Joe Biden deberá hacer frente a la estrategia extorsiva de Irán
Irán ha apuntalado su campaña coercitiva de presiones sobre la Administración del presidente...
Irán ha apuntalado su campaña coercitiva de presiones sobre la Administración del presidente estadounidense Joe Biden, en dos frentes principales: el duelo que involucra al programa nuclear iraní, y los ataques terroristas perpetrados por proxies o subsidiarios de Teherán.
En el frente nuclear, Irán ha venido incrementando -de manera sostenida- sus procesos de enriquecimiento de uranio, excediéndose en los límites cualitativos y cuantitativos establecidos por el fallido convenio atómico de 2015, el cual Estados Unidos abandonó en 2018, y que Irán ha venido violando sistemáticamente desde el año 2019.
En enero pasado, Irán comenzó a enriquecer uranio hasta alcanzar el 20% de pureza, un paso relativamente breve si de lo que se trata es de contar con material fisible para la construcción de armas nucleares, en su instalación nuclear de Fordow. En febrero, Teherán produjo metal de uranio, el cual puede ser utilizado en la construcción de una cabeza nuclear, al tiempo que restringió el acceso a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) en sus sitios destinados al desarrollo atómico.
Aún cuando algunos funcionarios occidentales estiman que a Irán le tomaría entre dos y tres años producir una cabeza nuclear, David Albright, presidente del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional, ha evaluado que Irán podría conducir un ejercicio de detonación de un dispositivo atómico en un plazo de nueve meses, podría construir un arma nuclear en el término de un año, e instalar de modo eficiente una cabeza nuclear en un misil balístico en un plazo de dos años.
Los grupos subsidiarios de Irán reclutan a otros núcleos subsidiarios, o proxies
En semanas recientes, milicias respaldadas por Teherán a lo largo de Oriente Medio han ejecutado ataques contra bases militares y objetivos civiles en Arabia Saudí emplenado UAVs o drones, han asesinado a un crítico en el Líbano, y han lanzado al menos tres ataques con cohetes contra suelo iraquí, y han puesto la mira en personal militar estadounidense -poniendo fin a la vida de un contratista civil estadounidense y a la de un ciudadano extranjero, hiriendo a muchas otras personas.
Las milicias iraquíes patrocinadas por Irán han atacado periódicamente a bases en Irak, mismas que albergan a 2.500 tropas y consejeros estadounidenses -desplegados allí para asistir a Bagdad en su estrategia contra el Estado Islámico. Los referidos milicianos se abrazan a estas tácticas, con miras a consolidar los objetivos iraníes de largo plazo, cuyo propósito coincide con expulsar de la región a los Estados Unidos.
Tras haber acusado las sanciones de Washington y de padecer serias pérdidas a raíz de las sucesivas réplicas militares americanas, los subsidiarios de Irán han tejido vínculos con sus propios proxies, en la forma de grupos de avanzada que desarrollan ataques bajo la metodología del false flag, a criterio de evitar réplicas por sus acciones.
La responsabilidad por los recientes ataques, que terminaron con la vida de un ciudadano filipino que se desempeñaba como contratista en la base militar estadounidense de Irbil -en el norte de Irak- el pasado 15 de febrero, fue comunicada por un núcleo que se ha dado en llamar Guardianes de la Brigada de Sangre.
En respuesta, el presidente estadounidense Joe Biden sancionó, el 25 de febrero, un ataque aéreo contra instalaciones militares en territorio sirio y controlado por milicianos iraquíes bajo patrocinio de Irán -incluyendo a Kataib Hezbolá, uno de los grupos alternos más peligrosos que actúan en la geografía iraquí.
En diciembre de 2019, un cohete lanzado por Kataib Hezbolá asesinó a un ciudadano estadounidense, y abrió el juego para el desarrollo de la crisis de enero de 2020 -oportunidad en la que EE.UU. desplegó un ataque con drones que se cobró la vida del líder de Kataib, junto con el general iraní Qassim Suleimani.
Suleimani, líder de la Fuerza Quds -un cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní- era el cerebro detrás de los violentos ataques perpetrados por grupos subsidiarios iraníes en Irak, Siria y el Líbano.
Funcionarios del Pentágono habían evaluado previamente que un ataque con cohetes ejecutado el 3 de marzo, en el cual falleció un contratista estadounidense a causa de un ataque cardíaco, también contó con la autoría de Kataib Hezbolá.
Irán pone a prueba la firmeza de la Administración Biden
Luego de sufrir un notorio perjuicio económico en virtude de la campaña de 'máxima presión' de la pasada Administración Trump, ahora Irán está poniendo en marcha su propia campaña de igual tenor, con miras a forzar a la Administración Biden a aliviar las sanciones, y lograr que Washington regrese -sin interponer condiciones- al acuerdo nuclear de 2015.
Irán busca atropellar a la Administración del presidente Biden, para que ésta cumpla con su objetivo declarado de solucionar algunas de las fallas del convenio nuclear, en una nueva rueda de negociaciones.
La dictadura iraní sabe que un retorno al acuerdo atómico de 2015, el cual le obsequió margen para consolidar logros técnicos en el ámbito nuclear, es el mejor resultado al que puede aspirar.
Hassan Rouhani, presidente de la República Islámico, afirmó el pasado 1ero. de marzo:
Los Estados Unidos y el mundo habrán de arrodillarse ante nuestra gran nación, y poner fin a sus opresivas sanciones.
En efecto, hemos avanzado un paso y consolidado una resonante victoria. El carnicero homicida estadounidense [Donald Trump] fue derribado, y la actual administración ha reconocido, cuatro veces hasta aquí, que la política de máxima presión del anterior gobierno ha sido un error, y que fracasó a la hora de consolidar los resultados deseados.
Biden deberá educar a Rouhani, despojándolo de esa noción.
El matutino Wall Street Journal informó que, tras lanzar el ataque militar del 25 de febrero, la Administración Biden envió un mensaje confidencial al régimen en Teherán.
La Administración americana no dio a conocer los detalles, pero el mensaje debió haberle advertido a Teherán que Washington se rehusaría a aliviar las sanciones contra Irán, hasta tanto los ataques cesen.
Biden no deberá cometer los mismos errores de la Administración Obama, la cual minimizó la amenaza consignada por los subsidiarios iraníes y por el activo rol iraní en la activación de esas amenazas, mientras Washington ofreció alivio en las sanciones -para terminar regresando a la mesa de negociaciones.
Asimismo, Biden debería tomar prestada una de las páginas de la estrategia de Trump, tomando a Irán como responsable por las atrocidades de corte terrorista ejecutadas por sus milicianos subsidiarios.
Washington no puede tolerar que Irán se oculte detrás de marionetas.
A menos que sea forzada a pagar un alto precio por sus estratagemas bélicas a base de ejércitos subsidiarios, Teherán se mostrará dispuesta a combatir -sacrificando la vida del último ciudadano árabe disponible, y recurriendo a milicias iraquíes, libanesas y yemenitas para que hagan su trabajo sucio.
La Administración Biden deberá demostrar firmeza frente al régimen iraní y a su amenaza nuclear combinada con grupos terroristas subsidiarios. Irán deberá comprender que la continuación de esas políticas consignan un retroceso -y no un avance- para los objetivos nacionales de Teherán.
Artículo original, en inglés
Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.