SOCIEDAD: GONZALO IRASTORZA

Argentina: genocidio educativo

El 2020 culmina en medio de una fulminante caída socioeconómica, abrazándose la República Argentina...

06 de Diciembre de 2020

 

El 2020 culmina en medio de una fulminante caída socioeconómica, abrazándose la República Argentina a indicadores del tenor del Africa subsahariana. Resulta trágico, pero ya ni siquiera podemos compararnos con el resto de Latinoamérica: la Argentina de los últimos treinta o cuarenta años se ha erigido en un modelo paradigmático de autodestrucción nacional.

Roberto Baradel, Hugo Yasky, Docentes, Sindicatos de izquierda, Escuelas cerradas, Colegios cerradosTodo ello, auspiciado bajo el mandato de una socialdemocracia siniestra, de la que participan todas las fuerzas políticas tradicionales en sus distintas vertientes, frente a una sociedad anestesiada y carente de reacción. Muchos coinciden en señalar la tragedia educativa de las últimas décadas, como causa fundante de nuestra eterna desventura. A tal efecto, es menester compartir una perspectiva sobre el particular.


La socialdemocracia educativa de mediados de los años ochenta
 
Comienzan los denominados Congresos Pedagógicos, y los resultados, progresivamente, empiezan a verse. Se vilipendia a la exigencia académica. Más preocupante: un pensamiento único, progresista, se instala en las estructuras curriculares. La ideología de los derechos humanos, en su versión deformadora de la historia reciente, se apodera de las aulas. Comienzan a proliferar, en los distintos rincones del país, todo tipo de Institutos de Formación Docente –hoy, más de 1.300- que redundan en los hechos, en una efectiva pérdida de calidad pedagógica y académica para los futuros formadores. Al compás de magros sueldos y de la ausencia de una política en búsqueda de calidad educativa en estudiantes y docentes, la carrera del maestro/profesor se transforma simplemente en una salida laboral segura, sin una real presión de selección en la formación de los educadores.


Los gremios docentes, partícipes necesarios del fracaso escolar
 
Fundamentalmente a partir de los noventa, los gremios docentes comienzan a exhibir una fuerte injerencia en el sistema educativo. Se resisten a todo tipo de pruebas de calidad, obstaculizan cualquier tipo de programas de mejoras, impidiendo evaluaciones a educadores y educandos, como si se tratara de una casta selecta e iluminada que no puede ser controlada. Al ritmo de las autonomías educativas que impone en la época la descentralización de las partidas presupuestarias, cada jurisdicción adopta su propia política en educación, consagrándose una certera desigualdad y disparidad de criterios en la mayoría de las provincias.

Nicolás Trotta, Alberto Fernández, Docentes, Colegios cerradosMás allá del relato permanente de los 180 días de clase, meta a la que no sólo nunca se llega objetivamente, sino que se está muy por debajo de la misma, la Argentina -a diferencia de países vecinos- no cuenta con jornada extendida en la mayoría de las escuelas, lo que deriva en un retroceso tangible y significativo del aprendizaje. La movilidad docente y los ofrecimientos de cargos hacen que una total inestabilidad en las plantas funcionales de las escuelas atente contra la obvia necesidad de que los estudiantes mantengan un período razonablemente prolongado a los mismos maestros-profesores. Empiezan a multiplicarse las carpetas médicas y el ausentismo docente, llegando en algunas jurisdicciones, a situarse en el promedio del 40% de su planta profesional, con reemplazos sobre reemplazos. El recurrente paro docente es otro sello distintivo que termina de consolidar el combo perfecto de la ruina educativa.
 
 
El descalabro que parte en el 2000
 
Ante la obviedad de que la escuela pública no garantiza clases sostenidas ni orden en sus colegios, se produce una fuerte migración a los establecimientos de gestión privada, resultando afectados, principalmente, los sectores de menores ingresos, que deben padecer las peripecias de la enseñanza estatal. Más allá de la declamación de la educación pública y gratuita para todos, nos encontramos con la tajante certeza de que la UBA, por citar la Universidad pública de mayor matrícula, cuenta entre sus estudiantes a más de un 60% de universitarios provenientes de colegios privados. La fábula de la 'Universidad inclusiva' se transforma en una genuina estafa en perjuicio de los sectores más postergados, que no sólo no pueden llegar a la Universidad, sino que siquiera están en condiciones de completar la formación media.

La deserción de la enseñanza secundaria se mantiene en extremo elevada, en promedios superiores al 50%. El nivel secundario ha renunciado ya de forma abierta a sus tres pilares básicos: la formación para el mundo del trabajo, la preparación para estudios superiores y la educación de ciudadanos libre – pensantes y críticos. Se trata de una parodia de aprendizaje: educadores disimulan que enseñan y educandos fingen aprender. Amparados en discursos ideologizados lejanos a cualquier búsqueda formativa, un número muy relevante de docentes se dedica, cuando es que realmente trabaja, a 'bajar línea', violentando el espíritu de formar para pensar. 
 

La educación en tiempos de COVID-19
 
A estas alturas, la Argentina ostenta el fatídico récord de ser el único país del mundo que cerró un año entero sus establecimientos educativos. Con todas las deficiencias que marcábamos precedentemente, la escuela aún sigue siendo, cuanto mínimo, un ámbito de interacción social, de adquisición de algunas destrezas y un espacio generador de ciertas habilidades de comunicación. Hemos privado a los estudiantes de un ciclo completo, con todas las secuelas emocionales y psicológicas que ello traerá aparejado. El genocidio educativo perpetrado durante 2020, bajo la tutela del Estado nacional y provincial, la complacencia de gremios docentes y la desidia de las autoridades de los colegios, observará consecuencias irreversibles en el mediano y largo plazo. Estaremos, seguramente, fomentado generaciones de legítimos idiotas, con todas las letras. Deviene en imperdonable la alianza de hecho entre la clase dirigente y los gremios docentes, para sentenciar este feroz retroceso educativo a horizontes impensados. Ya no quedan dudas de que se assite a un proceso premeditado para lapidarnos en una auténtica sociedad de la ignorancia, pusilánime, manejable y carente de virtudes cívicas. 
 
Muchos comienzan hoy a considerar seriamente que la educación formal que brinda o brindaba la escuela ya no sólo no es útil como garantía de progreso social, sino que se transfigura en un verdadero obstáculo. ¿Habrá llegado la hora en la Argentina de asumir y forjar redes familiares afines para educar a nuestros hijos y librarse del impedimento de aprendizaje en que ha degenerado el Estado y sus cómplices?

Ironizó alguna vez George Bernard Shaw: 'Suspendí mi educación cuando tuve que ir al colegio'. En esta actualidad argentina, será lícito parafrasearlo:

'Mi educación estuvo bien hasta que fue interrumpida por los maestros'.     


 
Sobre Gonzalo Irastorza

Gonzalo Irastorza es Licenciado en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales (Universidad Católica Argentina). Su correo electrónico de contacto, aquí.