ECONOMIA INTERNACIONAL: ROBERTO CACHANOSKY

Argentina: un gasto público que destruye el futuro de nuestros hijos

En el trabajo desarrollado el pasado fin de semana por Daniel Sticco...

02 de Marzo de 2022

 

En el trabajo desarrollado el pasado fin de semana por Daniel Sticco en el matutino Infobae -referido a la evolución del gasto público consolidado-, se observan dos datos de relevancia: 1) durante las décadas del ochenta y del noventa, el mismo se mantuvo en un promedio del orden del 30% del PBI; y, 2) es a partir de 2005 que el gasto comienza a ampliarse, alcanzando un formato de mayor aceleración en 2007, hasta alcanzar el presente 47% del PBI.

Crisis Argentina, Economía, Martín Guzmán, Gasto Público, Kirchnerismo, PopulismoSin lugar a dudas, el viento de cola de la soja de comienzos del siglo XXI contribuyó a financiar ese nivel de gasto público, concierto que se evidenció en no pocos países de la América del Sur. Múltiples gobiernos populistas de tinte autocrático no hubiesen surgido sin la ayuda del citado viento de cola que registró el precio internacional de las materias primas que, por ejemplo, exporta la Argentina.

Sin embargo, el gasto público del 30% del PBI tampoco resultó sencillo de financiar, y derivó en numerosas crisis. En los ochenta, tuvo lugar el colapso de la “tablita cambiaria” sostenida en base deuda pública; luego, la crisis del Plan Austral, del Plan Primavera, la hiperinflación de 1989, y el colapso del 2001/2002, con devaluacióndefault y pesificación de los depósitos en dólares.

La contracara del incremento en el gasto público son las confiscaciones de ahorros, como sucedió con los ahorros que los ciudadanos argentinos contabilzaban en las AFJP bajo el gobierno kirchnerista, y a partir de la infinidad de impuestos que fueron surgiendo -y otros aumentados- con el solo objetivo de sostener un tamaño del Estado absolutamente imposible de financiar por parte del sector privado, además del consumo del stock de capital productivo.


¿Por qué aumentó tanto el gasto público?

Es posible analizar dónde subió mayormente el gasto, y detectar los rubros que explican ese aumento: sólo entonces, será factible verificar que no se trató de aumentos tendientes a prestar mejores servicios, sino que se basaron exclusivamente en hacer populismo. El grueso del incremento en las partidas presupuestarias se concentra en lo que se denominan planes sociales y, en particular, en el gasto en jubilaciones y pensiones contributivas y moratorias excesivas, en virtud de que el kirchnerismo, demagógicamente, duplicó la cantidad de beneficiarios sin que éstos hubiesen aportado al sistema -es decir que igualó hacia abajo, a todos.

Gasto público en Argentina, Martín Guzmán, Kirchnerismo, Alberto FernándezOtro rubro es la creciente nómina del empleo público, correspondiente a los tres niveles de gobierno. En 2002, se contabilizaban 1,9 millones de empleados públicos, sin enumerar a los organismos descentralizados y empresas públicas. Ya en noviembre de 2021, la cifra llegaba a los 3,3 millones -lo cual consigna un 74% de aumento, muy alejado de la tasa de incorporación neta en el sector privado.

Un tercer rubro son los subsidios económicos, que tienen por finalidad el financiar a las empresas, dadas las tarifas de servicios públicos artificialmente bajas que abonan los usuarios. En 2006, empezaron representando el 1,3% del PBI -llegando a un máximo del 5% del PBI en 2014; el ex presidente Mauricio Macri los redujo hasta el 1,6% del PBI, mientras que la presente gestión del Presidente Alberto Fernández volvió a llevarlos a 3,25% del PBI.

Planes sociales, empleo público, tarifas artificialmente bajas de los servicios públicos, duplicación la cantidad de jubilados y pensionados sin contar con el financiamiento adecuado, no son otra cosa que populismo en estado químicamente puro.

Los incrementos en el gasto no responden a una mejora en los servicios de seguridad, defensa, justicia, educación o salud; al contrario: persiguen el fin de captar votos, repartiendo recursos obtenidos vía endeudamiento público, emisión monetaria y aumento de la presión impositiva. El cálculo podría sintetizarse de la siguiente manera: 'Pierdo votos entre los que castigo con más impuestos, pero gano más entre los que reparto ese gasto'.

Por tal motivo, observamos que, dada la inherente dinámica populista que porta consigo, el kirchnerismo insiste en percibir nuevos impuestos, buscando prorrogar el denominado “impuesto a la riqueza -que iba a ser por única vez- e inventando el gravamen a las viviendas desocupadas.



Factores de crecimiento

En función de que una eventual reducción del gasto público implicaría perder intención de voto, han inventado aquéllo de que lograrán equilibrar las cuentas del sector público gracias al crecimiento económico.

Crecimiento implica aumentar la capacidad de producción. En definitiva: destruir inversiones, contratar personal para crear o ampliar una empresa, comprar insumos, lidiar con los problemas del negocio y arriesgar el capital en un emprendimiento que nunca se sabe si saldrá bien.

Considerando que en la Argentina es preciso lidiar con los controles de precios, la falta de dólares estadounidenses para destinar a la importación de insumos, tolerar nuevas cargas tributarias, hacer frente a una legislación laboral que no busca crear más trabajo sino depredar los pocos puestos que quedan, y ausencia de crédito interno para financiar inversiones, resulta bastante difícil imaginar que alguien vaya a proponer inversiones en la Argentina, mediando esa colección de restricciones. Y, si osare hundir inversiones y sortear todos los obstáculos mencionados anteriormente, luego esa persona habrá de lidiar con el sindicalismo de los Moyano, que en cualquier momento utilizarán camiones para bloquear el funcionamiento de su empresa.

A fin de cuentas, es una fantasía imaginar que la Argentina pueda llegar a crecer genuinamente tras esa colección de ataques contra la inversión, tanto en variables económicas como en falta de calidad institucional. Lo ciert es que, mientras se mantengan el actual nivel de gasto público, la emisión monetaria, los recurrentes controles de precios, y la actual carga tributaria, más argentinos insistirán en abandonar el país -eligiendo ser responsables tributarios en naciones más amigables para la inversión.

El Estado presente lo ha estado durante demasiado tiempo, logrando pulverizar la economía, la moneda nacional, ahuyentar inversiones, y consolidar un status generalizado de pobreza y desocupación inimaginables. No será sencillo desatar este nudo de gasto público, pobreza y desocupación, considerándose que la cultura de la dádiva hoy prima sobre la cultura del trabajo.

Bajo el presente ecosistema de gasto público, la decadencia argentina se ampliará, por cuanto el modelo exige construír un país en base a empleo público y planes sociales, atacando a todo aquél que elige producir y generar riqueza.

Ya tenemos bien claro cuánto y dónde ha aumentado el gasto público. A partir de aquí, será necesario comprender ese nivel de gasto es populismo; es éste populismo el que está destruyendo el futuro de nuestros hijos.

El gasto ha puesto la mira en los valores que, hace tiempo, hicieron grande a la Argentina: la cultura del trabajo.


 

Sobre Roberto Cachanosky

Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, y profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina). Publica regularmente en el reconocido sitio web Economía Para Todos.