también La Nación) no solo se encuentra ahora acorralado a partir del problema insoluble del aprovisionamiento de papel: le será harto difícil a la publicación poner el grito en el cielo o rasgarse las vestiduras por la libre expresión no solo por los breves ejemplos citados en estas líneas, sino porque un importante puñado de sus columnistas jamás podrían justificar cómo es que percibieron y perciben contante dinero desde la Secretaría de Inteligencia -y otros organismos- desde tiempos casi inmemoriales.

Está en el ADN de una firma como Grupo Clarín serpentear en sintonía con su estrategia corporativa. Es natural que, en el proceso, la libertad de expresión deba torcerse o bien deba modificarse su estructura, con vistas a una simbiosis necesaria con el objetivo primario que, en este caso, resulta ser comercial. Es en este sentido que la Doctrina Asís gane terreno en la mente de muchos consumidores de noticias (Jorge Cayetano Zaín Asís (www.jorgeasisdigital.com) supo esgrimir, frente al duelo Kirchner versus Clarín que "Lo mejor sería que perdieran los dos").

Con todo, corresponde anticipar al malpensado. Cualquier analista medianamente intuitivo se encuentra en la vereda opuesta de cualquier justificación de la Casa Rosada y su movida estratégica para echarle el guante a la opinión publicada. Baste decir que sería inocente ahorrarse la investigación de la víctima: Clarín llega a esta etapa de padecimientos por la vía de sus propios errores corporativos, esos que le han sumado puntos para transformarse en el objetivo obligado del cristinismo. La construcción ideológica kirchner-cristinista utilizó al duhaldismo y al Grupo para consolidar su fastuoso ingreso en la política grande y, llegada la oportunidad, decidió deshacerse de ambos. Ninguna estrategia se implementa con matices; antes bien, se impone completar el programa: desde el primer minuto que el Gobierno Nacional esbozó un plan para adueñarse de Papel Prensa, resultó obvio que no solo los diarios se hallaban bajo fuego, sino todo aquel contenido que pudiera vulnerar -consciente o inconscientemente- las bases de gobernabilidad del oficialismo. Apenas aterrizara Néstor Kirchner en el sillón de Rivadavia, reveló su preocupación por evitar cualquier golpe de mercado que terminara la jornada con una Plaza de Mayo abundante en manifestaciones multitudinarias y focos ignífugos. En aquella confesión, el difunto blanqueó la intención futura de bloquear, cooptar o capturar a la totalidad de la prensa, espectro desde donde -en la visión del desaparecido santacruceño- se esparcían las noticias sobre cualquier corrida cambiaria.

La Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm sabe que debe ir por todo, hoy. El presente es el momento indicado, en virtud de que ella considera de que se encuentra en el pináculo de su popularidad y que, en rigor, no queda demasiado tiempo para aprovecharla. Tornábase imperioso atacar los flancos débiles de la prensa corporativa para evitar que -finalizada la temporada estival y llegado el mes de marzo- los grandes títulos comiencen a promocionar la escalada inflacionaria que destruirá los bolsillos del remanente de los sectores medios. Evento que sobrevendrá con la multitud de incrementos en los costos de tarifas, bienes y servicios, ahora sin subsidio. Como parte del plan, Balcarce 50 continuará la arremetida contra Cablevisión y otras firmas proveedoras de Internet. El espacio cibernético representa -sin temor a error- la última línea de defensa, porque es un terreno redescubierto por el furibundo ciudadano promedio. Y, no en vano, La Cámpora recurre a su recurso humano de más reducido intelecto para multiplicar, por la vía del copy&paste, los mensajes prooficialistas desde decenas de miles de terminales.

En el terreno político-social, el primer cuatrimestre del 2012 podría ser testigo del último enfrentamiento de interés. Por cierto, la mención es para la entente cordiale compuesta por Hugo Moyano, Gerónimo Venegas y Luis Barrionuevo. A sabiendas de que terminará siendo perseguido por la justicia adicta a la Casa Rosada, el Primer Camionero se encuentra con la responsabilidad de abandonar la cobardía que algunos cercanos le adjudican y ejercer el rol de contrapeso frente al poder central. Moyano jamás llegará a la Presidencia de la Nación pero -se reporta- cuenta con una última oportunidad para reconciliarse con la mitad del electorado que no optó por Cristina el pasado 23 de octubre. Evaporado ese potencial contrapeso de color gremial, no quedarán demasiadas noticias para el entretenimiento del televidente. Salvo, tal vez, el rostro atemorizado del Vicepresidente Amado Boudou en su rol de titular del Senado de la Nación, sin mayor idea de cómo operar la botonera del panel. O, ¿quién sabe? Quizás esa preocupación no observe relación con sus tareas en la Cámara Alta, sino con cierto episodio que lo afectó recientemente. Comentan los curiosos que el bueno de Aimé sufrió el robo de un maletín de parte de manos anónimas que violentaron su vehículo, aparcado en el motor pool de Presidencia. Esas mismas fuentes refieren que, en virtud de la marcada desconfianza que existe en el rosado edificio contra la SI y la Policía Federal, la investigación ha sido remitida a otra fuerza.


Por Matías E. Ruiz, Editor
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