INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Los Estados Unidos, a la vera de la desaparición: el progresismo busca una revolución, no simplemente un cambio

En cualquier ciclo de noticias dado, en ocasiones, una menor cantidad de artículos...

02 de Noviembre de 2020


En cualquier ciclo de noticias dado, en ocasiones, una menor cantidad de artículos resulta más ilustrativa -en términos de hacia dónde se dirigen los Estados Unidos. Esto es particularmente certero frente a lo que el país ha experimentado durante 2020: una pandemia, turbulencia social, guerras y desórdenes recurrentes en el exterior, sumado ello a una elección presidencial que dejará como resultado un horizonte radicalmente diferente del otro, en lo que tiene que ver con qué camino debería seguir la nación.

Estados Unidos, Joe Biden, Kamala Harris, Elecciones Estados UnidosIrónicamente, Joe Biden es presentado como el candidato del establishment cuando, en rigor, el programa del Partido Demócrata es bastante más radical que el de los republicanos. Los Demócratas se exhiben hoy atrapados, a la hora de respaldar una serie de políticas que, de manera ostensible, buscan lidiar con la desigualdad social y con el tema de género pero, en lugar de ello, esa agenda convertirá, cada vez más, al gobierno en un mecanismo intrusivo que portará el objetivo de implementar una ingeniería social, haciéndose a un lado la tradicional meritocracia americana, mientras que también creará categorías que algunos podrían describir como potenciadoras del racismo y el sexismo. En tal escenario, podría tener lugar un impacto devastador sobre el sistema educativo estadounidense, sobre la manutención de la ley y el orden, sobre el control inmigratorio, sobre los cupos laborales y sobre los derechos tipificados en la Primera y la Cuarta Enmienda -vinculados estos a la libertad de expresión y de asociación. Ese glorioso y multicultural futuro de género diseñado por la justicia social del Partido Demócrata no será otra cosa que un desastre para la mayoría de los ciudadanos del país, marginando efectivamente a muchos de ellos sobre la base del color de su piel, o bien en razón de otros atributos que aún habrán de determinarse.

Y el amplio respaldo por Biden de parte de los neoconservadores, que retornarían al poder bajo su gobierno, significaría que similares a Bill Kristol, Max Boot y Jennifer Rubin se pondrán a la cabeza de una política pro-Israel y anti-Irán, que incluso superaría a lo realizado por Trump y Mike Pompeo, lo cual involucraría, desde ese momento, etiquetar a las agencias internacionales dedicadas a los derechos humanos como antisemitas. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado sería liderado por Robert Menéndez, un personaje corrupto aún para los estándares legislativos, quien responde completamente al lobby israelí. Dan Shapiro, quien en apariencia se ha convertido en el consejero de Joe Biden para Oriente Medio, es un judío estadounidense que reside en Israel, y que trabaja para un think tank de ese país -lo que debería ameritarle una clasificación como Agente Extranjero, de acuerdo a la legislación americana.

Los neoconservadores y sus aliados en los medios de comunicación también son los arquitectos del sentimiento anti-ruso en el Congreso, lo que llevará a empeorar una relación diplomática que ya es mala. Conforme los Demócratas le han endilgado la culpa de todo al presidente ruso Vladimir Putin, nadie podrá esperar que el vínculo entre Washington y Moscú mejore.

Por su parte, Trump llega con el bagaje negativo de su abrasiva personalidad, así como también su incapacidad aparente para asimilar e implementar hechos sencillos, respecto de cómo el país y el resto del mundo funcionan realmente. El presidente se ha abrazado al rol de agresor -de manera directa- contra Siria y contra Irán, y lo propio ha hecho con Venezuela, en tanto ha utilizado a la OTAN para amenazar a Rusia. Sus actitudes en torno del cambio climático también son una desgracia pero, sin importar lo que el lector crea sobre el desempeño real de Trump, el hecho es que, a lo largo de su campaña, y desde que llegó al gobierno, el grueso de los medios de comunicación y de la izquierda 'progresista' ha venido catalogándolo de fascista y racista. Y, durante la presente campaña electoral, ese esfuerzo ha continuado en los debates, en el town hall en donde Savannah Guthrie oficiara de anfitriona.

Trump podría empeorar a los Estados Unidos de América en múltiples modos, aunque difícilmente cambie demasiado el rumbo. Mientras que los Demócratas casi de seguro lo harán, consciente o inconscientemente, y sin prestar verdadera atención a lo que sucede. Numerosos relatos en redes sociales prueban el modo en que la 'justicia social bajo las leyes' ha sido erosionada en las mentes de no pocas luminarias del Partido Demócrata. Robert Reich, ex Secretario de Trabajo bajo la Administración Clinton, publicó en Twitter un pedido tendiente a crear una 'Comisión por la Verdad y la Reconciliación', luego de la esperada derrota de Donald Trump. La comisión ha tomado su nombre de la organización constituída en Sudáfrica luego de la caída del gobierno de apartheid y tras el surgimiento de un liderato político de mayoría negra. El intento de democratización, sin embargo, fracasó. Y fue incapaz de ponerle fin a los altos niveles de corrupción y violencia en esa nación africana.

El objetivo de Reich no está limitado a castigar a los funcionarios de la Casa Blanca de Trump que puedan haber promovido políticas que la Administración Demócrata por venir considere anatemas. Reich escribió: 'Cuando esta pesadilla llegue a su fin, necesitaremos una Comisión por la Verdad y la Reconciliación. La misma eliminaría las mentiras de Trump, confortaría a aquellos que fueron perjudicados por su odio, y listaría a cada funcionario, político, ejecutivo y dueño de medios cuya avaricia y cobardía facilitaron esta catástrofe'. La propuesta de Reich significaría, eventualmente, la implementación de castigos para miles de individuos probablemente inocentes que hayan tenido escasa influencia o capacidad decisional a lo largo de los últimos cuatro años. La palabra 'Facilitar' se presta a muchas interpretaciones, y cuenta con el potencial para convertirse en una cacería de brujas. 'Macartismo' es el concepto que viene, de inmediato, a la mente.

Reich fue más allá, y complementó su propuesta con un segundo tweet: 'Amo que las personas respondan a este comentario como si fuese extremista o poco democrático' -sin lugar a dudas, muchas personas así lo entenderán. Un simpatizante de Reich escribió, en abierta defensa de la propuesta: 'Mientras las injusticias no resueltas histórcamente continúen obsequiándose un festín en el mundo, habrá más reclamos en favor de comisiones por la verdad'. Otros muchos comentarios en redes sociales tales como Facebook llaman a 'hacer algo' contra los 'deplorables' que votaron y respaldaron a Donald Trump.

Otros comentarios expuestos en Twitter en respuesta a Reich citaban: 'Es la idea correcta, y la respaldo en un ciento por ciento. No es justo que la gente que ha hecho tanto daño a otros, puedan salirse con la suya. El Partido Republicano es cómplice de genocidio y geronticidio. Deberán haber consecuencias'. Otro más: 'Estoy 100% de acuerdo... Mi temor es que Joe Biden llegue a la Oficina Oval y busque curar al país, trabajando con los Republicanos, ignorando esto... Si lo hace, trabajaré para asegurarme de que sólo tenga un período presidencial'. O también: 'Pero la propuesta no es suficiente. Los activos de Trump y de sus votantes deberían ser confiscados por el Estado, a través de una legislación, y redistribuídos en forma de indemnización a aquellos que han sido perjudicados. Esta es la única manera de curar a nuestro país. Es la Tierra de los Libres!'. Finalmente: 'Robert... Tiene Usted razón. Y, luego de que ganemos... iremos por Usted también... Ya intentamos compartir un país con personas como Usted. Cuatro años atrás, yo creí que Usted era un señor de malas ideas. Yo estaba errado: Usted es una mala persona!'.

Otros relatos sobre Demócratas que hoy son funcionarios electivos ilustran sobre el estado de Virginia, en donde el Gobernador Ralph Northam se prepara para firmar un proyecto que impedirá que los agentes de policía detengan a conductores de vehículos con el registro vencido, y que tampoco puedan realizar inspecciones sobre el estado del auto, y lo propio con la inspección de otras contravenciones contra la seguridad. El razonamiento detrás del proyecto es que, en apariencia, los conductores negros son desproporcionadamente detenidos por agentes. Esto podría ser cierto, pero la presunción de Northam y su equipo es que los afroamericanos están en la mira de policías, cuando la causa podría ser que una cifra desproporcionada de ciudadanos afroamericanos no se preocupa por mantener su vehículo en buen estado. Funcionarios afroamericanos, como es el caso del denominado Defensor Público de Arlington, Brad Haywood, ama la propuesta: 'Esta podría ser la reforma más significativa del sistema de justicia criminal local, en décadas. Se trataría de un gran paso en favor de la justicia racial en el estado de Virginia'.

Toda vez que algunas de las contravenciones podría ser catalogada como de relativamente inocua, el permitir que los vehículos circulen sin luces de freno en un estado como Virginia, en donde rutinariamente los conductores superan los 130 kilómetros por hora de velocidad en las autopistas, dará lugar a una catástrofe, si es que alguien decide detenerse de súbito -con múltiples vehículos atrás. La seguridad del conjunto, en este caso, está siendo sacrificada, para favorecer some of the offenses might be regarded as relatively painless, allowing cars to drive without brake lights in a state like Virginia where drivers routinely proceed at over 70 miles an hour on highways could prove catastrophic if someone had to stop quickly with the cars behind not knowing it until too late. The safety of all citizens is clearly being sacrificed to render what is perceived as social justice for a minority, but when Democrats are in a full pander mode anything is possible.

Un tercer capítulo de la historia, también oriundo de Virginia, se trata de la muerte del otrora formidable sistema de educación pública estadounidense. Concierne a la destrucción de lo que es ponderada la mejor escuela secundaria del país, acaso en razón de que no es lo suficientemente diversa. El comité educativo del Condado Fairfax ha determinado que los elevados estándares de admisión en la Escuela Thomas Jefferson para Ciencia y Tecnología, prestigiosa escuela que atrae talentos, serán eliminados, luego de aproarse una propuesta presentada por Scott Brabrand, Superintendente. La decisión del comité elimina las pruebas de ingreso y la tarifa de admisión de US$100, requisitos de larga data que hacen al riguroso proceso de selección en la Thomas Jefferson. La propuesta de Brabrand también incrementa el tamaño del colegio, conocido popularmente como TJ. Los cambios han sido implementados ya y quienes se gradúen del octavo grado -muchos de los cuales venían preparándose para el test- ya no serán evaluados en el tradicional examen, que involucraba matemáticas, lectura y ciencias.

Los detalles sobre cómo se implementará la nueva política aún no han sido definidos en su totalidad, pero se estudia aplicar un sistema de loterías. Una madre protestó, declamando que la eventual lotería 'envía al basurero el significado de trabajo duro'. El cuerpo estudiantil de la TJ cuenta hoy con más de un setenta por ciento de estudiantes de origen asiático, y un veinte por ciento blanco, siendo minoría los estudiantes afroamericanos y latinos. La intención de la maniobra es lograr que la escuela se parezca más a la demografía que exhibe el resto de los colegios en el Condado Fairfax, el cual es 10% afroamericano, 27% latino, y 38% blanco. Buscarán lograrlo a partir de la implementación de cupos. Aún cuando los blancos están subrepresentados en el colegio, nada se hará a efectos de incrementar su presencia.

Otras selectas escuelas -con duros cursos de ingreso- en la ciudad de Nueva York, Boston, Chicago y la Costa Oeste, también están siendo despojadas de su exclusividad, para abrazar la diversidad. El distrito escolar de San Diego, por ejemplo, está eliminando por completo las calificaciones, a efectos de que más estudiantes de minorías consigan graduarse. Y los estudiantes, mientras tanto, ya no obtendrán bajas notas por exhibir problemas de conducta, o problemáticas peores.

Una canción de los Beatles rezó, alguna vez: 'Ustedes dicen que quieren una revolución!' (You say you want a revolution!). Pues, pareciera ser que los autoproclamados progresistas, los voceros de las minorías y confesos extremistas se proponen llevar a cabo una revolución aquí, en los Estados Unidos de América. Comisiones por la verdad, leyes que solo se aplicarán bajo criterio racial, y cupos en las escuelas son, en rigor, sólo el comienzo. Joe y Kamala, si acaso son elegidos, sin dudas alentarán esto y mucho más. Ello, en razón de que hay por allí muchos 'deplorables' estadounidenses que desean preservar lo que Estados Unidos alguna vez fue.

Los Demócratas bien podrían lamentar el sendero que han elegido, así resulten victoriosos en los comicios.


Artículo original, en inglés



 

Publicado originalmente en Strategic Culture Foundation (Estados Unidos)
Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.