POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

Alberto Rodríguez Saá y el sabor amargo de la decepción: una campaña plagada de errores y poblada de oscuros referentes que persiguen y amenazan

"La publicidad es una mezcla juiciosa de adulación y amenazas" (Herman Northrop Frye, crítico literario canadiense)

12 de Marzo de 2011

Iniciada la campaña con miras a octubre de 2011, el Peronismo Federal se caracterizó por incontables idas, venidas, cruces y desencuentros entre los principales precandidatos Felipe Solá, Eduardo Duhalde, Mario Das Neves, Carlos Reutemann y el gobernador puntano, Alberto Rodríguez Saá.

 

Luego de un año interminable de tomas de posición y arremetidas en la prensa, Solá y el santafesino -ex piloto de Fórmula Uno-, quedaron claramente fuera de carrera. Sobreviven hoy en la puja electoral el hombre fuerte de Lomas de Zamora, el Gobernador del Chubut y el hermano de "El Adolfo" [poco imaginativamente apodado "El Alberto"]. Reutemann se despistó, a partir de su criticada intentona por transigir con el pejotismo de Agustín Rossi en Santa Fe: las críticas lo hicieron trizas, y la aventura finalizó con el ya conocido paso al costado. En cualquier caso, su mal de Parkinson tampoco le hubiera permitido gran margen para la maniobra. Así, en la política argentina de estos tiempos se cuela un nuevo protagonista -sobre el que no se comenta mayormente-: las dolencias de los aspirantes. En el teatro de operaciones porteño, Gabriela Michetti [inmersa en un combate fratricida con Horacio Rodríguez Larreta para suceder a Mauricio Macri] no sabe a qué método recurrir para amortiguar sus agudos dolores lumbares.

 

Por su parte, Mario Das Neves se arrimó al espacio del peronismo opositor montándose en el poco creíble rol de kirchnerista arrepentido. Su campaña ha quedado reducida a la anticipación grandilocuente de la siembra de afiches en toda la Capital Federal. Es lógico: sus operadores se esfuerzan por quebrar esa dura barrera del desconocimiento que le proyecta una pesada sombra. Por si ello fuera poco, su origen geográfico y político se encuentra peligrosamente adherido a todo lo que representa el oficialismo. Con todo, su futuro ahora se ve comprometido, no solo por el innegable vínculo con Pan American Energy, sino por los informes y los comentarios que, soterradamente todavía, insisten en que los operadores del Gobierno Nacional movilizarán la propia tropa para que voten en la disputa intraperonista en favor del chubutense. La contaminación oficial de los medios de prensa ha traspasado la frontera de lo informativo, para operar sobre las internas de los partidos de oposición. El objetivo parece ser claro: inclinar la balanza hacia quien resulte más funcional a la agenda de Balcarce 50.

 

Finalmente, los peronistas federales que guardaban alguna fantasía de renovación -particularmente aquellos de la provincia de Buenos Aires- comenzaron a apoyarse operativa y emocionalmente en la figura de Alberto Rodríguez Saá. Agradaba el estilo combativo del gobernador puntano, y esa temeridad que lo llevaba a emprenderla tanto contra Eduardo Duhalde como contra la Presidente Cristina Fernández, sin escatimar crudeza ni sarcasmo. Después de todo, nadie puede negar que San Luis es el paradigma de la provincia modelo: se trata de un distrito con criminalidad cero -allí, son desconocidos los limpiavidrios y los "trapitos"-, con pleno empleo y ventajas comprobadas para la instalación de industrias y PyMEs, entre otras tantas bondades.

 

Ya inmerso en sus presentaciones públicas, Alberto Rodríguez Saá exhibió sus peores errores al comenzar a desandar el camino de la campaña hacia la precandidatura presidencial. Los discursos eran brillantes: el hombre supo desplegar siempre una interesante artillería de seducción, "persuadiendo" tal cual lo sugerían los consejos del General Perón. Sin embargo, resultaba ciertamente extraño que el precandidato insistiera en la proyección tecnológica de su provincia, cuando él mismo exhibe una página web... que no funciona. Al poco tiempo, la improvisación de su campaña se hizo patente: las órdenes que él mismo se ocupaba en desparramar desde San Luis consistían en instalar su imagen en la siempre deseada provincia de Buenos Aires. Precisamente, la geografía política donde su índice de desconocimiento se mostraba preocupante: un candidato que no existe en este cotizado distrito, simplemente está destinado a languidecer en las arenas del olvido. En ese limbo, los aspirantes abandonados a su propia suerte y desgracia blanquean sus huesos bajo los rayos de un sol impiadoso e imperturbable.

 

Cuenta la historia que nunca nadie supo quién o quiénes comandaban el equipo de campaña de "El Alberto": un par de legisladoras por aquí, referentes sueltos [y desconocidos] por allá. Al cabo de un rato, hicieron su aparición en escena Carlos Irusta y el ex gobernador santafesino (1983-1987) José María Vernet. Denostado por todo aquel que lo recuerda en su paso por la Gobernación, Vernet carga consigo el pesado lastre de la corrupción en el tristemente célebre episodio de la construcción del puente colgante, un extraño capítulo de malversación en la compra millonaria de juguetes (a partir de lo cual, muchos procedieron a rebautizarlo como "el juguete rabioso"), y el infaltable relato del polémico conteo de votos que lo llevó a su puesto (ver http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=363027). Actualmente, este operador de Rodríguez Saá no es ni la sombra de lo que era: ha perdido peso y su salud se encuentra irremediablemente deteriorada. Junto con Irusta, han hecho de la captación de militantes un suculento negociado en la provincia de Buenos Aires, cuando de lo que se trataba era de difundir el alcance del partido "Es Posible" de los Saá en ese territorio. Infidencias aparte, las convocatorias en cada distrito se caracterizaron siempre por la escasez de participantes y las deudas dejadas a los armadores locales: en lenguaje suburbano, el sustantivo utilizado es "tendal". Carlos Irusta es observado con desconfianza hasta en la mismísima Casa de la Provincia de San Luis en la Capital Federal, sita en Azcuénaga 1087: en esta suerte de minicomando porteño de los Rodríguez Saá, el mencionado operador se mueve como si fuera un mandamás de alto vuelo. Por supuesto, siempre acompañado de su pegajosa secretaria privada. La muchacha se ha vuelto imprescindible para él, en virtud de que Irusta -según las fuentes obligadas de consulta- desconoce hasta la ubicación del encendido de su computadora personal. El dato de color tiene que ver con el desprecio que cosecha el hombre incluso de parte de la Directora Mónica Elena Whitechurch. En la Casa, nadie comprende a ciencia cierta cómo "es posible" que Alberto Rodríguez Saá sostenga financiera y operativamente al señor. Recientemente, incluso le fue preparada una oficina más amplia de la que disponen todos por allí, haciendo honor a su capricho. Pero Carlos Irusta tiene problemas mayores que su propia ignorancia: militantes y armadores conocidos del territorio bonaerense prometen obsequiarle una "visita privada" próximamente. Las facturas, según se ve, podrían arribar todas juntas. Para colmo de males, el tándem Irusta-Vernet se las ha arreglado para convocar a partisanos de origen cuando menos, dudoso, para la faena relativa a la campaña. Nombres como Martín Orlando y Miguel "Mameluco" Villalba remiten a relatos escabrosos, pero que la política se empeña en reciclar permanentemente. La pregunta del millón es si acaso el propio Alberto Rodríguez Saá se encuentra en conocimiento de las identidades de aquellos que pululan bajo el paraguas de su precandidatura.

 

Los entornos presidenciales nunca dejan de obsequiar puntos lóbregos y que saturan el anecdotario. En medio del pandemónium y el "teléfono descompuesto" que tiñen las eventualidades de la campaña del precandidato puntano, se suceden los desaciertos y las ingenuidades. Recientemente, Rodríguez Saá rechazó abonar el precio de US$ 500 mil mensuales que le hubiera facturado un "Gran Diario Argentino" para mencionarlo regularmente entre los titulares principales, en vistas de que la cifra le pareció irremediablemente elevada. El amateurismo del aspirante también termina demoliendo sus propias posibilidades. Algunos se subirán a caballo de la sorna para apuntar que los Saá ciertamente no tienen problemas de disponibilidad de fondos. Otros se arrimarán al sórdido terreno del secretismo y las notas de los expedientes a buen resguardo en la Secretaría de Inteligencia para recordar que la "fórmula puntana" no se basa solamente en una "brillante administración": el juego comienza a tornarse peligroso.

 

A la postre, la tapa de la olla termina por salir despedida: el militante peronista Jaime Isaac Alper -jefe de campaña del aspirante a intendente pinamarense Rafael De Vito, y que también se desempeñaba como armador de actos para el precandidato Alberto Rodríguez Saá en la ciudad balnearia de Pinamar y localidades lindantes- acaba de presentarse ante medios locales para dar cuenta de la cuestionable "calidad" del entorno del Gobernador de San Luis. De acuerdo a sus denuncias -presentadas por el momento solo ante los periódicos-, Carlos Irusta se comunicó a su teléfono móvil para amenazarlo de muerte, tanto a él como a su familia. Las amenazas del cuestionado operador puntano tienen su origen en la insistencia de Alper para que Rodríguez Saá dejara de apoyarse políticamente en los individuos identificados en el presente artículo: había mucho en juego, e Irusta ciertamente venía pujando por no quedar fuera de él. Las duras expresiones de Alper se encuentran disponibles en formato de audio en el sitio web underground http://www.elcarterodepinamar.com/.

 

Amén de la evidente decepción, la floja campaña de Alberto Rodríguez Saá arroja un compendio de lecciones que otros deberían apuntar. Si Usted es candidato...

 

1. Asegúrese de nombrar un equipo de campaña eficiente y -por sobre todo- con una límpida hoja de servicios. Por asociación, el electorado le endilga al candidato los mismos vicios que contaminan a sus operadores. Si alguno de ellos ha sido cuestionado públicamente, deshágase de él con presteza y comuníquelo a los medios. Un candidato serio conoce perfectamente a cada miembro de su equipo de campaña, al tiempo que exige resultados concretos.

2. Jamás escatime a la hora de aparecer en la prensa. Recurra permanentemente a ella a la hora de difundir comunicados y/o desmentidas. Estas erogaciones no son gastos: deben ser considerados como una inversión necesaria e ineludible.

3. Ponga a disposición un mínimo de propuestas y plan de trabajo en los denominados "Nuevos Medios", utilizando un sitio web completo como columna vertebral, y extendiendo viralmente sus apariciones públicas [videos, artículos, respuestas a funcionarios del Gobierno Nacional y a rivales de su interna] en las redes sociales. Recuérdele a su equipo y militantes que recurran a estos espacios de manera periódica. Aquí reside el poder de los espectros políticos con buena llegada a la juventud.

4. Extinga rápidamente los conflictos internos entre miembros de su equipo de campaña y jamás dude a la hora de tomar medidas draconianas. Siempre conviene tener presente el ejemplo de las manzanas podridas del cajón. La asociación que pudieren hacer los potenciales votantes también juega un rol preponderante aquí.

 

Las consecuencias derivadas de las torpezas de la campaña para la precandidatura de Alberto Rodríguez Saá ya se perciben en el terreno. Por estas horas, es noticia vieja que la poca militancia que se había refugiado en partidos locales o en las subsidiarias de "Es Posible" en territorio bonaerense han huído hacia los espacios duhaldistas. Puertas adentro, una mala selección de elementos para un equipo de trabajo conduce, inapelablemente, a la desaparición y al olvido. Y de poco o nada sirve subirse a caballo del ejemplo de las elecciones perdidas por el brasileño "Lula" Da Silva: huelga decir que las diferencias que observa nuestra política respecto de la que exhibe el país hermano son, por demás, insalvables.

 

 

Por Matías E. Ruiz, Editor.

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Por Matías E. Ruiz, Editor