INTERNACIONALES: STEVE H. HANKE

Estados Unidos: ¿democracia, o libertad?

Los titulares en el New York Times y el Financial Times gritaban con las palabras...

07 de Febrero de 2021

 

Los titulares en el New York Times y el Financial Times gritaban con las palabras del presidente estadounidense Joe Biden en el día de su inauguración: 'La democracia ha prevalecido'. Para aquellos con algún conocimiento de la historia de los Estados Unidos de América, esas palabras provocan algunas preguntas. 
 
Democracia y Libertad, Corrupción política, Estados Unidos, Hanke, CatoLa mayoría de las personas, incluyendo a la gran mayoría de ciudadanos estadounidenses, les sorprendería conocer que la palabra 'democracia' no aparece en la Declaración de la Independencia (1776) ni en la Constitución de EE.UU. (1789). Ellos también estarían sorprendidos de aprender la razón por la cual se dio esta ausencia en los documentos fundacionales del país.
 
A contramano de lo que la propaganda ha llevado a creer al público, los Padres Fundadores de los Estados Unidos eran escépticos, y mostraban preocupación frente a la democracia. Ellos estaban conscientes de los males que sobrevienen con la tiranía de las mayorías. Los redactores de la Constitución se esforzaron mucho, para asegurarse de que el gobierno federal no estuviese basado en la simple voluntad de la mayoría y que este, por lo tanto, no fuese democrático. 
 
La Constitución dividió al gobierno federal en las ramas legislativa, ejecutiva y judicial. Cada rama estaba diseñada para controlar el poder de las otras ramas. Los Padres Fundadores no querían depender únicamente de los votantes para controlar el poder del estado. Como resultado de esto, los ciudadanos fueron concedidos muy escaso poder para elegir a los funcionarios federales. Ni el presidente, ni los miembros del poder judicial, ni los senadores eran elegidos mediante el voto popular directo. Solo los miembros de la Cámara de Representantes eran elegidos mediante el voto popular directo. 
 
Si los Redactores de la Constitución no acogieron la democracia, ¿a qué se acogieron? Los Redactores sostenían que para un individuo el objeto del gobierno era garantizarle a los ciudadanos la trilogía de John Locke: el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Los Redactores escribieron extensamente y de manera elocuente sobre esto. Al respecto de la propiedad, por ejemplo, John Adams escribió: 'El momento en que la idea es admitida en la sociedad, de que la propiedad no es tan sagrada como las leyes de Dios, y que no hay una fuerza de derecho y justicia pública que la proteja, la anarquía y la tiranía empiezan'.
 
Las acciones de los Padres Fundadores muchas veces ilustraban más que sus palabras. Alexander Hamilton, un abogado destacado, aceptó muchos casos famosos para defender sus principios. Luego de que se iniciara la Guerra Revolucionaria, el estado de Nueva York estableció medidas severas en contra de aquellos sujetos británicos leales. Estas incluían la Ley de Confiscación (1779), la Ley de Citación (1782), y la Ley de Transgresión (1783). Todas involucraban la toma de propiedad. Desde la visión de Hamilton, estas leyes ilustraban la diferencia inherente entre la democracia y el derecho. Aunque los actos eran sumamente populares, estos incumplían principios fundamentales acerca del derecho de propiedad. Hamilton llevó sus creencias a la acción y defendió exitosamente —frente a una enorme hostilidad del público— a aquellos que habían sufrido la toma de propiedad en virtud de esas tres leyes del Nueva York. 
 
La Constitución estaba diseñada para avanzar la causa de la libertad, no de la democracia. Para hacerlo, la Constitución protegía los derechos de los individuos frente al estado, así como también frente a sus conciudadanos. Con ese fin en mente, la Constitución sentó normas claras, inequívocas y ejecutables para proteger los derechos de los individuos, normas que limitaban estrictamente la envergadura y escala del estado. La libertad económica, que es un requisito para el crecimiento y la prosperidad, estaba consagrada en la Constitución.
 
La conflagración de la Primera Guerra Mundial marcó una violenta ruptura con la letra y espíritu de la Constitución. Los derechos de propiedad fueron suspendidos a gran escala. Hubo amplias nacionalizaciones de industrias desde los ferrocarriles, hasta la telefonía, el telégrafo, y, en menor medida, del transporte marítimo. Más de 100 fábricas fueron nacionalizadas. El estado se involucró en la administración de las relaciones laborales en virtud de la Ley Adamson en 1916. Se estableció la conscripción. La Ley de Espionaje fue aprobada en 1917. La Ley de Sedición de 1918 impuso penalidades a la expresión antigobierno, trastocando así la Carta de Derechos. El novelista Upton Sinclair fue, de hecho, arrestado por leer la Declaración de Derechos (Bill of Rights). Roger Baldwin, uno de los fundadores de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), fue arrestado por leer la Constitución. Todo esto se logró bajo los poderes de emergencia concedidos al Presidente Woodrow Wilson por el Congreso, en 1916
 
Gran parte de este aparato anticonstitucional fue eliminado después de la Primera Guerra. Sin embargo, los residuos permanecieron y eventualmente volvieron a surgir. Todo lo que se requirió fueron otras emergencias nacionales —la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam, la Guerra contra el Terrorismo, y, más recientemente, la pandemia del COVID-19. Con cada una, leyes fueron establecidas, los comités creados, y los presupuestos, multiplicados. En muchos casos, estos cambios resultaron ser permanentes. El resultado es que las crisis sirvieron como una gran oportunidad para desplazar la línea de tendencia del tamaño y envergadura del Estado hacia un nivel más alto. 
 
No debería sorprender que los estados gastan más dinero y regulan más activamente durante las crisis —las guerras y los rescates económicos son costosos y complicados. Pero un gobierno más activo también atrae oportunistas, quienes perciben que una emergencia nacional puede servir como un pretexto útil para lograr su objetivos propios. 
 
¿Qué lecciones podemos aprender? En primer término, 'democracia' y 'libertad' no son conceptos intercambiables. Segundo, solo durante el primer siglo de la experiencia estadounidense constituye una en la que la libertad fue el estándar. Invocar la palabra 'democracia' requiere de una gran cautela. Fácilmente, puede ésta derivar en una tiranía elegida.

Resguardar la libertad era el objetivo primordial para los Padres Fundadores.

 
Publicado originalmente en The National Review (Estados Unidos)
Sobre Steve H. Hanke

Profesor de Economía Aplicada y co-director del Institute for Applied Economics, Global Health, and the Study of Business Enterprise en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore. El profesor Hanke es también Académico Titular en el Cato Institute en Washington, D.C.; profesor distinguido en la Universidad Pelita Harapan en Jakarta, Indonesia: Asesor Titular en la Universidad Renmin del Instituto de Investigación Monetaria Internacional en Beijing, China; Consejero Especial para el Centro de Estabilidad Financiera en New York; miembro del Consejo de Asesoría Internacional del Banco Nacional de Kuwait (presidido por Sir John Mayor); miembro del Consejo de Asesoría Financiera de los Emiratos Arabes Unidos y editor contribuyente de la revista Globe, Asia.