ECONOMIA INTERNACIONAL: INTERDICTO COMERCIAL

Acuerdo arancelario entre los EE.UU. y el Japón: antecedentes y consideraciones

Las negociaciones arancelarias entre los Estados Unidos y el Japón...

23 de Julio de 2025


Las negociaciones arancelarias entre los Estados Unidos y el Japón han sido un tema central en las relaciones bilaterales durante los últimos años, especialmente bajo la administración Trump en su segundo mandato. El anuncio reciente de un acuerdo comercial 'masivo' entre ambas naciones ha redactado un hito significativo. El convenio involucra tarifas recíprocas del 15% en exportaciones japonesas hacia territorio estadounidense, una inversión de US$ 550 mil millones por parte de Tokio en la economía americana, y la apertura de mercados japoneses a productos norteamericanos como automóviles, camiones, arroz y variopintos bienes agrícolas. Este desarrollo surge en medio de tensiones globales por el comercio, donde Trump ha impulsado su trademark político America First mediando tarifas universales y recíprocas para reducir déficits comerciales.

Diferencias comerciales, Estados Unidos, Japón, Washington, Tokio

El contexto económico es crucial: el comercio bilateral alcanzó casi US$ 230 mil millones en 2024, con los nipones manteniendo un superávit de alrededor de US$ 70 mil millones. Los Estados Unidos criticaron durante años lo que perciben como prácticas comerciales desleales, incluyendo barreras no arancelarias en Japón que limitan las importaciones americanas. Por su parte, Tokio, aliado clave en Asia, ha buscado equilibrar sus intereses económicos a través de la necesidad de mantener fuertes lazos de seguridad con Washington. Este acuerdo, anunciado por Trump el 22 de julio de 2025, reduce las tarifas amenazadas del 25% al 15%, aunque impone costos que podrían afectar el crecimiento de ambos interesados.


Antecedentes históricos

Las tensiones comerciales entre los EE.UU. y el Japón datan de décadas atrás, pero se intensificaron durante la primera Administración Trump (2017-2021). Durante 2018, Trump impuso tarifas del 25% en acero y 10% en aluminio a distintos países, incluyendo al Japón, bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, y citándose preocupaciones vinculadas a la seguridad nacional. Tokio respondió con una serie de réplicas, pero ambos países optaron por el diálogo en lugar de fomentar una escalada. El epílogo derivó en el Acuerdo Comercial Estados Unidos-Japón de 2019, que entró en vigor durante enero de 2020. Este pacto eliminó o bien redujo tarifas en productos agrícolas estadounidenses valorados en US$ 7.2 mil millones, como carne de res, cerdo y lácteos, alineando a los EE.UU. con los beneficios que el Japón otorgaba a miembros del CPTPP (Acuerdo Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífica). Como contrapartida, los EE.UU. redujeron tarifas en 241 líneas arancelarias japonesas, cubriendo bienes industriales como herramientas industriales y bicicletas.

Sin embargo, el acuerdo de 2019 dejó pendientes cuestiones clave, como las tarifas en automóviles y partes automotrices, que representan el 40% de las exportaciones japonesas a los Estados Unidos (alrededor de US$ 55 mil millones). Trump amenazó reiteradamente con tarifas del 25% en autos, pero las postergó para fomentar negociaciones. Durante la pandemia de COVID-19 y la administración Biden, las tensiones se atenuaron temporalmente, con cuotas en acero y aluminio reemplazando algunas tarifas. No obstante, el regreso de Trump en 2025 revivió la agenda proteccionista. En abril de 2025, Trump implementó tarifas "recíprocas" basadas en déficits comerciales, comenzando con un 10% universal y escalando a 25% en sectores como autos. Japón recibió inicialmente una tarifa del 24%, pero fue invitada a negociar como aliada clave.

Estas negociaciones se enmarcan en un panorama global más amplio. Japón, como miembro del CPTPP y con acuerdos con la Unión Europea y ASEAN, ha diversificado sus socios comerciales para mitigar riesgos con Estados Unidos. Por ejemplo, el acuerdo Japón-UE de 2019 redujo tarifas en el 90% de los bienes, beneficiando a exportadores japoneses. Sin embargo, la dependencia de los EE.UU. como mercado principal para autos (1.5 millones de vehículos exportados en 2024, valorados en US$ 41 mil millones) hace que cualquier tarifa sea dolorosa. Trump ha criticado públicamente al Japón por no comprar suficientes autos o arroz estadounidenses, refiriéndose a barreras culturales y regulatorias. En junio de 2025, las conversaciones se estancaron en la cumbre del G7, con Japón exigiendo la eliminación total de tarifas antes de concesiones mayores. Esto refleja una estrategia japonesa de 'apresurarse con lentitud', priorizando intereses nacionales sobre acuerdos apresurados.


El proceso de las negociaciones

 
Las negociaciones de 2025 dieron inicio genuinamente tras el anuncio de Trump el 2 de abril de tarifas recíprocas, que afectaron a docenas de países. Japón, junto con Corea del Sur, recibió una carta exigiendo cambios en políticas comerciales 'injustas' o enfrentar un 25% en exportaciones. El negociador jefe japonés, Ryosei Akazawa, visitó Washington en abril, ofreciendo compras aumentadas de energía y equipo de defensa estadounidenses, e incluso luciendo un sombrero 'Make America Great Again' para congraciarse con Trump. Sin embargo, las tensiones escalaron cuando Trump impuso el 25% en vehículos y partes en mayo, afectando a Toyota, Honda y Nissan.

Akazawa mantuvo múltiples rondas de charlas con el Secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, reconfirmando posiciones y buscando un 'punto de aterrizaje mutuamente aceptable'. Japón insistió en que las tarifas eran 'infortunadas0 y que era preciso revisarlas completamente, alineándose con la postura china de que sin rectificación, las charlas carecían de sinceridad. El primer ministro Shigeru Ishiba enfatizó que Japón no concedería todo, protegiendo intereses nacionales, especialmente en agricultura.

A medida que se acercaba la fecha límite del 1 de agosto para tarifas del 25%, las discusiones se intensificaron. En julio, Akazawa sostuvo conversaciones 'francas y profundas' con Lutnick, enfocándose en la eliminación de tarifas en acero y aluminio (que permanecen en 50%) y autos. Japón ofreció incentivos para inversiones en los EE.UU., como subsidios fiscales a través de JETRO, para alinear con la agenda de Trump de revivir la manufactura estadounidense. Trump, por su parte, caracterizó a Japón como 'malcriado' y amenazó con no extender plazos, pero retrasó las tarifas hasta el 1 de agosto para permitir negociaciones.

El punto de inflexión ocurrió el 22 de julio, cuando Trump anunció el acuerdo en un evento en la Casa Blanca y en redes sociales. Describió el pacto como 'el mayor acuerdo comercial en la historia', involucrando tarifas del 15% en bienes japoneses, inversión de US$ 550 mil millones y apertura de mercados. Ishiba lo calificó como el 'número más bajo hasta la fecha' para países con superávit comercial, destacando que no incluye reducciones arancelarias japonesas y protege la agricultura. Las negociaciones involucraron ocho rondas, con Japón priorizando la independencia económica sin sacrificar sectores clave.
 

Detalles del Acuerdo Anunciado

El acuerdo, firmado el 22 de julio de 2025, establece tarifas recíprocas del 15% en exportaciones japonesas a los EE.UU., una reducción significativa de la amenaza del 25%. Esto aplica a autos y partes, sector crítico para Japón, donde las tarifas existentes del 25% se rebajan, beneficiando a exportadores como Toyota (que planea vender vehículos hechos en EE.UU. en Japón para mitigar impactos). A cambio, Japón se compromete a invertir 550 mil millones de dólares en Estados Unidos, enfocados en cadenas de suministro de semiconductores y farmacéuticos, con Estados Unidos recibiendo el 90% de las ganancias y creando cientos de miles de empleos.

Japón abrirá sus mercados a más productos estadounidenses, incluyendo autos, camiones, arroz y bienes agrícolas, sin cuotas restrictivas en autos (a diferencia del acuerdo con el Reino Unido, limitado a 100,000 vehículos). No hay cambios en tarifas japonesas, preservando barreras en sectores sensibles. El pacto también incluye discusiones futuras sobre tarifas en acero y aluminio (50%) y un eventual joint venture en un gasoducto en Alaska. El mandatario norteamericano lo presentó como un 'gran acuerdo para todos', reduciendo el déficit comercial, mientras Ishiba lo vio como un compromiso óptimo, con tarifas del 15% como 'el mejor en esta etapa'.

Este convenio edifica sobre el de 2019, ampliando el acceso agrícola y digital, aunque introduce inversiones masivas para alinear con prioridades de Trump en manufactura y seguridad nacional. Sin embargo, fabricantes estadounidenses como Ford y General Motors criticaron el pacto por dejar tarifas del 25% en sus plantas en Canadá y México, mientras el Japón se beneficia con un descuento.
 

Implicancias para la Economía Estadounidense

Para los EE.UU., el acuerdo promete beneficios significativos en empleo y manufactura. La inversión japonesa de 550 mil millones, dirigida a chips y pharma, fortalecerá cadenas de suministro domésticas, reduciendo dependencia de China y creando cientos de miles de empleos en estados clave como Michigan y Ohio. Trump enfatizó que los Estados Unidos recibirán el 90% de las ganancias, potencialmente agregando miles de millones al PBI y reduciendo el déficit comercial de 70 mil millones.

Las tarifas del 15% incentivarán producción local, con empresas japonesas como Toyota expandiendo fábricas en los EE.UU. para evitar costos. Esto podría aumentar exportaciones agrícolas estadounidenses, como arroz y carne, donde Japón enfrenta escasez y precios altos. Proyecciones indican un impulso al Producto Bruto estadounidense de 0.3-0.5% en 2026, gracias a inversiones y mayor acceso a mercados. Sin embargo, riesgos incluyen inflación por tarifas, afectando consumidores que pagan más por autos japoneses (aumento estimado del 5-10% en precios). Fabricantes estadounidenses podrían enfrentar competencia desleal si Japón subsidia exportaciones.

En el contexto global, este pacto posiciona a los EE.UU. como duros negociadores, potencialmente inspirando acuerdos similares con la UE o Corea del Sur. Pero si otros países replicaran, la situación podría escalar hacia una guerra comercial, reduciendo el crecimiento global en 1-2% según el FMI. Para la economía estadounidense, dependiente de importaciones, el equilibrio entre proteccionismo y alianzas será clave.


Implicancias para la Economía Japonesa

El Japón enfrenta un panorama mixto. La reducción de tarifas del 25% al 15% alivia presión en el sector automotriz, que representa el 3% del PBI y emplea a millones de personas. Acciones de autos como Toyota subieron tras el anuncio, reflejando alivio inversionista. Sin embargo, las tarifas del 15% aún podrían reducir el PIB en 0.5 puntos en 2025, según Daiwa Institute, al encarecer exportaciones y erosionar competitividad.

La inversión de 550 mil millones, financiada por incentivos gubernamentales, podría tensionar el presupuesto japonés, pero fortalece lazos bilaterales y diversifica riesgos. Japón, con 1.1 billones en bonos del Tesoro estadounidense, usa esto como palanca, aunque evitó venderlos para retaliar. La apertura a productos estadounidenses como arroz podría aumentar importaciones, beneficiando consumidores con precios más bajos, pero perjudicando agricultores locales protegidos por subsidios.

A largo plazo, el acuerdo impulsa la independencia económica de Japón, como sugirió Ishiba, diversificando hacia CPTPP y RCEP. Sin embargo, con China como principal socio comercial, Japón debe navegar tensiones geopolíticas. El yen se fortaleció tras el anuncio, pero inflación por tarifas podría presionar al Banco de Japón para ajustar políticas monetarias. En resumen, mientras el pacto mitiga daños inmediatos, obliga a Japón a reestructurar su modelo exportador, potencialmente reduciendo crecimiento en 0.2-0.4% anual si tarifas persisten.


Conclusión

El acuerdo arancelario de julio de 2025 entre los EE.UU. y el Japón representa un compromiso pragmático en un entorno comercial volátil, equilibrando proteccionismo estadounidense con necesidades japonesas de acceso a mercados. Aunque reduce tensiones inmediatas, sus implicancias económicas son profundas: para los Estados Unidos, fortalece manufactura y empleo pero arriesga inflación; para Japón, protege exportaciones clave pero impone costos en crecimiento y agricultura.

En un mundo interconectado, este pacto podría modelar futuras negociaciones globales, enfatizando la necesidad de multilateralismo para mitigar impactos. Ambos países, como aliados, deben monitorear efectos a largo plazo para asegurar beneficios mutuos y estabilidad regional.


- Con información de Reuters, Nikkei Asia Review, Associated Press, Bloomberg, Japan Times