Avenida del Medio: corrosión y abandono
Del shock sistémico a la extinción del Centrismo.
07 de Junio de 2025
Es una de tantas secuelas compartidas por el año electoral 2023: el desmoronamiento de la Tercera Vía como verosímil agente de Cambio. En el caso particular de PRO, la lección debió ser aprendida de la peor manera, con la licuación secuencial del poder de fuego de sus candidatos evidenciándose primero en las internas y, luego, en las generales. Por ese derrotero de sometimientos, transitaron Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y, más recientemente, Jorge Macri. A su manera, cada uno de ellos intentó personificar la reivindicación de una marca afincada en un mensteroso Centrismo, desprovisto de posicionamiento, y ostensiblemente alejado de las problemáticas cotidianas -fracasando estrepitosamente.

En todo caso, la fuga en estampida que protagonizaron los votantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el pasado 18 de mayo -desarrollo que castigó al macrismo en su versión porteña-, ya había tenido su correlato apenas días antes, cuando PRO ni siquiera lograba figurar en el tablero de resultados de los comicios desarrollados en provincias del norte argentino.
Todo lo cual compele hoy a analistas y editorialistas a posar la mirada sobre la novedosa fenomenología que, complementaria del quiebre sistémico que se florea con la partidocracia tradicional, se cobra hoy una nueva víctima: la Avenida del Medio. Con meridiana claridad podría comprenderlo Rodríguez Larreta, orgulloso proponente del dialoguismo y los ‘consensos’. Desconcertado, el predecesor de Jorge Macri asistió como mudo testigo al desmoronamiento de las plataformas vinculadas a los buenos modos y sanas costumbres, que ácidos e insidiosos críticos llamaron a rebautizar como Buenismo.
Resultó extraño que ni el propio Larreta atendiera a los resultados previamente retornados por múltiples focus groups; en efecto, ese ejercicio de investigación de mercado, apalancado en la formulación de preguntas abiertas, expuso una amplificación de sentimientos de angustia, abulia, desgano y sentimientos asociados entre los consultados, cada vez que se les preguntaba sobre sus impresiones frente a la Casta política.
Ciertamente, a través de diferentes microuniversos de entrevistados, la opinión pública daba inicio a la exteriorización de su repudio en perjuicio de alternativas partidarias que, de acuerdo a esa juiciosa percepción, tendían a cacarear más de la cuenta y a resolver poco -y a multiplicar problemas y padecimientos. Otro resultado marginal del Ejercicio Electoral 2023: como metodología, el Focus Group no aporta valor agregado, si se desatiende a la esencia de los mensajes compilados. Su contratación per se no garantiza resultados, y lo propio sucede con el grueso de los autopercibidos ‘consultores políticos’ quienes, por regla general, se aferran enfermizamente a la replicación de protocolos anti-rupturistas -vale decir, a la zona de confort que ofrecen las caducas Buenas Costumbres.
En rigor, las plataformas saturadas de buenismo continúan gravitando sobre sus propios desperfectos de origen: lejos de llamar a la acción, se retroalimentan en la flagrante inacción. Aún la predilección por el consenso ha de regirse por el ímpetu vigorizante de la resolución de problemas -precisamente, aquello de lo que el dialoguismo carece. En consecuencia, el apelativo a la aquiescencia fenece en las limitaciones de su zona de confort, por cuanto invita a la constitución de comisiones y nucleamientos cuyo fin será homenajear a la Nada.
Es en este punto donde el mileísmo, entendido ya como movimiento aglutinante y promotor de ejes comunicacionales paradoctrinarios, pudo consolidar remarcables avances electorales. Y lo ha conseguido explotando concienzudamente una estratagema de reposicionamiento de la competencia, sin decirlo -para imprimirle dinámica al ejercicio de sinécdoque-: ‘Nosotros, Hacemos. Ellos, Hablan’. La tipologización teórica de referencia cobra sentido en un ilustrativo ejemplo: el dominio del desafío inflacionario o la pulverización de normativas económicas que interferían con la cotidianeidad del Hombre Común -por cuenta del gobierno nacional- amplifican la parálisis opositora. En el escarpado territorio de la semántica, esto significa que Javier Milei y sus comanditarios bloquean la capacidad del adversario para elaborar un Mensaje potable -vale decir, de confeccionar un posicionamiento sustentado en logros materiales. La probada insuficiencia de los antagonistas al mileísmo a la hora de descifrar este enigma profundiza su asociación con el Club de Aquellos Que No Resuelven -a la larga, extendiendo en el tiempo sus padecimientos electorales. Y más gravoso será el cuadro situacional de la oposición, si el Presidente termina logrando que esa percepción se afiance en el subconsciente colectivo del electorado, presente y potencial.
No obstante, y pensando ya en octubre, se multiplican los jugadores que entienden que el Centrismo no ha recibido todavía su certificado de defunción. Si Milei se las ha arreglado para detonar el Mediocampo e hiperpolarizar la Conversación, deducen aquellos que alguna colina pudo habérsele escapado. Toda vez que la apreciación pudiera ser pertinente, la encarnizada conquista de ese solitario y cenagoso promontorio -alrededor de un 20% de electores- involucraría a demasiados protagonistas. Traducido: una multitud de actores pujando por un market share a todas luces irrisorio. A eso aspirarían Pichetto, Massot, Monzó, Manes; y CC/ARI o la UCR y la izquierda como ecosistemas atomizados. Aunque la escrituración eventual de ese menesteroso botín sirva, cuando menos, para financiar la titularidad de uno o variopintos minibloques en el Congreso -y para no mucho más.
Porque, como ya se ha dicho, el Buenismo se empeña en gravitar sobre sus desperfectos de origen: si es irresoluto y carece de narrativa, de inmediato se circunscribe a sus propios límites -construyéndose un techo, y reduciendo sus proyecciones futuras en el intento.
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@MatiasERuiz

Sobre Matias E. Ruiz
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.