INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS & NICOLE ROBINSON

Irán: propaganda oficial responsabiliza a EE.UU. por el coronavirus

La decisión del régimen iraní de aferrarse a teorías conspirativas relativas al coronavirus...

28 de Marzo de 2020

 

La decisión del régimen iraní de aferrarse a teorías conspirativas relativas al coronavirus en los últimos días ha terminado por exponer el cinismo y la abierta desesperación de parte de la disfuncional dictadura de Teherán; la misma ha centrado el foco de su atención en retener el poder, al tiempo que sacrifica la buena salud de sus propios ciudadanos. 

Irán, Coronavirus, Teorías conspirativasEn tal contexto, el régimen iraní ha acusado a los Estados Unidos de América de estar detrás del brote de coronavirus, a efectos de quitarse de encima la propia responsabilidad por las cuestionables prioridades que ha asumido, y para no hacerse cargo de la flagrante incompetencia de su ineficiente réplica ante la pandemia de COVID-19.

Al responsabilizar a los 'sospechosos de siempre' -esto es, los enemigos tradicionales de Irán-, la élite del país aspira a minimizar las turbulencias políticas locales, las cuales emergen de la deleznable administración de la crisis que ha caracterizado a la gestión. Los resultados son visibles: los episodios de infección han superado los 32 mil, mientras que Irán ha registrado ya más de 2.300 decesos por COVID-19.

Desde la revolución iraní de 1979, el régimen ha echado mano de desinformación, propaganda y teorías conspirativas, en tanto ha recurrido también a instrumentos para garantizar la supervivencia de la ideología islamista y, de esa manera, aferrarse al poder a cualquier precio.

En este país, los medios de comunicación estatales controlan la narrativa sobre todo lo que acontece, por vía de la censura y la diseminación de contenido cuidadosamente seleccionado. En simultáneo, los mensajes que se proyectan hacia el extranjero son cautelosamente calibrados para promocionar la ideología islamista dominante.

El eje del argumento oficial explicita que Irán ha estado combatiendo a los 'judíos sionistas' y al 'Gran Satán' (Estados Unidos), en lo que se interpreta como una batalla del bien contra el mal.

No obstante, la crisis del coronavirus es apenas otro frente en la guerra ideológica ejercitada por el régimen. Pero los problemas sanitarios se han convertido en una herramienta cada vez más importante para la élite gobernante, en su declarado intento por reparar la imagen del régimen y de sostener su ya muy perjudicada legitimidad, en una instancia en la que destacan la desconfianza de la ciudadanía, un florecimiento de las voces opositoras, y el desmoronamiento del respaldo popular hacia Teherán. 

Luego de semanas de silencio y de recurrentes presiones para que el liderato político nacional se hiciera eco público de la crisis, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, compartió un discurso televisado el pasado 22 de marzo.

En lugar de poner el foco en la crisis y de comentar las medidas que el régimen tomaría para hacer frente al episodio, Khamenei acusó al gobierno de los Estados Unidos de haber creado el virus como arma biológica, 'producida específicamente para perjudicar a Irán, empleándose conocimiento sobre la genética del ciudadano iraní promedio, la cual ha sido obtenida a través de distintos medios'.

Asimismo, Khamenei rechazó una oferta estadounidense que consistía en asistencia para combatir la pandemia, declarando el líder supremo que cualquier medicina ofrecida por Washington amplificaría aún más el alcance del virus.

Mientras tanto, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica ha asumido un rol central a la hora de propagar teorías conspirativas vinculadas a la pandemia. El General Hossein Salami, comandante del citado órgano castrense, advirtió que el virus 'podría ser el resultado de la invasión biológica estadounidense, que en primer término se extendió a China, luego a Irán y, finalmente, al resto del mundo'.

Acto seguido, la división cibernética de la Guardia Revolucionaria publicó un vídeo en canales online con pasajes del discurso de Khamenei, en donde el líder no solo responsabilizaba a EE.UU. por el brote, sino que el material fue acompañado de otros clips en donde 'expertos' declararon que espías estadounidenses e israelíes habían empleado 'demonios' en sus operaciones de inteligencia contra Irán.

Los canales de noticias vinculados a la Guardia Revolucionaria, en conjunto con pretendidos 'expertos' pro-régimen, señalaron con su dedo índice a los Estados Unidos y a otros enemigos como Israel, desde principios de marzo, cuando los casos de infección por COVID-19 comenzaron a registrarse, en realidad, a raíz del fracaso del régimen al momento de implementar medidas efectivas para la contención del vector.

El Dr. Ali Karami, conferencista de medicina en universidades afiliadas a la Guardia Revolucionaria, afirmó que Estados Unidos había creado un virus recurriendo a la ingeniería genética, a efectos de desarrollar 'armas étnicas' que centrarían su mira específicamente en ciudadanos iraníes.

Karami argumentó -naturalmente, sin presentar evidencia científica- que EE.UU. hizo esto recurriendo a material de ADN extraída del Proyecto Genoma Humano sobre Irán en la Universidad de Stanford, agregando luego que ese proyecto fue financiado por Baha’is, una minoría religiosa perseguida por el régimen en Teherán.

La delirante explicación fracasa a la hora de explicar los elevados índices de infección por COVID-19 a nivel global. Sin embargo, resulta ser una táctica efectiva al momento de distraer al público iraní frente a la ineptitud exteriorizada por su propio régimen en el combate contra el brote.

Incidentalmente, este compendio de falsas acusaciones sobreviene pocos días después de que la República Popular China propiciara distintas campañas de desinformación, las cuales fueron empleadas para intentar reescribir la narrativa vigente sobre el coronavirus.

Lijian Zhao, vocero de la Cancillería china, sugirió hace pocos días que las fuerzas armadas estadounidenses habían transportado el coronavirus a Wuhan, capital de la provincia de hubei. Zhao sentenció que el brote de Wuhan siguió inmediatamente a la visita de trescientos atletas del Ejército de los Estados Unidos, y exigió que Washington identificara al paciente cero.

Esta afirmación incluso fue desmentida por el propio embajador chino ante Estados Unidos, Cui Tiankai, quien calificó a la versión como una 'locura absoluta', en una entrevista ofrecida por el funcionario al ciclo 'Face the Nation', en la cadena noticiosa CBS News.

Al igual que Irán, China ha probado ser efectiva a la hora de controlar la información proporcionada por los medios estatales que tutela, proyectando una suerte de 'poder inteligente' a nivel internacional, en lo que respecta a los canales informativos. En China, el reportaje sobre hechos globales es fuertemente censurado, en tanto los periodistas son monitoreados y restringidos en sus movimientos y discursos, por parte del régimen comunista.

Hacia febrero pasado, China expulsó a tres periodistas profesionales que se desempeñaban como corresponsales para el matutino The Wall Street Journal, a partir de un artículo sumamente crítico sobre los errores del gobierno en Pekín al momento de lidiar con la epidemia de coronavirus. El régimen chino no tomaba esta clase de medidas punitivas contra periodistas extranjeros desde 1998. Poco despúes, Pekín redobló la apuesta, sancionando la eyección de reporteros vinculados a otros dos periódicos de los Estados Unidos.

El férreo control implementado por el gobierno chino sobre el flujo de información sugiere que toda reproducción de teorías conspirativas antiestadounidenses en redes sociales de ese país son, cuando menos, toleradas -cuando no alentadas- por el régimen, a efectos de promocionar sus propios intereses y agenda.

Tanto Irán como China parecen haber adoptado tácticas de propaganda derivadas de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que la Rusia de Vladimir Putin continúa explotando para propio provecho, a la luz de la pandemia de COVID-19.

Como era lógico, Mike Pompeo -Secretario de Estado americano- rechazó las teorías conspirativas iraníes y chinas en oportunidad de ofrecer una conferencia de prensa el pasado lunes, afirmando que 'las mentiras que sindican que Estados Unidos es responsable por el Virus de Wuhan ha puesto a iraníes, estadounidenses y al resto del mundo, en riesgo'.

En cualquier caso, las tensiones continuarán, toda vez que China continúe esmerándose en retomar el control de la narrativa sobre la crisis, y mientras Pekín y Teherán busquen presentar un chivo expiatorio con el cual disimular la propia responsabilidad en el manejo de la crisis del brote de coronavirus.

Por su parte, el gobierno iraní ha advertido frente a una segunda oleada de infecciones luego de que los ciudadanos del país siguieron trasladándose en ocasión del Año Nuevo Iraní, del pasado viernes. Mientras el régimen intenta implementar nuevas restricciones a los traslados con la meta de morigerar la curva de infecciones, ex ministros del área de salud están urgiendo al régimen para que limite los viajes entre ciudades, clausurando comercios de funcionamiento no-esencial en el proceso.

La dictadura iraní ha rechazado toda asistencia ofrecida por los Estados Unidos de América, la Organización Mundial de la Salud, y otros núcleos dedicados a la salud en todo el mundo, sobre la base de que los trabajadores humanitarios podrían ser 'espías'.

En apariencia, el régimen iraní hará lo que juzgue necesario con el fin de aferrarse indefinidamente al poder -aún cuando ello implique el sacrificio innecesario y gratuito de las vidas de sus propios ciudadanos.



Artículo original, en inglés

 

Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.