ECONOMIA INTERNACIONAL: NATALIA MOTYL

Argentina: no hay que estabilizar la economía, sino liberarla

A lo largo de las últimas semanas, se conocieron las estadísticas socioeconómicas del año pasado.

16 de Abril de 2021

 

A lo largo de las últimas semanas, se conocieron las estadísticas socioeconómicas del año pasado. Las mismas remiten a 2020 caracterizado por una mezcla de psicosis colectiva y decisiones incorrectas en materia económica. No obstante, al parecer, el argentino es el único ser humano capaz de volver a tropezar con la misma piedra más dos veces. Casi parece un delirio místico el hecho de que, tras observarse las consecuencias de haber llevado adelante una de las cuarentenas más largas del mundo, hoy se esté debatiendo, nuevamente, restringir ciertas actividades económicas.
 
Martín Guzmán y Alberto FernándezConvendrá repasar algunos datos económicos. Según el INDEC, 4 de cada 10 argentinos se encuentra en situación de pobreza; más de 1 de cada 10 argentinos, en situación de indigencia; 6 de cada 10 niños, en situación de pobreza; 7 de cada 10 de los hogares con jefe, no registrado recibió prestaciones implementadas a partir de la pandemia; el 5 de cada 10 recurrió al uso de sus ahorros o a la venta de bienes para afrontar la crisis; 4 de cada 10 argentinos se endeudó para hacer frente a la misma; más de 41.000 pequeñas y medianas empresas cerraron; 2 de cada 10 locales bajaron sus persianas en todo el país; el desempleo supera el 14%; la inflación argentina es la más alta, entre diez naciones del mundo; la deuda externa total alcanza al 90% del PBI; mientras que el PBI per cápita se ha reposicionado en niveles del 2006.
 
Evidentemente, la disyuntiva que planteó el oficialismo entre salud o economía no era el camino indicado. Es más, según las últimas declaraciones del propio Ministro de Economía, Martín Guzmán, el país no tiene margen para retomar una cuarentena tan restrictiva como la del año pasado. Lo cual tampoco es cierto: el año pasado no la tenía, y los resultados son más que visibles. Infortunadamente, se impone la más absoluta irracionalidad, a la hora de tomar decisiones que terminan afectando a toda la ciudadanía.
 
Ante el actual contexto, no son pocos quienes recomiendan llevar adelante un plan de estabilización que reoriente el rumbo económico del país. Sin embargo, no parece correcto hablar de estabilización, conforme lo que la Argentina precisa es reducir el intervencionismo estatal. El principal objetivo debería ser sanear la economía, liberándola de cualquier intromisión estatal. A tal efecto, será necesario llevar adelante una serie de reformas estructurales, como reducir el aparato estatal, propiciar una reducción de impuestos, reformar el sistema previsional, reformar el sistema de coparticipación federal, y propiciar una mayor apertura comercial. Dichas reformas permitirían que el país alcance un nivel de bienestar similar al de las naciones desarrolladas, en pocos años.
 
En consecuencia, no es necesario estabilizar la economía, sino liberarla. Así lo sentenció Juan Bautista Alberdi, '¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra'. Desde 1990 hasta el 2000, la Argentina exhibía un crecimiento promedio anual superior al 4%. A partir del 2000, dicho crecimiento se redujo al 2,9% promedio anual. Desde el 2010 hasta el 2017, el mismo se redujo al 2,3%; y, desde el 2018 hasta el 2020, se ha promediado una caída anual del 5%. A partir de 2011, el país -tras evidenciarse un boom en el precio de las commodities o materias primas-, el sector privado dejó de generar puestos de trabajo, comenzando a estancarse la economía.
 
Dicho retroceso fue acompañado por un avance del aparato estatal. Entre el 2003 y el 2015, el número de empleados públicos se incrementó en 2 millones, manteniéndose hasta nuestros días. Si se compara al 2003 versus el 2008, se observará que la cifra de empleados públicos se incrementó en un 55% a nivel nacional, 117% a nivel municipal, y un 77% a nivel provincial. Este incremento del gasto público fue financiado con mayor emisión, más deuda y más impuestos, combinatoria que terminó afectando al entramado productivo, y condenando el progreso económico del país.
 
La estabilidad a que se aspira en los programas económicos de estabilización es un concepto vano y contradictorio. El individuo en sí es un ser inestable, cuyas valoraciones van modificándose contínuamente. La cuestión es, entonces: ¿cómo pretender determinar un punto de estabilidad bajo este movimiento constante? Es totalmente absurdo. Lo fundamental, finalmente, consiste en dejar en manos del orden espontáneo y en las decisiones individuales el futuro de la economía. Cada vez que este Estado, conformado por personas de carne y hueso, interviene los mercados, genera distorsiones que provocan daños profundos en el bienestar de los argentinos.

Si el propósito es retomar la senda del crecimiento, sólo se necesita más libertad.


 
Sobre Natalia Motyl


Motyl se desempeña en la Fundación Libertad y Progreso. Es especialista en comercio exterior y analista de negocios. Sus trabajos son publicados también en el sitio web en español del think tank estadounidense The Cato Institute, en Washington, D.C.